«Ratificaron la oferta y sólo propusieron volver a hablar en agosto, por eso seguimos de paro. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires no está a la altura», dijo furioso Roberto Baradel, titular de SUTEBA. «Estamos hartos de esta situación, tenemos sueldos bajos», cerró.
Así, los chicos seguirán sin clase, a 15 días del inicio del paro. Este, sin dudas, es el mayor conflicto político que enfrenta Daniel Scioli en los seis años que lleva al frente del ejecutivo provincial y por el que su imagen de administrador responsable empieza a verse afectada, según los sondeos que ya empezaron a hacer los equipos del Gobernador.
Es cierto que muchos se han puesto del lado de DOS tras la agresión sufrida por la ministra Batakis, pero la duración del conflicto amenaza con empezar a comer parte de ese 50% de intención de voto de Scioli en su territorio.
Mientras tanto, el gobierno nacional observa con una mezcla de preocupación y regocijo el conflicto, de acuerdo a quién lo analice. Los funcionarios que podríamos denominar «halcones», que recelan de la candidatura del Gobernador, estiman que la pérdida de imagen beneficia a los que ya se han postulado como continuadores fieles del modelo.
Los más racionales, ven el problema a mediano y largo plazo y entienden que el piso de aumento que están colocando los docentes en la provincia más grande del país envalentona a todos los gremios, que ahora mismo negocian informalmente con los representantes de CFK. El caso de los metalúrgicos de Antonio Caló, que son los más cercanos al oficialismo, es testigo: Pidieron el 30, no se lo concedieron, y por ahora no hay acuerdo. ¿Es posible una intervención en el conflicto? Difícil…