Un drone explotó cerca del edificio de la Embajada de Israel, en el microcentro porteño, lo cual generó alarma ante la posibilidad de que se tratara de un ataque terrorista. No obstante, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, buscó llevar tranquilidad y dijo que se trató de la «imprudencia de un usuario» del aparato.
«Llevamos tranquilidad a la población: se confirmó que no se trató de un ataque, sino de la imprudencia de un usuario particular. La investigación continúa para esclarecer lo sucedido», indicó Bullrich en sus redes sociales.
La funcionaria concurrió a la sede diplomática ubicada en la esquina de Avenida de Mayo y Chacabuco «para analizar la situación, reunirme con el embajador (Eyal) Sela y supervisar las medidas necesarias», detalló. Debido al hecho sucedido a primera hora de la tarde, en las inmediaciones de la Embajada israelí de desplegó un fuerte operativo de la Brigada Antiexplosivos, con cortes de calles.
El drone se encontraba sobrevolando la zona, pero se precipitó a metros de la Embajada debido a una falla que hizo que se prendiera fuego. Pasadas las 14 horas el drone todavía estaba tirado sobre el asfalto y la zona en donde se cayó fue delimitada y restringida con cintas hasta el fin de las tareas.
A principio de año y tras el fallo sobre la AMIA, el Gobierno había decidido reforzar la seguridad tanto en la Embajada de Israel como en otros edificios vinculados a la comunidad judía, como instituciones religiosas y culturales.
La decisión fue luego de conocerse el fallo de la Cámara Federal de Casación Penal que sentenció que el ataque contra la embajada de Israel que ocurrió en marzo de 1992 y la bomba que hizo explotar la sede de la AMIA el 18 de julio de 1994 «respondieron a un designio político y estratégico» de la República Islámica de Irán y ambos atentados fueron ejecutados por la organización terrorista Hezbollah.