Escritora por peso propio: su libro El muro de mármol, publicado en 1945, ganó el Premio Municipal de Literatura de la ciudad de Buenos Aires, y relatos suyos aparecieron en las revistas literarias Sur y Los Anales. Traductora sin igual: su adaptación al castellano de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust es considerada por los expertos en la saga del galo, sin ninguna clase de discusión posible, la mejor de todas. Guionista de cine: escribió junto al director Luis Saslavsky en 1979 El Fausto criollo, film protagonizado por Claudio García Satur, María del Carmen Valenzuela, Pedro Quartucci y Luisa Vehil. Periodista y militante comunista: junto a Andrés Rivera y Juan Gelmán fue parte de la redacción de un matutino del Partido Comunista argentino. Y “novia” de Jorge Luis Borges, relación que quedó retratada para siempre en Borges a contraluz, el libro de nos ocupa. Una enumeración parcial del paso por este planeta de Estela Canto, una figura cuanto menos controvertida para fans y especialistas en los cuentos y ensayos del autor de El Aleph.
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Y la mención a El Aleph no es casual. El relato, en el que se describe ese lugar en la calle Brasil que guardaba un objeto donde se mostraban todos los objetos del mundo, fue dedicado por Borges a Canto, a quien le obsequió el original. En el año 1985 Canto no dudó, y citó a “Georgie” (tal como lo llamaba) en un bar para comunicarle que, cuando él muriera, iba a vender ese manuscrito. “Caramba, ¡si yo fuera un perfecto caballero iría ahora mismo al cuarto de caballeros y, al cabo de unos segundos, se oiría un disparo!”, fue la respuesta de Borges. El manuscrito, de diecinueve páginas, fue subastado, con Borges en vida, en mayo de 1985 en Sotheby’s. Lo compró el Ministerio de Cultura de España, por 25.760 dólares, y hoy se lo puede ver en la Biblioteca Nacional de Madrid.
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Borges a contraluz que, según Ricardo Piglia, es la mejor biografía de Borges, puede ubicarse en un triángulo perfecto al lado del monumental diario de Adolfo Bioy Casares en donde se narra su amistad y Borges: esplendor y derrota de María Ester Vázquez. La diferencia es que Canto no duda, y aún a cuesta de ridiculizarlo, lo saca del pedestal tanto literario como íntimo. Para eso aporta tanto su memoria personal como distintas cartas que Borges le envió y datos hasta el momento inéditos. El estilo es claro, con un abundante contexto socio cultural que no elude una mirada del peronismo alejada de la de Borges y muy influida tanto por su militancia en la izquierda como por el psicoanálisis (Canto se jacta de haber convencido a Borges para que consultara a un terapeuta, hecho que le quitó la timidez y lo convirtió en el hábil conferencista que recorrió el mundo dando cuenta de sus obsesiones).
Borges consumidor de cocaína en sus tiempos de redactor del diario Crítica en los años 30. Una interpretación de La intrusa en donde esa mujer asesinada por los dos hermanos sea una pareja de Borges, y la instigadora Leonor Acevedo, madre del escritor, y en donde también se sugiere una postura gay por parte del escritor. Ninguneo a Elsa Astete, primera esposa de Borges, y adhesión a María Kodama, casada con él en segundas nupcias en el Paraguay, pocos meses antes de su deceso en 1986. Bellísimas descripciones de Adrogué, del “sur de la ciudad” y de Mar del Plata, lugares que compartieron a través de viajes y caminatas. Algunos de los detalles que hacen de la reedición de Borges a contraluz de Estela Canto, descatalogado durante años, un libro indispensable para ahondar en ese universo inagotable que responde al nombre de Jorge Luis Borges.
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