La idea no es proponer los spots obvios, sino descubrir esos puntos secretos que vale la pena visitar, entre el mar y el morro. Un recorrido turístico por sitios no tan conocidos de la Cidade Maravilhosa. El circuito de Tom Jobim, el chef argentino, el comunista que sienta los músicos y cómo ver el Cristo del Corcovado desde otro lugar.
Ex capital del Brasil, Río de Janeiro es una megápolis que nada tiene que envidiarle a cualquier ciudad del mundo, y que tiene dos cuestiones que la hacen sumar a favor para que los turistas se decidan a visitarla en cualquier momento del año: el clima y el mar. Acá va, entonces, un ranking arbitrario de lugares que son dignos de visitar para todo aquel que decida pasar unos días por este destino, y que no son de los más destacados dentro de las guías turísticas.
1- Circuito Tom Jobim
Así como Mi Buenos Aires querido es la canción de Gardel y Lepera que más representa el sentir porteño, Garota de Ipanema de Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim es su equivalente carioca. Y Rio le supo rendir homenaje a Jobim de forma oficial, rebautizando al Aeropuerto Internacional El Galeao con su nombre. Pero, más allá de la obligada visita al Bar Garota de Ipanema (donde, al ver ambos pasar a Heloisa Eneida Menezes Paes, les surgió la inspiración para componer la inmortal canción), hay otros dos sitios que conservan el aura del compositor.
Uno es la Posada y Hostel Bonita Ipanema, situada en la casa en la que vivió Jobim entre 1962 y 1965. Y otro es el apartado que posee dentro del Jardín Botánico de la ciudad. Jobim solía ir al lugar en busca de inspiración, y dentro del lugar hay dos lugares que recuerdan su figura: un bellísimo teatro y una esquina dentro del inmenso parque bautizada en su honor. La estatua que lo recuerda, en Arpoador, bien puede ser la frutilla del postre de este recorrido en homenaje al viejo Tom.
2- Bar Zig Zag
Los “lanchonetes” son los equivalentes cariocas a nuestros viejos bares regenteados por españoles, en donde se comía y bebía buena comida de fonda a buen precio. Y el Zig Zag, en Ipanema, es un buen ejemplo de esta tradición que Rio mantiene. Lo que lo hace imbatible es la esquina donde está ubicado y su vereda sin sol, sumado a una atención amabilísima y platos abundantes. Hablar de la temperatura de la cerveza es injusto para sus competidores: en el Zig Zag, como en cualquier lugar de Rio y del Brasil, es imposible beber una birra que no esté helada.
3- Parque Lage
A unas cuadras del Botánico se encuentra este lugar: una vieja estancia del Siglo XIX que desde los años 50 es Patrimonio Histórico de la ciudad. En el Parque Lage funciona la Escuela de Artes Visuales de Rio, y es muy usual ver a los jóvenes estudiantes realizando su faena mientras los turistas recorren el lugar. En el patio de la casa, con una piscina como escenografía, funciona el Bar Lage: regenteado por el chef argentino Adrián Gómez posee una carta deliciosa, y es habitual que se escuche a Piazzolla o a Spinetta mientras se saborea una hamburguesa. Y dentro del parque propiamente dicho, entre palmeras y unas cincuenta hectáreas selváticas, hay un acuario, una gruta, una diminuta cascada y se puede ver al Cristo del Corcovado desde una perspectiva que no es la habitual. La entrada es libre y gratuita.
4- Cine Santa Teresa
Visitar el barrio de Santa Teresa es como retrotraerse en el tiempo: un equivalente a nuestro San Telmo por sus aires bohemios y coloniales, pero con arquitectura portuguesa y subidas y bajadas no aptas para aquellos que no tienen un buen estado físico. A Santa Teresa se llega en tranvía (“bondinho”) desde Lapa, y en la última parada, a metros del Bar do Mineiro (uno de los lugares favoritos de Mick Jagger, que suele comer ahí cuando visita a su hijo brasileño) está el Cine de Santa Teresa: un lugar que cualquier persona amante del séptimo arte sueña con regentear. Una sala pequeña, una programación que elude a Hollywood para centrarse en el cine de vanguardia, una tienda de souvenires que invita a la compra tan solo para que un lugar así no desaparezca, un páramo que únicamente puede existir en un vecindario sin actividad bancaria como es Santa Teresa. 5- Bar Bip Bip
El Bip Bip: desde 1968, samba y Bossa en El Bar de Roberto carioca. Una publicación compartida por @pablo.strozza el
El Bip Bip es un bar ubicado en Copacabana, que abre sus puertas todos los días desde las 19 horas, con una programación musical en vivo que varía según el día: lunes hay samba; los martes, choros; los miércoles y viernes, bossa nova; los jueves y sábados son los días libres, y los domingos, ronda de sambas, todo sin amplificación. Pero hay muchas cuestiones que lo hacen encantador. Lo primero es que las mesas están reservadas para los músicos: los espectadores se ubican de pie en la vereda. Lo segundo es la ausencia de aplausos al finalizar la ejecución: los asistentes deben chasquear los dedos, para no molestar a los vecinos. Y lo tercero y fundamental es su dueño, el inigualable Alfredo Melo. Comunista de los de antes (las fotos con el Pepe Mujica y la hermana del Che Guevara así lo atestiguan), cascarrabias profesional, sensible como pocos, solidario con sus vecinos, cuando uno quiere una cerveza solo tiene que ir a la heladera, servírsela e informarle: Alfredo tomará nota de tu nombre y lo anotará en una hoja de papel. Y cuando uno se quiera ir, solo bastará con decirle el nombre para pagar. El 13 de diciembre de 2018 el Bip Bip, bar notable de la ciudad, cumplirá cincuenta años: una buena excusa para planificar un viaje a la ciudad y festejar como es debido allí.
