El presidente Javier Milei se muestra fortalecido por los logros económicos al cumplir su primer año de gestión, pero en los últimos días la tensión creciente con sus aliados del PRO y con su vicepresidenta Victoria Villarruel encendieron algunas alarmas.
El líder libertario deberá aplacar y controlar la disputa con el ex mandatario Mauricio Macri y con la vice si no quiere ver complicadas las chances electorales de la Libertad Avanza en los comicios legislativos del año próximo.
Milei necesita especialmente que LLA y el PRO vayan juntos en las elecciones del próximo año. Si bien el PRO mide unos 5 o 6 puntos en la provincia de Buenos Aires, esos puntos podrían decretar una derrota de los libertarios contra el peronismo/kirchnerismo, en caso de que el macrismo compita por afuera.
En ese marco, este viernes Macri habló de un «destrato» del Gobierno con su partido y de la chance de que el PRO vaya por su cuenta a las urnas en 2025. Es decir, mandó un claro mensaje al oficialismo y comenzó a tensar al máximo con Milei. Aún falta bastante para la votación, pero ya se perciben arduas las negociaciones entre ambos para que la sangre no llegue al río y finalmente lograr un acuerdo que evite una fragmentación que beneficiaría al kirchnerismo.
Una derrota en la provincia de Buenos Aires traería aparejado un sacudón en los mercados, que podría restarle confianza al Gobierno, lo cual repercutiría negativamente en variables económicas que hoy permanecen «domadas», utilizando el lenguaje libertario.
También Milei debería disminuir los roces con Villarruel, que meten mucho ruido en la situación política e incluso incomodan a gran parte del electorado propio, que tiene una buena imagen de la Vicepresidenta, tal como marcan los sondeos.
Parecía que ambos habían ingresado en un alto en el fuego, con Villarruel dando muestras de convivencia, como haber desfijado de su perfil de X aquel polémico mensaje contra Francia que amenazaba la relación diplomática. Pero el reciente conflicto por el traspaso de mando con la sesión sobre Kueider de fondo recrudeció el conflicto en el binomio presidencial, con Milei acusando a Villarruel de haber presidido la sesión aún sabiendo que debía estar a cargo del Poder Ejecutivo.
Puertas adentro, la comunicación parece estar partida. Por un lado, desde «el triangulo de hierro» afirmaban que la sesión debía ser invalidad, algo que afirmó esta mañana -en un diálogo radial- el mandatario. A su vez, desde otros sectores del Gobierno aseguraban no saber de la existencia de esa idea en Presidencia y apuntaban a continuar el proceso que definió el Senado para con Kueider.
Ante este escenario, el Gobierno tiene el desafío de trabajar en encarrilar estos conflictos, dado que no se puede dar el lujo de que un mal manejo de lo político socave sus aciertos en lo económico, principal pilar del respaldo ciudadano que está logrando.
