Martes 16 de julio de 2013. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la reinauguración del cine Gaumont, felicita a los argentinos que picaron en punta entre los compradores de departamentos en Miami, Estados Unidos. Escuchala.
Irónica, ella aclaró que preferiría París. Pero la verdadera ironía le explota en las manos. Es que, apenas dos meses antes de sus filosos comentarios, un miembro de su propia familia había elegido Miami para comprarse un lujoso departamento, justo en esa demonizada tierra de buitres y vendepatrias para el imaginario kirchnerista.
Y no sólo es un Kirchner. También es un funcionario de su propio gabinete.
Se trata de Carlos Santiago Kirchner, primo del ex presidente Nèstor Kirchner y subsecretario de Coordinación de Obra Pública Federal, desde el 2003 a hoy, siempre bajo la tutela del ministro de Planificaciòn, Julio De Vido.
Con 9,3 millones de pesos en bienes declarados, la del primo Kirchner es una de las fortunas más abultadas del gabinete de CFK. Pero, gracias a la modificación que realizara el Gobierno en la manera de declarar los bienes, Carlos Santiago se da el lujo de omitir ciertas inversiones, como este departamento en Miami. Porque, en rigor, quien hizo la compra, el 9 de mayo del 2013, fue su esposa y socia empresarial, Cecilia Catalina Saade. En la actualidad, los funcionarios no están obligados a informar los bienes de sus cónyuges.
Para la operatoria, Cecilia Saade, ese año, creó una empresa en Miami que llamó K Joro Real Estate Investments. (Sì, Real Estate como ironizaba CFK). La firma tiene un nombre similar a la empresa que Saade y su esposo Kirchner crearon en Río Gallegos: K Sanc SA, una firma que pasó de ser la sociedad que manejaba la vieja pinturería Pinkar del funcionario a transformarse en una sociedad anònima con un capital social que supera los 4 millones de pesos, con el matrimonio como socios.
Hay más. Para crear K Joro Real Estate Investments, la esposa de Carlos Santiago Kirchner se valiò de los servicios de una firma registrada como agente, llamada sugestivamente ARG Corporate Services LLC, que pertenece al estudio dedicado al real estate González & Wermuth PL. Una curiosa casualidad: esos abogados son los mismos que estuvieron vinculados con operaciones del financista K, Ernesto Clarens, según reveló el periodista Daniel Santoro, en el marco de la investigación de la ruta del dinero K.
Con la empresa activada, Saade compró un departamento de dos habitaciones, dos baños, balcón terraza con vista al océano Atlántico y 445 metros cuadrados en el hiperlujoso edificio III, de 29 pisos, del
complejo Oceania, en la exclusiva zona de Sunny Isles Beach, sobre la famosa Collins Avenue y con vista panorámica a la bahía de Dumfoundling. Por esa unidad, la 1135,
Saade pagó 625 mil dólares.
Saade le compró el departamento a un matrimonio de canadienses. #BORDER accedió a los papeles oficiales de la transacción, a través de los abogados y la empresa K JORO, así como la aceptación de la compra por parte del consorcio del edificio.
¿Querés conocer el departamento del primo de Kirchner y su esposa en Miami? Aquí #BORDER te muestra cómo era cuando estaba a la venta.
Construido en 1991, el condominio Oceania III, en el 16485 de Collins Avenue, cuenta con 164 departamentos y todos los lujos imaginables.
- tres ascensores de alta velocidad vidreados, para disfrutar de la panorámica.
- pileta climatizada al aire libre, hot tub, deck de sol y piscina para niños. Con cabañas de estar en la orilla,
opcionales para la compra. - servicio de valet parking, porte cochère, lockers de guarda y almacenamiento individuales, área de bicicletas y estacionamiento de multiniveles techados.
- Lobby con atención 24 horas, con servicio de recepción de correo y encomiendas, y cámaras de vigilancia perimetrales.
- entertainment center con sala de juegos, gimnasio, spa, restaurant, putting green para practicar golf, canchas de raquetball y squashplaya privada con cabañas lounge, servicio de toallas y snackbar.
Acá, un video de una unidad similar a la comprada por Kirchner y esposa, para hacerse la imagen del lujo adquirido.
La ironía de la Presidenta es la contracara de las inversiones de su propia familia. Una contradicción muy de época, resumida en el obsceno lujo del que puede disfrutar un Kirchner, sin sonrojarse, en la demonizada Miami que el kirchnerismo mismo supo construir.