“No sea cosa que, por vivir en esta especie de palacio, sientas que sos un rey”, le advirtieron Axel Kicillof al instalarse en la Residencia del Gobernador en La Plata. La frase le quedó resonando en la cabeza y el flamante mandatario la repitió en las horas siguientes a su llegada al edificio para explicar por qué todavía no es definitiva la mudanza a esa casona de estilo francés construida en 1900, que hace años está abandonada.
En una de las habitaciones del inmueble, ubicado sobre la calle 5 entre 51 y 53, Kicillof pasó la noche del 11 al 12 de diciembre, después de asumir como gobernador y antes de tomarle juramento a sus ministros. “No andaba el agua fría, ni el agua caliente, hace mucho que no se usa, pero estamos muy contentos, empezando a habituarnos”, contó a Radio Provincia tras amanecer en la imponente vivienda.
Ante la queja hogareña, plomeros pusieron manos a la obra para garantizarle el agua al gobernador, su esposa Soledad Quereilhac y los hijos de ambos, Andrés y León. Los cuatro decidieron instalarse en lo que Kicillof define como una “fastuosa” vivienda, pero todavía no están convencidos de quedarse durante los cuatro años que dura el mandato.
“Para mí es muy cómodo estar tan cerca de la Gobernación, pero vamos a ver si nos adaptamos”, repite Kicillof a quienes le preguntan si será un vecino más de La Plata. El tema está hablado en la familia y entre los cuatro decidirán qué hacer.
La prioridad del gobernador es no romper con la rutina de los chicos, que incluye colegio, actividades y amistades en la Ciudad de Buenos Aires, donde la familia vivió hasta ahora. También entra en juego el trabajo de Quereilhac, quien es licenciada en Letras e investigadora, y da clases de Literatura en la Universidad de Buenos Aires. Por ahora planean trasladar algunas pertenencias para quedarse hasta marzo, en coincidencia con el receso de verano.
La Residencia del Gobernador es una construcción que comparte manzana con la Casa de Gobierno y está ubicada en el eje fundacional de la ciudad, que incluye la Municipalidad y la Catedral. La construcción se llevó a cabo entre 1906 y 1911. En un principio, compartía el estilo Renacentista Flamenco de la Gobernación, pero en 1938, durante el gobierno de Manuel Fresco, se le dio la expresión clásica francesa que conserva hasta la actualidad.
El gobernador José Inocencio Arias (1846-1912) fue el primero en habitar la Residencia. Y durante las últimas gestiones, estuvo desocupada. Ni Daniel Scioli, ni María Eugenia Vidal la eligieron de hogar, pese a que se trata de un edificio amplio, de 11.185 m² cubiertos, con una galería que lo conecta a la Casa de Gobierno, una escalera de mármol, una cúpula vidriada, dos salones en el primer piso, una biblioteca, dos comedores, habitaciones para la familia, un segundo piso con espacio para huéspedes y pileta en el patio.
Es una casa rodeada de árboles, césped y arbustos, balcones, grandes ventanales, un escudo argentino en la puerta principal que forma parte del alto enrejado y muros descascarados a los costados. Por fuera, las paredes están ennegrecidas por la humedad.
Desde las ventadas de la Residencia, la familia Kicillof puede ver los locales de la zona conocida como “La Plata Soho”. Se trata de un exclusivo y nuevo barrio con gran movimiento que fue rediseñado durante 2019 por el municipio y convertido en un polo gastronómico y comercial, con peatonal, calles de nuevo adoquín y luces LED.
A Kicillof, que vive en un departamento porteño y tiene una casa de veraneo en Uruguay de 50 m², le preocupa que el lugar no combine con su forma de ser. “No es un ranchito”, explica el gobernador sin corbata, que debutó como anfitrión en la Residencia al recibir el viernes 13 al ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, en el living de la casona.
La foto del encuentra deja ver dos sillones individuales, otro de dos cuerpos y una mesa ratona de madera y vidrio. El ambiente luce todavía desahitado, con una enorme biblioteca verde casi vacía en la que reposan algunos adornos, dos cajoneras de madera con jarrones a los costados de la puerta y un matafuego en el piso.
Al llegar a la Gobernación, Kicillof pidió retirar las dos torres de monitoreo que la gestión Vidal había montado dentro del predio de Gobernación, una a cada lado del edificio de Gobierno, para monitorear las manifestaciones que se realizaban frente al edificio y en la Plaza San Martín, un espacio de protestas frecuentes. Las garitas policiales pertenecían a la Superintendencia de Comunicaciones de la Policía de la Provincia y habían sido montadas en 2017, después de registrarse graves incidentes en la ciudad, entre ellos la quema de autos frente al Ministerio de Seguridad.
Las unidades podían elevarse unos metros del suelo, tenían lugar para un efectivo y contaban con cámaras 360 para monitorear la zona. Apenas las vio, Kicillof ordenó retirarlas: “Pedí que sacaran esas grúas, hay que encontrarle otra forma para darle otro espíritu y otra imagen a la casa de Gobierno”.
La próxima medida que evalúa tomar el gobernador del Frente de Todos es retirar las vallas que impiden la circulación en las calles laterales a la Gobernación (las avenidas 51 y 53) que generan quejas entre los vecinos que no pueden llegar libremente a sus casas y los automovilistas que circulan por la concurrida zona. Desde su equipo, confirmaron a BORDER que Kicillof analiza quitar las vallas para que vuelva a haber tránsito porque “eso de tener las calles cortadas por las dudas es bastante extremo”.
FOTO VALLAS EN GOBERNACIÓN
En La Plata se ilusionan con que Kicillof, que llevaba a sus hijos al colegio todas las mañanas y solía caminar por las veredas de su barrio, aparezca en el centro en un algún recreo del trabajo de oficina. Hace tiempo que la ciudad que concentra los edificios de la administración provincial y emplea a miles de trabajadores estatales no convive con un mandatario que quiera estar en suelo bonaerense.