Villa Epecuén, historia de la ciudad en ruinas donde tocará la banda del Indio Solari

El cantante organizó un show por streaming para los damnificados por los incendios en la Comarca Andina. Tendrá la particularidad que será en un pueblo fantasma, arrasado por una inundación en 1985. La historia de Villa Epecuén, el habitante que no se quiso ir y cómo organizan el histórico concierto.
Villa Epecuén, historia de la ciudad en ruinas donde tocará el Indio Solari
Créditos: Villa Epecuén, historia de la ciudad en ruinas donde tocará el Indio Solari
Por: Tomás Rodríguez Aralla

El próximo 17 de abril Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado junto con otros artistas harán un show desde Epecuén, una localidad de la provincia de Buenos Aires que quedó sumergida bajo el agua por un desborde de lagos en 1985. En los últimos años, el agua empezó a retirarse y dejó tras sus rastros un pueblo ruinas, transformándolo en un atractivo turístico de por sí.

Según lo que expresaron en Facebook, el grupo conformado por el Indio Solari en 2004 decidió hacer un show online a beneficio de los afectados por los incendios forestales en la Comarca Andina, para colaborar con la reconstrucción de viviendas y establecimientos arrasados por el fuego en los primeros días de marzo. Esta iniciativa surge principalmente porque uno de sus integrantes, Gaspar Benegas, es oriundo de allá y, según se expresaron, la situación los “toca de cerca”.

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La historia de un pueblo que ahora es fantasma

Hoy día Villa Epecuén tiene tan sólo un habitante registrado según el censo de 2010, pero supo ser un próspero pueblo, con importantes centros de turismo y de salud en el país. Epecuén está ubicado en el partido de Adolfo Alsina, en la provincia de Buenos Aires, a muy pocos kilómetros de la ciudad de Carhué. La fundó en 1921 un muchacho llamado Arturo Vatteone, a orillas del lago homónimo, que tenía propiedades muy particulares que hacían que este pequeño pueblito recibiera cerca de 25 mil turistas a lo largo de todo el verano.

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La particularidad de esta laguna, comparada en esa época con el Mar Muerto, era que poseía un alto nivel de salinidad. Esto hacía que muchísima gente decidiera vacacionar ahí, no sólo por que podían flotar en sus aguas termales, sino también porque esas características hacían que fueran consideradas aguas curativas, con atributos medicinales. Era de los balnearios más exclusivos del país y, según algunas crónicas de la época, que son difíciles de comprobar pero lindas de oír o leer, había gente que ingresaba con bastones y salía del agua caminando sin ellos. Creer o reventar.

Hacia la década de 1970, el pueblo había seguido expandiéndose y contaba con lugar en los hoteles para recibir a 6 mil personas, mientras que la población estable era de 1200 habitantes. Además, ya se había desarrollado aún más infraestructura urbana, inaugurando residencias de lujo, industrias explotadoras de sal y cerca de 250 establecimientos comerciales. En ese sentido, ya eran un poblado hecho y derecho, como para asentarse de manera permanente. Pero esta agua salada, testigo de épocas de algarabía para toda la población, también fue la que tiñó el pueblo de blanco cuando arrasó con todo lo que se le puso en frente.

La laguna Epecuén también tenía algunas desventajas. Su caudal irregular hacía que la actividad turística se viera afectada muy seguido: a veces crecía y otras decrecía notablemente. Por este motivo, el gobierno provincial construyó en 1975 el canal Ameghino, cuyo objetivo era regularizar ese caudal y así lograr que ninguno de los lagos y lagunas que los rodeaba, se secara ni se rebalsara. Además, si sucedía lo último, también contaban con un terraplén de unos 4 metros de altura sobre la costa que protegía a todo el pueblo. Pero un año después, tras el golpe de Estado de 1976, todos los proyectos quedaron abandonados.

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Con las construcciones frenadas y con un gobierno cuya política económica liberal dejaba a su suerte a los distritos del interior del país, la situación en Epecuén se fue agravando. Desde 1980, la laguna empezó a crecer entre 50 y 60 centímetros por año y, junto con las lluvias intensas que azotaban a todo Buenos Aires, el panorama era desolador. El 10 de noviembre de 1985, el muro protector que habían construido cedió y la ciudadela comenzó a inundarse. Casi toda la población tuvo que evacuar hacia Carhué en tractores, micros, autos y trenes. Afortunadamente, no hubo que lamentar ningún fallecimiento, pero los 1500 residentes perdieron absolutamente todo.

David Hirtz, actual senador provincial por Juntos por el Cambio, que fue intendente de Adolfo Alsina, recuerda lo que fue el desastre: “Generaciones de comerciantes, hoteleros, gastronómicos, tenían un futuro armado y, de la noche a la mañana, pasaron a ser indigentes, durmiendo en escuelas o en un gimnasio”. Durante 2 años la corriente no cesó y el pueblo quedó, literalmente, sumergido, llegando a estar 7 metros por debajo del agua durante dos décadas.

Desde 1993, se empezaron a realizaron más obras para que el caudal descendiera y, de a poco, el agua comenzó a retirarse y la altura a bajar lentamente. En 2010 ya eran pocas las manzanas inundadas y se pueden divisar las calles y veredas, pero abundan ruinas de casas, hoteles y edificios, árboles muertos y vehículos oxidados.

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El hombre que se negó a abandonar la ciudad

Aunque la ciudad quedó completamente destruida y lo que se pueden ver hoy son sus ruinas pintadas color blanco, Pablo Novak se rehusó a abandonarla y se convirtió en su único habitante. En distintos medios, el vecino de 91 años contó los motivos por los que nunca se fue: «He decidido permanecer aquí, por la querencia y porque acá hice mi vida». Hasta el año pasado, vivía en una casita pequeña sin electricidad y con una heladera alimentada a gas, rodeado por pastizales que albergan tractores destartalados y objetos deteriorados. En su cumpleaños número 90, en enero del 2020, fue declarado como Embajador Cultural y Turístico de Adolfo Alsina.

En la actualidad, la ciudad destruida se convirtió en una atracción y despertó el interés de muchísimos periodistas, fotógrafos y antropólogos. A raíz de eso, surgieron muchísimos circuitos turísticos que, hoy en día, rememoran las épocas gloriosas de la pequeña gran ciudad, a la que cualquiera puede visitar si quisiera. Y debido a ese atractivo, el conjunto del Indio brindará un show que, seguramente, dará que hablar. Las entradas se pueden adquirir desde Ticketek y el show se podrá ver desde cualquier parte del planeta, desde un celular, una computadora o un Smart Tv.

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