El juicio contra Néstor Soto sigue su curso, y se enfrenta a una acusación de "homicidio agravado por alevosía y por violencia de género". Si se confirma su culpabilidad, la pena que podría enfrentar es la prisión perpetua, según el Código Penal.
En este contexto, durante su testimonio, Soto detalló cómo la discusión con Catalina comenzó esa tarde, cuando ella llegó a su departamento en Córdoba. La joven le reprochó que no la hubiera invitado a una reunión con amigos mientras él se preparaba para salir.
El imputado recordó: "Le dije que me iba a cambiar de ropa y me respondió: ‘Dale, culiado, encima de que no me invitás, ¿te tengo que esperar?’". La tensión escaló rápidamente, y Soto reaccionó de manera agresiva. "Le contesté mal, me enojé y le dije: ‘Tomatela’", agregó.
Según su relato, Catalina le respondió con una cachetada: "Me dijo: ‘Nesti, no podés ser tan pelotudo’". A partir de ahí, la situación se tornó violenta. "Reaccioné con un golpe y le dije: ‘Cati, me fui a la mierda, perdón’. Ella me pegó y me agarró de la remera, terminamos los dos en el piso peleando".
Fue entonces cuando aplicó una maniobra de estrangulamiento. "Ella estaba en el piso y me tocó el cuello. Era una práctica que hacíamos antes. Me apretó fuerte la nuez y ahí se me apagó la tele".
En sus propias palabras, esto fue el comienzo de su "explosión", y detalló: "Le agarro las manos, se las zafo y hago la maniobra del mataleón. Lo hice fuerte y lo dejé de hacer. No es que me cayó la ficha. En ningún momento paró ese estado de emoción".
Después de darse cuenta de que la joven estaba muerta, Soto intentó prenderse fuego junto al cadáver, pero no lo logró. "Se me pasó por la cabeza matarme, agarrar el auto y chocar. Vi el alcohol arriba de la heladera y pensé: ‘Me prendo fuego acá en el departamento’", dijo, revelando su estado de desesperación.
Su intento fallido de suicidio lo llevó a tomar otra decisión, trasladar el cuerpo de Catalina. Subió el cadáver al Renault Clio de ella y condujo hasta un descampado en el barrio Ampliación Kennedy. "Frené en un lugar, no quería manejar más, me quería matar".
En el lugar, intentó nuevamente prenderse fuego, pero no pudo: "El fuego avanzaba despacito y me di cuenta de que no tenía el coraje para seguir". Soto también relató cómo, al día siguiente, intentó ocultar su culpabilidad. En la comisaría, abrazó a la madre de Catalina, quien se acercó a él para brindarle consuelo.
En esa línea, explicó: "Se me acercó y me abrazó como consolándome a mí, y a mí me daba asco, si yo lo hice. Me estaban tratando así y me daba asco, me sentía sucio".
Durante el relato, se reveló que los padres de Catalina no pudieron mirar a Soto a los ojos. "Perdón por no haber tenido los huevos en el momento de decir que maté a una persona".
También reconoció que continuó mintiendo incluso cuando vio a la familia de la víctima en la comisaría: "Cuando llegué, vi a su papá, mamá y hermana, y dije: ‘Ni en pedo hablo acá’".
Soto se quebró emocionalmente cuando la policía lo buscó para declarar. "No aguanté más, exploté llorando y dije: ‘Me arruiné la vida, señor, me arruiné la vida’", relató. Además, pidió ver a Marcelo, el padre de Catalina, asegurando que lo buscaba para "que me mate, para que me tire al piso".