Vale repetirlo una vez más: hasta la irrupción de El amor después del amor de Fito Páez en 1992, el disco más vendido en la historia del rock argentino era Rockas vivas de Miguel Mateos y su grupo Zas. Grabado en vivo durante cinco noches en el Teatro Coliseo de la Capital Federal durante abril de 1985, el álbum daba cuenta de la presentación de Tengo que parar, tercer registro del combo, con dos temas inéditos en estudio y en directo: “Perdiendo el control” y “Mundo feliz”, respectivamente. Rockas… tuvo una particularidad, cuanto menos, extraña: fue un disco en vivo presentado en vivo en una serie de recitales en el Luna Park, con dos momentos apoteóticos: uno con Mateos colgado en un arnés recorriendo la platea del Palacio de los Deportes porteño, y el otro con “Tirá…”, donde los asistentes revoleando sus prendas hacia el cielo, en una imagen que sin exagerar merece el archi gastado calificativo de épico.
El tiempo pasó, lo mismo que Zas, y la figura de Mateos se estableció más en América Latina que en la Argentina, donde es reconocido como El Jefe de Rock en Español, en un paralelo indudable con la figura de Bruce Springsteen. Y de a poco su figura, si bien nunca perdió actualidad y con un grupo de fans irreductible, volvió a tener una importancia relevante: el cover de “Perdiendo el control” por parte de Ariel Minimal (Pez) da cuenra de esto. Y el año 2023 verifica este diagnóstico con la edición de Sinfónico (Sony Music), disco que reproduce su recital para banda y orquesta de febrero de 2022 en el Teatro Colón, y la publicación de El Jefe (El Ateneo), su biografía autorizada, escrita por el periodista Gustavo Bove.
Leé también: Los ojos del rock
Leé también: Ben X, bajo la lupa de un joven autista
Sinfónico abre con “En la cocina, huevos” y el tema es un mini resumen de lo que seguirá a continuación: una fusión de rock y orquesta clásica efectiva, más allá de los prejuicios que se pueda tener ante el formato por algunos resultados fallidos anteriores (no del implicado, vale la pena aclarar); un hit hecho y derecho festejado por el público hasta el paroxismo; y un Mateos que hace de crooner de sí mismo con sus manierismos vocales de hoy y de siempre pero con su registro frondoso e intacto al paso de los años. “Primer vuelo al infinito”, junto con la voz de Antonela Cirilo, es un adelanto de la ópera rock Los Tres Reinos, un proyecto en el que Mateos trabaja hace años, y que dará cuenta de su tempano amor por la música clásica y de su formación académica.
El Jefe, por su lado, cuenta su historia, desde su nacimiento en el barrio porteño de Villa Pueyrredón hasta, justamente, este show en el Colón. Bove, autor de Cerati: Conversaciones íntimas, comenzó a trabajar en la biografía de Mateos en 1995, y con la pandemia aceleró su proceso de escritura. El propio Miguel y su familia accedieron a facilitarle acceso a sus archivos personales, lo que dota al volumen de una documentación de primera fuente, con fotos nunca vistas hasta el momento. El trabajo de Bove se complementa con entrevistas inéditas hasta el momento tanto al implicado como también a distintos músicos que lo secundaron a lo largo de cuarenta años de trayectoria ininterrumpida. Y recuerda datos olvidados, como la producción de Mandando todo a Singapur, disco de María Rosa Yorio grabado en 1982, que incluía una versión de “Por un minuto de amor” de Alejandro Lerner. Detalles que agigantan, desde otro lugar, la historia Miguel Mateos. Ese muchacho que junto a su banda supo ser telonero de Queen en 1981 y que hoy, con varios años más encima, ocupa un lugar único en la historia del rock argentino.
SEGUÍ LEYENDO:
Murió Hersha Parady, la reconocida actriz de La Familia Ingalls
La Plata: diez escuelas fueron vandalizadas con mensajes contra la ESI