Con una contracumbre con presidencia honoraria y testimonial de Milagro Sala, todas las organizaciones simpatizantes del kirchnerismo (y muchas más) tratarán de robarle el protagonismo al Presidente y denunciar “el neoliberalismo que avanza en la región». La ayudita de Evo Morales y el problema de los inefables vallados de seguridad.

Esta semana se realiza, en Mendoza, la Cumbre de Presidentes del Mercosur, un encuentro donde, cada seis meses, el país que detenta la presidencia pro tempore (o temporaria) de ese bloque regional le pasa ese cargo a otro socio, se analizan los avances de los seis meses que se van y la agenda de los seis que vienen.

Por primera vez desde que llegó al poder, esta vez Mauricio Macri es el anfitrión, y el kirchnerismo y sus aliados van a hacer lo imposible por quedarse con el protagonismo, denostarlo y arrebatarle ese lucimiento.

Para eso pusieron en marcha una contracumbre, a la que bautizaron “Cumbre de los Pueblos”, que según dice la convocatoria, se hace “en defensa de los progresos democráticos, los gobiernos populares y contra el neoliberalismo”.

Será este jueves en una de las sedes de la Universidad de Cuyo ubicada en el centro mendocino, mientras los cancilleres del Mercosur, países asociados e invitados especiales estén debatiendo en el Hotel Intercontinental, a unos pocos kilómetros de ahí. También será un día antes de que lleguen los presidentes, que el viernes serán recibidos por Macri, entre los que ya confirmaron asistencia el brasileño Michel Temer, la chilena Michelle Bachelet y el boliviano Evo Morales, estos dos últimos países asociados.

También se espera que estén los mandatarios de Paraguay y Uruguay, los otros estados parte del bloque aduanero, junto con Brasil y Argentina, ya que Venezuela está suspendida desde que, por unanimidad, sus socios le exigieron condiciones democráticas que no cumplió.

Justamente, en el documento convocante a la contracumbre, al que #BORDER tuvo acceso, se festeja la “imposibilidad ostensible de los golpistas venezolanos para derribar al gobierno del presidente Maduro”, en una clara muestra de para qué lado soplará el viento en ese rincón mendocino.

“Evo Morales nos prometió que va a llevar nuestro documento final al resto de los presidentes, para que escuchen nuestro reclamo. Es al único al que le tenemos confianza”, dijo a #BORDER Ariel Basteiro, ex embajador K en Bolivia y que actualmente integra el área internacional de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). De ser así, será curioso ver cómo el presidente boliviano se balancea entre acercar las peticiones de la agenda paralela, mientras propicia acelerar el proceso de adhesión de su país como miembro pleno del Mercosur, su objetivo oficial.

La CTA está entre los convocantes al encuentro, junto con Suteba (bajo la conducción de Roberto Baradel), ATE, CONADU, y una larga lista de gremios afines al kirchnerismo, el bloque de diputados del Parlasur del Frente para la Victoria, varios movimientos y agrupaciones estudiantes, indígenas, organismos de derechos humanos, el CELS, Carta Abierta y el movimiento Tupac Amaru, que lidera Milagro Sala, entre muchos otros de un largo listado que incluye a más de cien organizaciones vernáculas y de la región.

Justamente Sala será la presidenta honoraria de la contracumbre, un cargo que ejercerá en ausencia, porque sigue detenida en Jujuy acusada de defraudación a la administración pública, entre otros delitos.

La costumbre de la contracumbre no es nueva, nació con el kirchnerismo y el Gobierno actual pretendió matarla junto con él, pero les pasó como en aquellos versos célebres: «Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud». Bastó que el macrismo la suspendiera como parte de la agenda social de la cumbre oficial para que decidieran hacerla igual, en paralelo, y esta vez contestataria en serio.

Desde 2005 el kirchnerismo habilitó una contracumbre, que aquel año debutó con la consigna del “No al ALCA”. Aquella recordada movida en rechazo a la presencia del entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en la Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, y que llegó a contar con un tren de pasajeros ilustres como Diego Maradona, el periodista Miguel Bonasso o el cineasta Emir Kusturica.

Desde entonces, la cumbre social, como se la conocía, se desarrollaba los mismos días que la de Presidentes, muchos de ellos la financiaban y hasta enviaban a funcionarios que también asistían a las reuniones oficiales. Pero esos buenos tiempos para el colectivo militante se acabaron. “La suspendió Macri, seguramente con el aval de Brasil y Paraguay”, consideró Basteiro, una de las caras de la organización en paralelo, quien agregó que la hacen de todos modos porque “no depende de la decisión de un gobierno, sino del pueblo”.

Más claro todavía es el documento convocante, que en su diagnóstico dice que “la derecha avanza, apoyada por los representantes del neocolonialismo y necesita, como elemento inseparable de su objetivo de dominación, destruir los procesos populares que se produjeron en los últimos años”. Entre ellos menciona al gobierno de los Kirchner; el de Lula y Dilma Roussef, en Brasil; el de Lenin Moreno, en Ecuador; el de Nicolás Maduro, en Venezuela y el de Evo Morales, en Bolivia. Para algunos dirigentes, como el kirchnerista porteño Damián Rilo, se combate directamente un “nuevo Plan Cóndor”.

«C/unidad y poder continental vamos a poder enfrentar el nuevo Plan Cóndor en nstro continente» saludo de @RiloDamian #CumbredelosPueblos pic.twitter.com/xL6g1Z0h8x

— Partido SI (@Si_Partido) July 19, 2017

Pero no todas son rosas en el camino que la contracumbre, que promete hacer ruido, aunque desde lejos. Atentos a los escraches frecuentes y a tono con las medidas de seguridad que vieron en el Primer Mundo -en especial tras los incidentes en la Cumbre del G-20 en Hamburgo- los organizadores oficiales dispusieron un riguroso operativo de seguridad. Lo más impresionante será un sistema de vallados progresivos que habrá que atravesar, con credencial mediante, para llegar al hotel donde se reunirán los presidentes del Mercosur.

El Gobierno, además, dispuso el traslado a Mendoza de 300 agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Y la gobernación mendocina ya destinó otros 900 de la policía provincial para el evento.

“El vallado más cerca está a 5 kilómetros. Parece una cumbre clandestina, se esconden del pueblo y de los movimientos sociales”  dijo contrariado Basteiro, para explicar que la protesta deberá ser puertas adentro.