Estados Unidos-Irán, ¿históricos rivales que pueden volver a la guerra?

Ambos países mantienen una relación de tensión y desconfianza desde 1979, cuando la Revolución Islámica tomó el poder en el país persa. Pero todo empeoró desde que Trump llegó a la Casa Blanca. El reciente ataque a la embajada norteamericana en Irak y el asesinato de uno de los mayores líderes iraníes hace pensar que un conflicto armado es posible. El factor de las elecciones norteamericanas y el pensamiento del debilitado régimen iraní.
Por: Gonzalo Bañez Villar @gonzabanez

La tensión entre Estados Unidos e Irán aumentó de forma repentina y escaló a los máximos niveles de alerta en décadas. Como respuesta al ataque perpetrado la última semana por grupos afines al régimen iraní contra la embajada norteamericana en Irak, el presidente Donald Trump decidió avanzar en una dirección que hasta el momento no se había animado a tomar. A sabiendas de las posibles consecuencias que puedan desencadenarse, en la noche de ayer uno de los principales líderes políticos y militares de Irán fue asesinado dentro de su auto en Bagdad, la capital de Irak, por un misil lanzado desde un drone norteamericano.

El ataque a Qasem Soleimani fue realizado con suma precisión e inteligencia previa. No fue al azar, el objetivo estaba bien marcado. Sucede que Soleimani era considerado la persona más influyente del régimen iraní en todo Medio Oriente. Encabezaba las fuerzas de elite de Al Quds, pertenecientes a la Guardia Revolucionaria de Irán, quienes se encargan de todos los asuntos estratégicos relacionados a la política exterior persa. “Era una persona de suma importancia en la estructura militar de Irán”, explica ante #BORDER el analista internacional Claudio Fantini, para luego agregar: “Fue el virtual ideólogo del Hezbolá en el Líbano y de los nexos con el Hamas palestino, además de que todas las milicias chiitas respondían directamente a él”.

Posiblemente Donald Trump haya sentido que no podía quedarse de brazos cruzados frente al ataque contra la embajada norteamericana en Irak, hecho que despertó viejos fantasmas que los gobiernos estadounidenses preferirían olvidar. El primero es el de la toma a la embajada de los Estados Unidos en Teherán, la capital iraní, durante 444 días en el inicio de la Revolución Islámica en 1979. Aquel grave acontecimiento irresuelto fue uno de los principales motivos por los cuales Jimmy Carter perdió las elecciones frente a Ronald Reagan. El otro es más reciente y data de 2012, cuando asaltaron el consulado norteamericano en Libia, que terminó con la muerte del embajador en aquel país.

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Justamente, Trump siempre fue muy crítico por la actitud “pasiva” que el por entonces presidente Barack Obama había tomado frente a los protestantes musulmanes que habían realizado el ataque. No toleraría una actitud similar. “Trump sin duda buscó diferenciarse de las políticas anteriores y definitivamente no podía quedarse de brazos cruzados tras el reciente ataque a la embajada, pero la realidad es que semejante respuesta tampoco le deja opción a Irán para que no responda”, alerta Fantini. Es en este contexto donde los principales analistas mundiales se preguntan: ¿es posible que Estados Unidos e Irán comiencen una guerra armada?

Los acontecimientos históricos indican que, a pesar de las décadas de tensión y recelo mutuo, ambos países trataron de evitar de todas las formas posibles una guerra directa. Solo en 1981 un conflicto armado se trasladó hacia dentro de las fronteras iraníes, cuando Estados Unidos lideró una coalición internacional que le dio apoyo a Irak para intentar derrotar -sin éxito- al por entonces nuevo régimen islámico y así volver a instaurar un gobierno que le sea afín a las administraciones norteamericanas. De ahí en más, aún con muchos altibajos en las relaciones, no volvieron a mostrar indicios de que aquello pueda repetirse.

El asesinato del iraní Soleimani movió todas las estructuras. Las amenazas militares superaron ampliamente a las del año pasado cuando un cohete iraní derribó un drone norteamiercano sobre el Estrecho de Ormuz y, hasta incluso, a las que se generaron cuando una serie de aviones no tripulados -atribuidos a Irán- destruyeron parte de la principal refinería de petróleo de Arabia Saudita. Ahora la tensión está en su máximo nivel. El propio líder supremo iraní y el presidente Hasán Rohani prometieron una “venganza” y Estados Unidos acaba de enviar 3.500 soldados para que refuercen los puntos de interés en Medio Oriente, además de pedirle a todos los ciudadanos norteamericanos que abandonen “inmediatamente” Irak.

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Las alarmas se encendieron en todo el mundo porque es de esperar que Irán responda de alguna manera. El régimen no se caracteriza por mirar de forma pasiva lo que sucede en la región y en el país. En los últimos meses aplastó las protestas que se levantaron en las calles de Teherán dejando centenares de muertos y mantiene una alta influencia en organizaciones armadas como el Hezbolá y Hamas, a las que financia y a las cuales usa como plataforma para enfrentarse a históricos rivales como Israel y Arabia Saudita. En toda esta dinámica, el asesinado Soleimani cumplía un rol fundamental como articulador.

Aunque considera que un conflicto frontal no es “tan probable”, y a pesar de ser “el hecho más significativo en las tensiones entre Estados Unidos e Irán desde el retiro de Trump del Acuerdo Nuclear negociado en la era Obama”, el analista internacional Ariel Levaggi explica para este artículo que muy posiblemente “la situación regional se deteriorará aún más” y estaremos en presencia de “acciones retaliatorias en territorios donde ambos países mantienen tropas y aliados”. En la misma línea es que el Iranian National Security Council advirtió que las respuestas al ataque cubrirán toda la región. “Es inevitable que Irán responda tarde o temprano contra intereses estadounidenses en Medio Oriente: tropas, bases militares, y sus aliados en Israel y Arabia Saudita”, agrega ante #BORDER Bruno Binetti, analista e investigador del Diálogo Interamericano en Washington.

¿Cuáles son los puntos sobre los cuales Irán podría responder con ataques? Principalmente se ubican allí las flotas y bases militares estadounidenses en los países del Golfo Pérsico, en Siria, en Israel, en el Líbano y en cualquiera de las sedes diplomáticas norteamericanas en todos aquellos países. Tal como señala Claudio Fantini, muy posiblemente las primeras respuestas se produzcan en la misma embajada estadounidense en Irak. Es de esperar que todos los avances sean perpetrados por las milicias que financia Irán, o por los grupos chiitas, la rama islámica que responde al régimen iraní y es la histórica rival de los sunnitas, mayoría en los países del Golfo.

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Trump busca fortalecerse de cara a las elecciones presidenciales de noviembre

El ataque de los Estados Unidos fue tan imprevisto como lo son las decisiones de su Presidente. “La experiencia de estos años sugiere que el modus operandi de Trump es aumentar la tensión al máximo para después intentar una gran negociación (como lo hizo con Corea del Norte, el conflicto comercial con China y otros casos). Pero puede que en este caso la escalada ya haya cruzado el punto de no retorno, advierte también Binetti. En el caso de «no retorno», Estados Unidos podría aumentar la presión contra Irán con más sanciones económicas a las que ya le aplica, o bien, atacando milicias pro iraníes en Yemen, Iraq y otros países.

Al mismo tiempo, es posible entender que esta decisión de Trump busca no sólo dar una respuesta al conflicto en Oriente Medio, sino también aumentar su base de seguidores de cara a las elecciones presidenciales de noviembre de este año. “Los Republicanos van a usar el conflicto para justificar su rechazo al impeachment de Trump en el Senado, alegando que no se puede debilitar al comandante en jefe en medio de una crisis de esta magnitud”, repasa Binetti, especialista en cuestiones internas norteamericanas. El presidente norteamericano ha sido muy influenciado por su grupo de asesores más duros -catalogados como “halcones”- y es posible que este haya sido un nuevo triunfo de este sector de la Casa Blanca.

Será cuestión de horas, o tal vez días, para entender y presenciar el derrotero que tomará el conflicto que nació hace ya más de 40 años, pero que parece estar en el punto más crítico en décadas.

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