El Papa Francisco no solo transformó la Iglesia durante su pontificado, sino que también dejó su huella en uno de los rituales más solemnes del Vaticano: su propio funeral.
A fines de 2023, con su salud ya deteriorada, el pontífice argentino conversó con la periodista mexicana Valentina Alazraki y reveló un deseo inusual, ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, y no en la tradicional Basílica de San Pedro. “Ya está preparado el lugar”, confesó en esa entrevista, expresando su profunda devoción por la Virgen Salus Populi Romani.
En esa línea, el 20 de noviembre de 2024, el Vaticano publicó una versión revisada del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis el manual que regula los funerales papales ajustada por deseo del propio Francisco.
La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas adaptó este nuevo protocolo a la Constitución Prædicate Evangelium de 2022, con el objetivo de simplificar las ceremonias y eliminar elementos excesivamente pomposos.
Entre los cambios más relevantes, se decidió que la constatación de la muerte se realice en la capilla privada y no en su habitación. Además, el cuerpo será expuesto directamente a los fieles en la Basílica de San Pedro, pero dentro de un ataúd abierto y sin el tradicional catafalco ni los tres féretros de ciprés, plomo y roble. En su lugar, se usará un simple ataúd de madera.
El ritual también contempla la posibilidad de una inhumación fuera de San Pedro, tal como expresó Francisco, lo que significaría una ruptura histórica con siglos de tradición papal.
El arzobispo Diego Ravelli, encargado de las Celebraciones Litúrgicas, explicó que esta renovación busca destacar que el funeral de un Papa debe ser el de “un pastor y discípulo de Cristo, no el de un poderoso del mundo”.