Por Fernando Sommantico
En una epopeya el héroe es el personaje que realiza las acciones más importantes, es el que posee ciertas habilidades superiores que le permiten concretar hazañas. Ello lo convierte en objeto de admiración. Argentina fue campeón mundial de fútbol en 1986, poco tiempo después se estrenó la película llamada “Héroes”, que narraba las proezas del equipo, aunque el término de héroe le corresponde a Diego Maradona por las hazañas realizadas contra los ingleses, por el gol en semifinales a Bélgica y su asistencia a Burruchaga en el tercer gol de la final frente a Alemania. En la mitología se dice que el héroe es un hombre que nació de un ser divino y un ser humano y Maradona parecía eso con sus habilidades. Aquella película se estructuró en base a un guión que relata una epopeya protagonizada por un actor principal -el héroe- ayudado por un equipo que acompañaba al semi dios.
Tras 24 años Argentina llegó a una nueva final con un héroe en sus filas. Pero esta vez los sucesivos partidos no se desarrollaron como una película, sino como una serie en la que cada capítulo tiene un héroe singular realizando su hazaña, héroes que en principio parecían lo contrario; es decir antihéroes. Repasemos. En el primer capítulo acto heroico lo realizó Marcos Rojo con su gol de rodilla. Rojo juega en una posición en la cancha que da pocas posibilidades de hacer actos heroicos era, además, uno de los más cuestionados del plantel, un verdadero antihéroe.
En el capítulo siguiente frente a Irán, en condiciones adversas, apareció un nuevo héroe. Messi sobre la hora hizo una jugada genial y la definió como un semidiós. El tercer capítulo, frente Nigeria, tuvo otra vez a Messi como agente heroico que se lució con 2 exquisitos goles sellaron el pase a los octavos de final. Fue un match pleno de emociones, un partido de ida y vuelta. El episodio posterior fue más complejo, la selección nacional no encontraba el rumbo, pero cuando faltaba poco para el final y Suiza (el enemigo) parecía salirse con las suyas, apareció Messi en toda plenitud y con un movimiento zigzagueante y rápido como un rayo asistió a “fideo” Di María quién logró el gol cuando agonizaba el partido. Fue él el héroe de la zaga. El capítulo que siguió fue el partido con Bélgica, uno de los cucos del mundial. Argentina ganó por un gol de diferencia que hizo Gonzalo Higuaín que a priori se presentaba como un antihéroe, porque no llegó en su mejor forma al mundial. Pero además del gol, jugó un gran encuentro, a punto tal que un tiro suyo astilló el travesaño, ensayó caños y mutó a la condición de héroe del match. El sexto capítulo mantuvo el suspenso hasta el último momento. Holanda fue un rival duro de roer y cuya historia con el equipo nacional mostraba triunfos y derrotas. La angustia se prolongó hasta la definición por penales y el capítulo mostro dos actos heroicos. Javier Mascherano que no llegó a ser el héroe pero si su acto, al tapar un disparo de Robben sobre el final del partido y la labor del héroe correspondió a Chiquito Romero también originalmente ubicado en la vereda de los antihéroes, porque era suplente en su equipo y cuestionado en la selección, pero que se desplazó hacia el sitio heroico atajando los penales; casi transitando un camino similar al que recorrió Sergio Goycochea en 1990.
Así llegamos al partido final frente a Alemania. Las redes sociales sugerían que Mascherano estaba en el cuerpo de Leónidas, 300 es la película más representativa de lo que ocurrió en la final. Argentina fue derrotada después de ofrecer una gran resistencia, pero al igual que los guerreros de Leónidas dejaron muchos valores para la posteridad. Casi impensado para una sociedad en donde ganar es lo que más que interesa; sobre todo en el fútbol. Este equipo, entonces, quedara sin duda en la historia del deporte nacional recordado por su espíritu y por los valores que transmitieron, más allá del resultado. Un un caso único que yo recuerde.