Esta semana se lanza el Frente Amplio UNEN y antes de la presentación formal ya se empiezan a ver las rispideces. Mauricio Macri es el convidado de piedra en este heterogéneo conglomerado de voluntades políticas que comparten pocas cosas más allá de su oposición al kirchnerismo.
Entre Ricardo Alfonsín, Oscar Aguad, Victoria Donda y Julio Cobos se encargaron de mostrar las diferencias de opinión ante el posible acuerdo con el PRO. Es, sin dudas, un mal presagio. Si ya nos cuesta imaginarnos a Elisa Carrió, Pino Solanas, Cobos, Martín Lousteau y Hermes Binner juntos, imaginemos por un segundo lo que derivaría de sumar el amarillo a la paleta de colores del incipiente Frente.
Recuerda un poco a los fallidos intentos de la izquierda por unificar candidaturas, que han llevado a 30 años de democracia sin una sola propuesta de izquierda en el control de algún cargo ejecutivo. Y, por supuesto, nos remite a aquella Alianza de Fernando de la Rúa y Chacho Álvarez, que terminó desmembrada y saliendo de Casa Rosada en helicóptero tras el ajuste, el corralito y la represión.
Ojo, no decimos que ese sea el destino de este Frente. Pero nuestros jóvenes 30 años de urnas nos demuestran la imposibilidad de mantener acuerdos prolongados. Le pasó también a CFK, con su acuerdo transversal que llevó a Julio Cleto a la vicepresidencia. ¿Recuerdan el slogan en 2007? «Cristina, Cobos y Vos», era la consigna destinada al fracaso.
Sabemos cómo trabaja Carrió, que ha desmembrado sus propios partidos políticos como el ARI, por diferencias internas. Sabemos también que el Radicalismo de Cobos no es el mismo que de Alfonsín, que el de Moreau no es el mismo que el de Aguad.
Alguien podrá decir «¿y el Peronismo?». El Peronismo es aún más complejo de entender. Pero tiene algo, quizá la vocación por el poder (en demasía) que logra encolumnar al resto cuando no queda otra. Esa es su fortaleza electoral.
Y algo de esa estrategia debiera incorporar esta incipiente alianza, para llegar no sólo al Gobierno sino mantener las riendas.
Ojalá los egos de Carrió, de Pino, de Lousteau, de Binner, no sean un impedimento para esta sana idea de armar partidos fuertes que logren la alternancia, base de toda sociedad que pretenda evolucionar. Pero denme el beneficio de la cautela.