Fútbol y política: Fernández mira de reojo la interna de AFA y Macri busca influir bajo el paraguas de la FIFA

Tanto el presidente como su antecesor son futboleros. Luego de criticar la organización del fútbol, Fernández se interioriza sobre el andar de la AFA, cuenta con varios dirigentes del fútbol aliados: uno de ellos hasta le regaló ropa de la Selección para los picados en Olivos. Macri cuestiona a la actual administración de Boca y busca despegar desde su función en la millonaria fundación que tiene la casa madre del fútbol en Suiza.
Por: Emiliano Russo

A Alberto Fernández y Mauricio Macri los separa la política y hasta el modo en cómo enfrentar la pandemia. Pero hay algo que los hermana: la pasión por el fútbol y los cuestionamientos al ordenamiento que dio la AFA a los nuevos torneos. Aunque uno tiene como prioridad «poner de pie» al país y el otro reconstruir su poder en torno a Juntos por el Cambio, siguen de cerca el devenir del deporte más popular del país.

Luego de sus críticas a la organización del fútbol, el presidente se informa con interlocutores con la casa madre del fútbol argentino –uno de ellos es Marcelo Achile, prosecretario de la AFA y muy ligado al PJ porteño- y sigue de cerca de qué forma continuarán desarrollándose los campeonatos cuando la emergencia sanitaria lo permita. El ex mandatario, por su parte, mantiene teleconferencias como titular de la Fundación FIFA y mira de reojo a la comisión directiva del club del que supo conducir tantos años: Boca Juniors.

Pero quien volvió a poner en tela de juicio la organización del fútbol fue el presidente Alberto Fernández a pocos meses que fuera confirmado en como mandamás de la AFA Claudio «Chiqui» Tapia a través de una asamblea virtual. En declaraciones a TyC Sports, el jefe de estado dijo que «el fútbol argentino debe replantearse cómo funciona, no está funcionando bien. Voy a hablar como hincha, no como presidente» y, en ese marco, cuestionó que «un día juegan 19 equipos y otro día 30, un día necesitamos que desciendan cuatro y el otro día nadie. Son cosas que uno no entiende, un día si la Superliga no existía se caía todo a pedazos y ahora no existe. Hay algo que está mal».

Detrás de esas críticas se esconden las inquietudes oficiales sobre el manejo de una AFA ya liberada de las huellas macristas que representaban la Superliga. Ahora la Liga Profesional se encuentra bajo el paraguas de la entidad de calle Viamonte, es presidida por un aliado como Marcelo Tinelli -también integrante de la Mesa contra el Hambre- y desde hace tiempo la Casa Rosada no oculta su interés por la próxima renegociación de los derechos de televisación de la Primera División con las grandes cadenas. Se estima que el estado podría ingresar en ese entendimiento con la televisación de al menos 2 partidos.

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Lo cierto es que el presidente también hizo pública una reunión con el exitoso DT de River, Marcelo Gallardo, el mismo que en las últimas horas reclamó al ministerio de Salud que establezca protocolos para el regreso del fútbol porque, de de lo contrario, «la industria de nuestro fútbol va a entrar en un proceso de devaluación total«. Estos pronunciamientos de Alberto Fernández despertaron especulaciones sobre una eventual «intromisión» de la Casa Rosada en vida interna del fútbol argentino, tal como ha ocurrido con anteriores administraciones.

Además del ex titular de San Lorenzo y hoy ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, y el mencionado Tinelli, el presidente tiene al ex titular de AFA y presidente de Argentinos, Luis Segura como uno de sus interlocutores más afines con el mundo del fútbol. Fanático del club de La Paternal, Fernández tiene también como uno de sus operadores en la telaraña del fúbol a un dirigente de bajo perfil pero con peso en AFA: su prosecretario, Marcelo Achile, presidente de Defensores de Belgrano y ex jefe de gabinete en la secretaría de Deportes en la gestión kirchnerista.

Hoy en Casa Rosada admiten que Achile es uno de los hombres de consulta de la primera línea del Ejecutivo cuando se necesita conocer los pormenores del fútbol. De hecho, este dirigente no sólo ha visitado la Casa Rosada sino la Residencia de Olivos: hasta allí llevó dos juegos indumentaria de la Selección Argentina para uno de los primeros picados que disputó el gabinete en la cancha de fútbol en la que hasta unas semanas antes jugaban Macri y sus funcionarios.

Según recuerdan testigos de aquella tarde de diciembre, el buzo de arquero le quedó chico a Fernández pero el jefe de estado igual lo utilizó para jugar en la misma posición que ocupaba en los partidos que organizaba en ese mismo predio el entonces presidente Néstor Kirchner.

Militante del PJ porteño, Achile es muy allegado al secretario general de Presidencia, Julio Vitobello, uno de los más estrechos colaboradores presidenciales. «Alberto me nombró en 2004 en Deportes. Pero no soy interlocutor del gobierno en AFA. Sí hablo mucho con Julio que es mi amigo«, contó a #BORDER y sostuvo que las recientes críticas del jefe de estado a la organización del fútbol argentino «son expresiones de un futbolero». Admitió, con todo, que cuando asiste a Olivos mantiene «charlas futboleras» y de política con varios funcionarios.

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Se mostró crítico con los 4 años «difíciles» del macrismo y el trato que ese gobierno le dio al fútbol con la Superliga, el dinero que «se llevaba» esta entidad y el intento por instaurar las sociedades anónimas en los clubes. «Se vendió el Tiro Federal, se iba a vender los terrenos del Cenard… En AFA recuperamos la institucionalidad, hubo cambios notables y hoy está sólida. Nadie me dijo nada por llevar la bandera de Alberto«, remarcó Achile intentando alejar fantasmas sobre una crisis interna en la entidad de calle Viamonte y sobre la supuesta falta de apoyo político a «Chiqui» Tapia. El titular de la entidad viene recibiendo embates silenciosos y otros un tanto más sonoros, como en el caso de Pablo Moyano, referente de Independiente.

Por su parte, el ex titular de AFA, Luis Segura, ya apareció en una foto oficial al lado del presidente en diciembre pasado cuando dirigentes de Conmebol habían visitado Casa Rosada. Ahora aseguró estar «encuarentenado» y que sólo hizo «4 viajes» desde su residencia en Pilar a la Ciudad por cuestiones laborales. «No escuché las críticas de Alberto pero al otro día nos saludamos por Whatsapp y por eso ni se lo mencioné…Con la situación del país y la preocupación por la pandemia tiene poco tiempo para ocuparse del fútbol«, enfatizó.

No obstante, el ex titular de Argentinos reconoció que el presidente «es futbolero. No he tenido comunicación últimamente y no sé qué piensa hacer pero sabe que estoy a su disposición si me necesita. Por ahora no hay nada«. Sobre la vuelta de la disputa de los campeonatos, opinó que «es muy difícil. Hay que esperar que los especialistas digan cuándo porque si tenés que pararlo a los 15 días por los contagios no tendría sentido».

Mauricio Macri tenía al ex interventor en Racing, Fernando Marín, además funcionario de su administración, como uno de sus enlaces con AFA. Y también al entonces titular de Boca Juniors, Daniel Angelici, claro. Hoy el ex presidente, un futbolero al que le agarró el gusto a la política tras la crisis del 2001, se encuentra involucrado con este deporte por la presidencia que ejerce en la Fundación FIFA, un cargo al que llegó por impulso del suizo Gianni Infantino. Pero también se mantiene informado sobre lo que pasa en el club que presidió durante dos períodos.

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En la intimidad, Macri contó a los pocos dirigentes que lo visitan en su casa alquilada, en Acassuso, que la nueva comisión directiva del club xeneize tiene serios problemas de convivencia. «(Amor) Ameal, (Daniel) Pergolini y (Juan Román) Riquelme no se hablan» y aseguró que el club tiene una deuda de «$500 millones en contingencias» por haber despedido por causas políticas a varios gerentes que venían de la gestión Angelici y se vieron beneficiados por la doble indemnización otorgada por el gobierno de Alberto Fernández.

El ex titular xeneize también expuso su preocupación porque la actual dirigencia de Boca quiere llamar a una asamblea extraordinaria para cambiar el estatuto y, de esa forma, eliminar el requisito que estableció durante su presidencia que obliga a los dirigentes a responder con su patrimonio en caso de una mala administración.

Pero el ex jefe de estado hoy está más vinculado al mundo del fútbol por su cargo en la Fundación FIFA, que le da una «incumbencia global´», según evaluó un colaborador. Aunque no pudo viajar a sus oficinas de Suiza por la implementación de la cuarentena, hace unos días participó de un «Zoom» con autoridades de la entidad y directivos de empresas de software para avanzar en el desarrollo de un programa para las escuelas.

En el entorno del ex presidente, indicaron que la educación es uno de los objetivos de la Fundación más el impulso del deporte y que «tiene una gran caja» no sólo para proyectos educativos sino para invertir en complejos de futbol en distintos países. Hoy esa financiación, no obstante, está frenada por la emergencia por la pandemia. Cuando se libere, seguramente le permitirá seguir haciendo política desde otro lado.

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