Los que nos fanatizamos con House of Cards, la serie estadounidense que muestra el detrás de escena de la política norteamericana, sabemos bien que el personaje de Frank Underwood (Kevin Spacey) se acerca mucho a los tejes y manejes de la política vernácula. Es una realidad aumentada, pero no se crean que tanto eh…
En la serie, el brillante abogado, congresista demócrata, va preparando el terreno para escalar posiciones en la administración. Los recursos que utiliza para obtener lo que quiere (poder, qué más si no) son infinitos, y la enorme mayoría de sus artilugios rozan el límite de la legalidad, hasta traspasarla en una carrera desenfrenada (pero siempre planificada) hacia la cúpula. No vamos a contar más, pero si no la vieron, es hora de hacerlo.
Hay cientos de aspirantes a convertirse en Franks Underwoods en estos dos años frenéticos hacia diciembre 2015, pero sólo unos pocos tienen eso que hace falta para escalar hacia la cima. Las palabras escogidas no son arbitrarias. «Escalar» es exactamente lo que deben hacer los candidatos, «tejer» alianzas, y, cuando no, mostrarse despiadados y hambrientos de poder. El que no maneja esas formas, tiene pocas chances de llegar a esos lugares de poder reservados para esos seres extraños a quienes llamamos «políticos».
Hay que tener una vocación, una ambición y una energía casi sobrenatural para manejar las presiones e intereses que respiran a diario estos especímenes particulares de la especia humana. Atraviesan jornadas interminables, reuniones maratónicas, negociaciones feroces y traiciones letales. No son mártires, claro está. Ni héroes, mucho menos. Son hombres y mujeres con ansias de trascender. Algunos piensan en el bien común (unos pocos), mientras la mayoría busca el bronce y el oro.
Néstor Kirchner demostró tener eso que hacía falta, tal como Carlos Menem lo hizo durante los 90 (con consecuencias desastrosas para el país). Son lo que comunmente llamamos «animales políticos». Sergio Massa es otro predador de esta especie extraña. Daniel Scioli, sin dudas, es otro de ellos. Habrá que esperar un poco para ver quién más se suma al pelotón que picó en punta. Quizá Hermes Binner (a quien le falta ambición), difícilmente Mauricio Macri (a quien le sobra cinismo).
Pero quienes aspiren a suceder a Cristina Kirchner tendrán que parecerse mucho al polémico protagonista de House of Cards. Al fin y al cabo, la política es lo más parecido a una lucha en el barro, sólo que sus contendientes visten traje y corbata, o trajecitos tailleur.