En #BorderPeriodismo venimos anunciando lo que ayer se concretó: el Mundial fue coptado por el kirchnerismo, como una más de las ramas de la publicidad oficial.
El lugar elegido para dar la lista no fue el predio de la AFA en Ezeiza, sino el Estudio 1 de la Tv Pública, como para terminar de cargar de simbolismo a la Selección Nacional. ¿Por qué tanta parafernalia? Bueno, como dijimos antes: CFK entiende al dedillo cómo es esto de la propaganda. Y no hay evento más importante a nivel global que el Mundial. Para nuestro país, que desayuna, almuerza y cena hablando de fútbol, el evento adquiere dimensiones astronómicas. Encima, se juega acá nomás, en la casa del eterno rival. Ese mes largo que dura el encuentro de 32 seleccionados en busca de la Copa es el mejor momento para desinflar la conflictividad social, poner al país en el freezer y prepararse para la segunda mitad del año, cuando la disputa de las candidaturas volverá a ponerse al rojo vivo. ¿Y qué gana el Gobierno? Sobre todo, tiempo. Ni que hablar de la posibilidad salir campeones. Ustedes dirán que exageramos, pero en las reuniones políticas se habla muy seriamente del envión que le daría al kirchnerismo, de excelente sintonía con Sabella y Grondona, y encima con el poderosísimo aparato de propaganda que es Fútbol para Todos.
Claro que un mal paso en Brasil provocaría el efecto contrario. Mal humor, críticas y por qué no, análisis que crucen lo político y lo futbolístico. Sabella se encargó de allanar el camino para todos los que esperan con el cuchillo entre los dientes la derrota albiceleste. Y al no convocar a Carlos Tévez, el jugador del pueblo, les dejó la mesa servida para que los medios se hagan un festín.