Cuatro pasajeros arribaron al aeropuerto de la ciudad japonesa de Haneda el 2 de enero. Ninguno de ellos sabía que eran positivos de Covid-19. Mucho menos que eran portadores de una nueva cepa de coronavirus que no había sido detectada hasta el momento y cuyo país de origen pareciera ser el gigante sudamericano.
Las alarmas se dispararon nuevamente en el mundo cuando el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Japón anunció el domingo que hallaron una nueva variante del Covid-19. Bautizada como B.1.1.248 (B11248), esta nueva cepa fue encontrada en cuatro pasajeros provenientes de Brasil y parece compartir similitudes con las variantes ya conocidas de Gran Bretaña (B117) y Sudáfrica (B1351).
A pesar de que a fines de diciembre investigadores brasileños ya habían detectado una variante del Covid-19 en la ciudad de Rio de Janeiro, esa variante parece no compartir las características que fueron descritas por parte de las autoridades sanitarias japonesas.
De acuerdo a lo explicado por el epidemiólogo recibido en Harvard Eric Feigl-Ding en sus redes sociales, las cepas B11248, B117 y B1351 tienen un componente en común: poseen la mutación llamada N501Y. La misma se cree que es responsable de que las nuevas “versiones” del Covid-19 sean más infecciosas que sus contrapartes originales.
En este sentido, el virólogo e investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en Córdoba, Humberto Debat, usó los casos de la cepa sudafricana y británica para ejemplificar su grado propagación: ambas fueron descubiertas en octubre y para fin de 2020 ya se habían vuelto las variantes predominantes en sus países de origen.
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Además, la variante recientemente detectada en Japón comparte otra similitud con la B1351 sudafricana: ambas poseen la mutación E484K. Esta mutación, de acuerdo a Debat, “está asociada a la disminución de la capacidad de sueros convalecientes y de terapias con ciertos anticuerpos monoclonales para neutralizar el virus”.
Sin embargo, la posibilidad de esta nueva cepa pueda ser capaz de resistir a los pocos tratamientos eficaces que existen contra el Covid-19 no significa que sea necesariamente de esa manera: “No tenemos ningún dato a nivel epidemiológico que nos de algún sustento sobre el contagio o la mortalidad (de la nueva cepa)”, aclaró el virólogo a #BORDER.
“Una cosa es tener marcadores asociados a ciertos comportamientos y otra es lo que surge de una nueva combinación todos juntos. De hecho, lo que surgió con la variante de Reino Unido no fue algo que simplemente emergió de lo que sabíamos de cada una de esas mutaciones, fue algo excepcional que nos sorprendió mucho”, detalló Debat y agregó que los cambios genéticos “tienen que estar complementados” por datos epidemiológicos y experimentos de laboratorio.
No sería la primera vez
A pesar de la preocupación que representan esas mutaciones del Covid-19. Tal como lo explica el virólogo oriundo de Córdoba, la aparición de nuevas variantes virales “es un proceso natural de la evolución de los virus”. El caso del coronavirus no parece ser la excepción.
Como explicó Debat a este medio, del Sars-Cov-2 ya se sabe “de antemano” que de los 30.000 nucleótidos que componen su genoma estos tienen una “tasa de evolución” entre 1 y 2 nucleótidos por mes: “Eso significa que los virus secuenciados en diciembre difieren de los aislados originalmente en Wuhan en unos 24 nucleótidos por promedio. En general tiene que ver con la diversidad natural del virus, no con que el virus se comporte de forma diferente”, tranquilizó el investigador.
Sin embargo, a pesar de que en la mayoría de los casos esas variantes son inofensivas, el riesgo de una nueva cepa aún más contagiosa o con mayor índice de mortalidad sigue latente. Puesto que ante la mayor circulación del virus, mayores posibilidades de que este mute de una manera inesperada.
El caso de la gripe es ilustrativo al respecto. De acuerdo a la patóloga Marta Cohen, si habría que considerar a otro virus haya mutado “tanto o más” que el Covid-19 la respuesta sería el virus de la gripe. En diálogo con #BORDER, la médica explicó que tanto el Covid-19 como el Influenza A son virus ARN, una de cuyas principales características es que “mutan mucho más rápido que los basados en ADN”.
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En base a esta similitud, Cohen citó el caso de la gripe española de 1918. La misma causó en dos años aproximadamente 40 millones de fallecidos en todo el mundo y su origen fue una mutación del virus de la gripe común. Esta no fue la única vez que una mutación del virus Influenza A mutó y causó estragos en el mundo. De la misma manera, la médica citó los casos de la gripe asiática de 1957, la gripe de Hong Kong de 1968 y la gripe porcina de 2009.