Máximo Carlos Kirchner es el hijo del poder. Tiene, junto con su hermana Florencia, el privilegio de haber visto a su padre y a su madre presidentes. No hay otro caso igual. Hombre de 36 (el 16 de febrero cumple años), acuariano, callado, nacido y criado en Río Gallegos. Su único pergamino político hasta la fecha es haber fundado La Cámpora ( principal agrupación juvenil del kirchnerismo), que homenajea desde su nombre a Héctor José Cámpora, peronista que llegó a la presidencia en forma casi testimonial en 1973 y por tan solo 49 días, para luego entregar el cetro a Juan Domingo Perón. Máximo está en pareja con la odontóloga Rocío García y fruto de esa relación nació hace menos de un año Néstor Iván.
Pero por sobre todo, Máximo es una incógnita aún no develada. Ni siquiera los seguidores de 678 pudieron escuchar el audio del reportaje que le realizó la ultraoficialista Sandra Russo para el libro que va a escribir.
Entre lo más destacado que se supone le dijo Máximo a Russo aparece la defensa del proyecto kirchnerista y la continuidad en «los jóvenes», esa gran categoría que aparece en el centro de la disputa electoral. «Cuando nosotros hablamos de llevar adelante un proyecto político en el tiempo, permanentemente lo confunden con los tiempos institucionales. No hablábamos de eso. Nunca hablamos de eso. Cristina conduce un proyecto político y ha generado prole, lo cual a esos poderes de siempre les crea un problema», le dijo a Russo. «Los pibes ya se despertaron. Esa porción de la Argentina, después de 2015, va a seguir exigiendo», agregó.
Sólo podemos conocer su pensamiento rastreando en las contadas palabras que el hijo del matrimonio presidencial ha dejado caer en público. De su accionar, están los dimes y diretes de pueblo, y lo poco que se le ha visto en acción.
Lo cierto es que máximo terminó el colegio en Río Gallegos y luego probó suerte estudiando abogacía y periodismo en Buenos Aires, sin concluir ninguna carrera. Es fanático de la PlayStation, y tiene una en cada lugar que frecuenta: Olivos y El Calafate.
Hasta ahora, no ha mostrado sus cartas, ni revelado sus intenciones, pero está claro que se siente más cómodo en el armado que como frontman. Sus compañeros en La Cámpora, como Wado De Pedro y Andrés «El Cuervo» Larroque, conversan a diario con Máximo, pero toman decisiones propias. Saben de la importancia de rendirle culto al hijo de la Jefa.
Sin embargo, a pesar de ese gran signo de interrogación que se cierne sobre la cabeza de Máximo, hay algunas líneas de pensamiento que suenan fuerte a la herencia política, de la que aún no termina de hacerse cargo. «Los poderes de siempre tienen la necesidad, para llevar adelante las políticas económicas que les interesan, de que este proyecto político termine mal. Si uno repasa la historia argentina, a esos intereses siempre la violencia les sirvió para confundir y terminar imponiéndose. La violencia es una herramienta útil para ellos. ¿A quién terminó beneficiando una y otra vez la violencia social o política? A los sectores más concentrados de la economía. Sin excepciones», dijo en otro pasaje de la conversación con Russo que publicó Página 12.
Se ven las marcas del padre y algunas pinceladas de Cristina. Esa vocación por discutirle de vos a vos a los que ostentan el poder económico.
Si Máximo llegará a las altas esferas del poder político, es temprano para decirlo. Su tranquilo pasar económico nada tiene que ver con la juventud de sus padres, preocupados por acumular propiedades. Máximo podría vivir una vida tranquila administrando lo que Néstor y Cristina consiguieron. Sólo el tiempo dirá si con eso alcanza, o si la ambición de poder también se hereda.