Tras una década de bonanza económica, con una tasa anual de crecimiento de PBI por encima del 5%, ha llegado la etapa de las correcciones. Cristina Kirchner ya dio el visto bueno al ministro de Economía Axel Kicillof para revisar los subsidios. «Tenemos esos temas en estudio», admitió Kicillof a Radio del Plata la semana pasada. Y fue la Presidenta quien preparó el terreno con una frase sin doble lectura: «Hoy subsisten sectores que tienen subsidios que ya no los necesitan».
El anuncio, que pocos esperan sea en Cadena Nacional, llegará después de los acuerdos con los gremios, una puja que volvió a subir de tono tras semanas de moderación. CFK considera que hay vastos sectores de la sociedad que no necesitan luz y gas subsidiados y empresarios que pueden asumir costos mayores. Es una jugada de riesgo, que busca ordenar las cuentas más que la popularidad. El único que hasta hoy se animó a una suba de impuestos fue Mauricio Macri, quien acumula un incremento de la tasa de ABL en la Ciudad superior al 500%. Hay que decirlo, los porteños protestaron pero eso no le significó al Jefe de Gobierno la pérdida de un solo voto.
Analizando los componentes de los servicios, no hace falta ser economista para entender que una cuenta mensual inferior a los 50 pesos por el consumo de gas es un grueso desfasaje en un momento de crisis energética. Sincerar esas cuentas es una tarea que provocará quejas pero no cacerolazos. La luz implica un camino más arriesgado: dos meses de cortes en Capital dejaron a los usuarios con los pelos de punta. Allí el Gobierno quiere poner presión sobre las empresas Edenor y Edesur, acusadas de no invertir lo suficiente. La Ciudad de Buenos Aires será el laboratorio de ensayos para esta quita gradual, en parte por el nivel de ingresos y en parte por lo esquivo que es para el Gobierno el electorado porteño. El kirchnerismo sabe que difícilmente gane adeptos, y en el mano a mano prefiere enojar a los enemigos. Sabe, además, que una pelea ahora es mejor que en 2015.
El trasfondo de todo es la negociación con los organismos de crédito. Al nuevo índice de precios, que arrancó con un 3,7% para enero, le seguirá una cuenta más real del PBI, que cerraría con un crecimiento inferior al 3%, lo que además le permitirá a la Argentina ahorrarse unos 3.600 millones de dólares que corresponden al plus que paga el país a los bonistas cada vez que se crece a una tasa superior al 3,22%.
En medio del río revuelto, con un gobernador fuerte como José Manuel de la Sota pidiendo un acuerdo de precios y salarios, un líder gremial como Hugo Moyano reclamando más de 35% de suba salarial y un secretario de Comercio como Augusto Costa peleando palmo a palmo con los supermercados para sostener los Precios Cuidados, CFK busca encontrar el mejor camino para transitar la etapa de las correcciones. La negociación con el Club de París y la apelación que hará el Estado hoy en la Corte de Estados Unidos por el fallo contrario por los bonos en default, son dos batallas mayúsculas. El Gobierno mostró sus intenciones de corregir el rumbo, ahora falta que el poder económico mundial reconozca esos esfuerzos. Y que la suba de tarifas no termine de derrumbar la imagen de la Presidenta.