El futuro alemán: ¿con o sin Merkel?

Por Octavio Negri | La influyente canciller alemana había anunciado que dejaría su cargo en las próximas elecciones, pero la falta de sucesor y la alta imagen positiva que la crisis del Covid-19 le está dejando hizo que repiensa su decisión. Políticas acertadas contra el coronavirus y un fuerte liderazgo interno.
El futuro alemán: ¿con o sin Merkel?
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Por: Política Avanzada

Hay un antes y un después de Angela Dorothea Merkel tanto en Alemania como en la Unión Europea: su gran influencia en la Unión Europea genera incertidumbre sobre quién ocupará ese liderazgo vacante una vez que ella deje el cargo, si eso finalmente termina sucediendo en un futuro próximo.

La pandemia que ha generado la propagación del COVID-19 a nivel mundial interfirió profundamente en las esferas económicas y sanitarias de todos los países del mundo. Pero también generó un fuerte temblor en la política, que también se ha visto afectada por esta crisis. Tal es el caso de Polonia, por ejemplo, donde la oposición denunció que realizar elecciones en este contexto, por correo y con una escasa campaña electoral, podrían generar las condiciones propicias para un “Golpe de Estado”  y favorecer la perpetuación del oficialismo, liderado por Andrzej Duda, en el gobierno.

Si bien en Alemania no se ha visto afectado el sistema político de manera tan extrema (al no haber pautadas elecciones de alcance nacional durante el 2020), sí es verdad que ha tenido consecuencias hacia el interior de los partidos, especialmente en la Unión Demócrata Cristiana de Alemania, el partido que gobierna desde 2005. Esto se debe a que la pandemia dejó en un segundo plano la decisión sobre quién será el referente del partido en el futuro próximo.

El mandato de la canciller Angela Merkel llegaría a su fin en 2021. Ella misma anunció que no se presentará a la presidencia de su partido y que la actual legislatura será su última al frente del Gobierno alemán. Su decisión fue tomada luego de contemplar derrotas en elecciones regionales del país y al revisar la tendencia positiva que reviste a los partidos más nuevos (El AFD, Alternativa por Alemania, la extrema derecha, o Los Verdes, el partido ecologista) en detrimento de las fuerzas políticas tradicionales como la Unión Demócrata Cristiana o el Partido Socialdemócrata (en 2017 hizo su peor elección desde 1949). Si bien la Unión Cristiana triunfó en las elecciones federales de 2017 con alrededor del 30% de los votos, su votación había disminuido en 8 puntos, confirmando la tendencia.

La idea era callar las voces críticas dentro del propio partido y tratar de recuperar a los votantes que han desertado en favor de opciones extremistas. La dispersión de los electores se manifiesta en la estructura multipartidista que tiene el sistema político alemán. Actualmente, el Bundestag -el Congreso germano- está conformado por 200 diputados de la Unión Demócrata Cristiana, 152 del Partido Socialdemócrata, 89 de Alternativa por Alemania, 80 del Partido Democrático Libre, 69 del Partido de Izquierda y 67 de Los Verdes.

Es en este contexto en el que la Unión Demócrata Cristiana de Alemania entró en crisis cuando en febrero de este año la presidenta del partido y candidata para ocupar el puesto de canciller como sucesora de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, renunció a la postulación y a la presidencia de esa fuerza política.

El detonante de su renuncia fue que el gobernador de Turingia -un importante estado alemán- haya sido elegido gracias a una alianza electoral, realizada a nivel regional, entre la Unión Demócrata Cristiana (su partido) y Alternativa por Alemania (situado entre la derecha y la extrema derecha). Esto generó un impacto político tan grande que la terminó llevando a bajar su postulación. La elección interna para seleccionar a una persona que cumpla el rol, al mismo tiempo, de presidente del partido y candidato a canciller debería haberse realizado el 25 de abril, pero ha sido pospuesta hasta nuevo aviso por la crisis global e interna generada por la pandemia.

Es, justamente, esta crisis la que podría ofrecer una solución para clarificar el futuro político alemán. Debido a su capacidad de liderazgo y manejo en esta situación turbulenta, la figura de Angela Merkel se ha visto inundada de elogios internos y externos. Sus políticas efectivas para evitar una caída económica, sin proclamar un confinamiento total y, al mismo tiempo, aplanar la curva de contagios, le han provisto de un nivel de popularidad del que no gozaba hacía mucho tiempo. Una encuesta realizada por la cadena televisiva ZDF señala que el 90% de los encuestados piensa que el gobierno manejó bien la crisis.

Su caudal de liderazgo se forjó sobre un elemento que fue central durante sus 15 años al frente del Gobierno: el fortalecimiento del sistema sanitario. Al inicio de la pandemia Alemania contaba con casi el doble de camas en cuidados intensivos que el resto de los países de la Unión Europa, y también más que Estados Unidos. El sistema germano contaba con 33 camas por cada 100.000 habitantes mientras que Bélgica, su inmediato perseguidor europeo, tenía 17. Además, estas unidades no estaban concentradas en los grandes centros urbanos, sino que la distribución estaba organizada de manera tal que todos los distritos del país tuviesen acceso a salsas con terapias intensivas.

A diferencia del resto del mundo, Alemania corrió por delante del Covid-19, no por detrás. Fueron años de inversión y de aumentos en el presupuesto destinado a la Salud. En los últimos años, y en medio de crecientes crisis fiscales en gran parte de Europa, los dirigentes opositores hacían eco del elevado presupuesto, denunciaban que estaba «sobre ejecutado» y que el Gobierno alemán podría recortar en aquellas partidas. Merkel hizo oídos sordos. No se equivocó: Alemania nunca tuvo el sistema saturado y nunca le faltó respiradores.

Ahora bien, ¿podría esta nueva imagen positiva hacerle repensar su decisión de no presentarse como candidata para canciller de Alemania en las elecciones federales de 2021? Según un sondeo realizado por el instituto demoscópico Forsa, entre el 4 y el 8 de mayo, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel posee actualmente casi un 40% de intención de voto, lo que la dejaría en una posición muy sólida para estar a cargo de un quinto mandato, si así lo decidiera.

Lo cierto es que esta opción ronda ya en las cabezas alemanas, a pesar de  que la actual canciller no se ha expedido aún sobre el tema. “No puedo negar que últimamente he escuchado este pensamiento con frecuencia”,  Horst Seehofer, Ministro de Interior de Alemania, sobre una posible nueva postulación de Merkel a la jefatura de Gobierno. Los periódicos titulan “Merkel ha vuelto” en alusión a la resurrección de la figura política de la mandataria. Veremos en el futuro próximo que deparará el destino de la líder política, y si seguirá ligada o no a la figura de Jefe de Gobierno de la República Federal de Alemania.

La última semana se mostró junto con el presidente francés Emmanuel Macron al frente de una iniciativa para aportar créditos por hasta 500.000 millones de euros en total a los países más afectados en Europa. Fue más que una propuesta económica, significó una fuerte imagen política. Así como ocurrió en la crisis de 2008, Angela Merkel, la mujer que más poder logró acumular en el mundo en los últimos años, vuelve a ponerse al frente de una histórica recuperación.

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