*Artículo publicado en Página/12 por Sofía Caram
Una voz urgente pide ser escuchada en medio del aislamiento social obligatorio. Son cientos de miles de niños y niñas con autismo a quienes, en su mayoría, el encierro prolongado les agrava su condición. Una resolución los había autorizado a salir de sus casas dos horas por día, pero luego se dio marcha atrás con la medida. La Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes analiza plantearle al Gobierno Nacional la posibilidad de flexibilizar el confinamiento en estos casos.
En las redes sociales se multiplican mensajes desesperados que dan cuenta de las situaciones generadas por el aislamiento en estos casos: “Una mamá de un pacientito me escribió diciendo que su hijo con autismo estaba muy agresivo por el encierro”; “Tengo un primo autista y no podemos tenerlo encerrado. Lo llevamos a la casa de una tía que tiene animales de granja. Eso lo tranquiliza”; “Mi hermanito necesita salir un ratito a la calle. Para poder tranquilizarlo en esta situación de stress”.
Se trata de más de 400 mil personas en todo el país. Una población invisibilizada en general y que en tiempos de pandemia quedó por fuera del radar de las políticas públicas y las noticias. Por eso, mamás y papás de chicos con autismo piden poder salir a la calle, tomando todos los recaudos que la situación sanitaria amerita.
Mientras tanto, algunos llevan a sus hijos a caminar unas cuadras a pesar de la prohibición y lo hacen con un pañuelo azul, el color que identifica a quienes tienen trastornos del espectro autista, como pulsera, para evitar que la gente o las fuerzas de seguridad los amedrenten. «Hola amigos, si ven a personas caminando con un pañuelo o cinta azul, son personas con autismo. Necesitan caminar para tranquilizarse. Por eso, no les griten y menos les toquen bocina. Estar encerrados mucho tiempo les hace muy mal”, explicó vía Twitter Gastón, padre de un niño con TEA.
Marcha atrás
La Agencia Nacional de Discapacidad había autorizado a personas con “discapacidad mental, cognitiva y psicosocial, que tienen alteraciones conductuales, tales como personas con diagnóstico de espectro autista” a salir dos horas por día para evitar que el aislamiento agravara su situación. Sin embargo, a las pocas horas la misma Agencia dio marcha atrás con la resolución aduciendo que las excepciones solo pueden ser especificadas por el Ministerio de Salud y Jefatura de Gabinete.
La anulación de la medida dejó al desnudo las diferentes opiniones que hay dentro del organismo por los riesgos de incrementar la circulación del virus. Ahora, ante los numerosos reclamos, la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes a cargo de Marisa Graham, analiza plantearle a las autoridades sanitarias la posibilidad de flexibilizar el confinamiento para estos casos.
Un fallo judicial
Mientras tanto, un fallo de la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires autorizó a una familia a que lleve a su niño de once años a caminar una vez por día. El juez Aurelio Ammirato hizo lugar a una medida cautelar tras escuchar a la psiquiatra del chico, quien afirmó que la medicación y las caminatas son lo único que lo regula y evita que se dañe a sí mismo o a su entorno.
La profesional advirtió vía teleconferencia que la hermana del niño, de 7 años de edad, podría sufrir agresiones. En su resolución, el magistrado adviritó que de no permitir las salidas periódicas “tanto el menor como su familia enfrentarían un riesgo concreto e inmediato para su salud e integridad física”. El juez dispuso que el Gobierno porteño le otorgue un permiso para circular y estableció que podrá hacerlo en un radio determinado, con un adulto responsable y manteniendo 2 metros de distancia con otros personas.
Cobertura de tratamientos
Además de la situación de encierro, las familias de niños y niñas autistas deben enfrentrar la negativa de las prepagas a cubrir los tratamientos que ahora deben llevarse a cabo por medios electrónicos. Asistencias como la musicoterapia, por ejemplo, son fundamentales en los casos de TEA, por lo que habitualmente están incorporados a los planes de medicina privada.
Sin embargo, en medio de la crisis por la pandemia, las empresas se niegan a cumplir con los pagos de los servicios que hoy deben realizarse a distancia. La Defensoría a cargo de Marisa Grahan puso el acento en esta situación y encabeza los reclamos ante las compañías, por entender que se trata de tratamientos esenciales.