Género delincuencial: ¿Por qué generan furor las series sobre la vida de delincuentes y marginales?

“El Marginal”, es una de las ficciones sucesos del año: creada en 2016 por Underground, con guiones de Adrián Caetano , dirección de Luis Ortega, producción de Sebastián Ortega y filmada en la ex cárcel de Caseros ubicada en el barrio de Parque Patricios, actualmente va por su tercer temporada. Cuál es el secreto de esta genial serie que triunfa en la Argentina y el mundo?
Por: Gonzalo Sabatini

Gracias a la proyección internacional que adquirió en distintos países de América, Europa e incluso países como Turquía, Rusia y los Emiratos Árabes Unidos, desde que logró un acuerdo comercial para transmitir en Netflix, se transformó en una marca registrada y sus creadores decidieron reajustar el abordaje de la trama para realizar las sucesivas temporadas y se encontraron con la clave: volver el tiempo atrás, a través de precuelas donde entonces la cárcel pasó a ser la protagonista por sobre la trama a contar, abriendo el abanico de historias que se desarrollarían.

Pero la pregunta del millón sería: ¿Por qué genera fascinación en la audiencia? Una temática que, según la gran mayoría de la sociedad, se repudia como el principal flagelo.

“Las historias de cárcel siempre atraparon al público porque permiten ver algo que es ajeno, lo que está prohibido y construye un imaginario de cómo debe ser vivir esa realidad, que nunca deseamos se vuelva propia. También se percibe una identificación con los personajes, más allá de la clase social, que pueden ser encasillados en los diferentes estereotipos de personalidades según como sienten y como se manejan frente a ciertas situaciones o condiciones. Y eso atraviesa a todas las personas, sin distinción de clase ni de bandera política”, según Alejandro Ciancio (director de “El Marginal”).

“Si se analiza la atracción del público en ver una serie de estas características es principalmente el morbo de conocer un mundo paralelo que funciona con códigos similares al nuestro, pero que para comprenderlo se necesita una mirada nueva, o más bien antropológica, que ahonde un poco sobre sus causas y saber cuáles son las razones por las que esas cosas ocurren, ya que nadie elige ser pobre, como también nadie elige ser delicuente, y a su vez, hay una sociedad cuasi fascista que está empeñada en que la cárcel sea un lugar de castigo y humillación, y no un lugar de reforma o de contención. Mientras haya una sociedad que piensa así, vamos a tener este tipo de cárceles.”, dice Adrián Caetano guionista de “El Marginal”.

El guión también jugó un rol clave para contar la historia, que es una mezcla de jerga carcelaria, lunfardo argentino, el modo de hablar callejero, las expresiones populares, los dichos, los refranes, lenguaje soez sumado a condimentos de sarcasmo, frases irónicas y humor negro.

Su carácter distintivo es mostrar de una manera inédita una realidad que enmascara el entramado de corrupción entre presos, policías, abogados, jueces y el responsable del penal que ponen al sistema penitenciario al servicio del crimen organizado y sus negocios turbios; como las disputas de zonas liberadas entre pandillas, las apuestas de peleas, el tráfico de personas, la producción y distribución de drogas, los sobornos a autoridades, los secuestros express para el cobro de rescates, las salidas transitorias de algunos reclusos para robar, los pagos de millonarias fianzas a cambio de excarcelaciones, entre otros), musicalizado con una rítmica de cumbia villera, un lenguaje musical que explotó al calor de la crisis política, económica y social que sufrió nuestro país a finales de los 90, con sus letras dedicadas a la cultura de la calle, la vida en las villas, y la delincuencia como método de subsistencia para las clases más desfavorecidas. Entre las canciones más resonantes que musicalizan se destacan los grupos musicales precursores como: Damas Gratis, Los Palmeras, Los Gedes y Yerba Brava.

Lo primero que aparece en la pantalla es la conocida advertencia que aclara que se trata de una ficción y que “todo parecido con la realidad es mera coincidencia”. Sin embargo, la recreación de los códigos carcelarios como el sistema jerárquico que se establece entre los presos, el hacinamiento de los reclusos y la jerga de los personajes responde a algo muy argentino y, por eso, empatizan con el espectador.

Y si bien sabemos que se trata de una ficción que responde a todos los rasgos de las ficciones carcelarias del mundo (como Prison break, Vis a vis, Orange is the new black, Oz, entre otras), el giro local hace que quienes nunca pisaron una cárcel construyan su imaginario de cómo son a partir de lo que la pantalla les muestra.

En términos generales los protagonistas de las grandes historias no se destacan por cumplir las reglas, sino por el contrario, trascienden aquellos personajes que se animan a correr los límites, que viven escapando de la policía y con la adrenalina propia de quien se juega la libertad con cada decisión, llegando a convirtirse en una especie de leyenda viviente, que encuentran en la ficción el vehículo ideal para contar sus hazañas.

Su antecedente televisivo en la temática fue «Tumberos» rodada en el año 2002, que se convirtió en la pionera de las series locales sobre la vida en la cárcel.

Pero los ladrones famosos de la historia argentina reciente también llaman la atención de la audiencia por fuera de la TV. En el cine se está rodando la vida del mítico ladrón, Luis «El Gordo» Valor que, en los ’90, comandaba la Superbanda y es conocido por su huida de Devoto colgado de una sábana. Y también la historia del «Robo del siglo», el asalto al Banco Río de Acassuso realizado en el 2006 que fue calificado como un robo perfecto. Uno de sus protagonistas fue Luis Vitette Sellanes. Ambos ya entraron en la categoría de «famosos» puesto que van por la calle y le piden autógrafos.

 

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