Los principales caciques de la representación trabajadora llevan, en promedio, 25 años al frente de sus gremios. En un momento donde la tensión con el Gobierno va en aumento, Macri anuncia el pago de las deudas por las obras sociales, por más de $ 30 mil millones. ¿Todos contentos?
En busca de la paz sindical, el Gobierno de Mauricio Macri lanzó un plan para acercar posiciones con los principales líderes de la CGT. Y como siempre, el dinero es el lenguaje que mejor entienden los caciques que llevan, en promedio, un cuarto de siglo al frente de sus sindicatos.
Los líderes sindicales vienen reclamando desde el kirchnerismo el pago de una deuda para las obras sociales que conducen. Un monto que asciende a los 30 mil millones de pesos sin actualizar por la inflación. Ya en la primera reunión entre el Presidente y los gordos, el tema fue parte de las negociaciones, y el mandatario se comprometió a solucionarlo.
Fue un primer paso para intentar tener calmados a los sindicalistas, sobre todo en un contexto de alta inflación, recesión y pérdidas de puestos de trabajo. Con siete meses de gestión, agosto se avecinaba como un mes caldeado en la relación entre el Gobierno y los gremios. Este viernes, la CGT tiene previsto reunirse. Se especulaba con que iban a sacar un duro documento y, probablemente, convocar a unas jornadas de protestas. Todo en el marco de la reunificación de las tres centrales sindicales cegetistas, que se concretará el 22 de agosto.
El anuncio de Macri incluye el pago de 2.700 millones de pesos de forma inmediata, sumado a bonos por otros 30.000 millones que deberán quedar en la Argentina y aplicarse a pagar prestaciones de salud o a invertir en infraestructura.
De esta manera, el macrismo apuesta a que la caja mantenga tranquilos a los sindicalistas, algo que en su momento también supo hacer Carlos Menem y que permitió aplicar recetas neoliberales -que generaron un aumento del desempleo- con la vista gorda de gran parte de los eternizados representantes de los trabajadores. Y esos nombres son, en su mayoría, los mismos. Un relevamiento de #BORDER muestra que los principales líderes sindicales llevan, en promedio, 25 años al frente de sus sindicatos.
El caso paradigmático es el de Ramón Baldissani, titular de Foecyt, el gremio de los trabajadores de Correos y empresas de telecomunicaciones. Lleva 53 años como secretario general, en un puesto donde, además de atravesar a diferentes presidentes, tuvo vínculos con la familia Macri (dueña del correo) y con la Junta Militar del 76’.
Lo sigue el gastronómico Luis Barrionuevo. En los 70’ tomó por la fuerza la sede central del gremio (él conducía la sección al San Martín) pero la Justicia lo sacó a las 48 horas. En 1979, la dictadura lo volvió a poner al frente, lugar que fue revalidando desde el retorno de la democracia. Este año ya cumplirá 37 años en el poder, donde dejó frases célebres como “hay que dejar de robar por dos años”. Cercano a Enrique “Coti” Nosiglia y a Carlos Menem, fue uno de los armadores del Pacto de Olivos. Con Macri, volvió a tener llegada a la Casa Rosada, algo que perdió con el kirchnerismo.
El titular del sindicato de peones de taxis, Omar Viviani, ya lleva 33 años en el cargo. Supo ser cercano a Hugo Moyano, pero se distanció cuando el camionero rompió con el kirchnerismo. Terminó siendo uno los principales referentes de los gremialistas K. El otro referente fue Antonio Caló, de la UOM. El metalúrgico es, llamativamente, uno de los más nuevitos: asumió en 2004, hace “apenas” 12 años. En el último período sufrió problemas judiciales, por quedar involucrado en una investigación por supuesto lavado en su unión obrera.
El mismo tiempo que Viviani lleva Amadeo Genta, de los municipales. Cuando Macri asumió como jefe de Gobierno porteño, se le enfrentó duramente, por la intención del ingeniero de hacer un censo entre los trabajadores. Con el pasar de los años, terminó teniendo una buena relación con el líder del PRO.
Los gordos es como se conoce a muchos de los históricos sindicalistas, que se hicieron fuertes durante el menemismo. Ahí están Armando Cavalieri, José Luis Lingieri y Carlos West Ocampo, por ejemplo, que llevan más de 30 años al frente de los trabajadores de su sector.
La familia Moyano, en tanto, ya lleva 29 años conduciendo el gremio de los camioneros, lugar que le permitió a Hugo estar en los primeros planos sindicales en las últimas dos décadas. Primero como referentes del sindicalismo que se opuso a Menem, después como uno de los principales sostenes del kirchnerismo, y luego como el principal responsable de la ruptura de la CGT después de la muerte de Néstor Kirchner. En la última campaña se mostró cercano a Macri, pero empezó a marcar diferencias una vez en el poder. El próximo 22 Hugo Moyano dejará de conducir la CGT, aunque su apellido, a través de sus hijos Pablo (Camioneros) y Facundo (Peajes), seguirá teniendo peso.
Para sucederlo y generar “renovación” se está barajando armar un triunvirato. Dos de ellos, llevan 23 años al frente de sus gremios: son Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento) y el diputado massista Héctor Daer (de la filial Buenos Aires de Sanidad). El tercero en discordia es Carlos Acuña, quien lleva 11 años al frente del gremio que nuclea a los trabajadores de las estaciones de servicio, los estacionamientos y los lavaderos de autos.
El 22 de agosto se definirá el futuro de la CGT. En el medio, Macri está intentando firmar la pipa de la paz y para eso ya decidió apostar a que la caja sirva como prenda de cambio.
