Bajo los dos inmensos lienzos de 11 metros pintados por Marc Chagall que enmarcan el hall de la Metropolitan Opera del Lincoln Center en Manhattan, el American Ballet Theatre se preparaba hace un año para estrenar su temporada de ballet con una imponente Gala; famosos, actores de cine, tuxedos y vestidos largos se enfilaban para celebrar al nuevo Dream Team de la danza mundial que el ABT laboriosamente había logrado reunir sobre este histórico escenario. Hoy están en Buenos Aires.
Por Diego Radivoy
Productor general de la Gala del Ballet
El libro de pases estaba abierto y esta compañía de ballet creada en 1930, que supo ser hogar de Julio Bocca y Mikhail Baryshnikov, fue la institución que mas rápido entendió la nuevas reglas de juego, y es así como ahora ostenta en su staff una paleta con los mejores bailarines del globo: El gran Ivan Vasiliev y su pareja Natasha Osipova, el escultural Roberto Bolle de la Scalla de Milán, David Hallberg primer americano en ser bailarín principal del mítico Teatro Bolshoi, la cuasi modelo Polina Semionova estrella indiscutida del Stugart Ballet de Berlín, el brasilero Marcelo Gomes, el joven volador Daniil Simkin y los argentinos Paloma Herrera y Herman Cornejo. Todas las estrellas del ballet mundial bailando para el ABT, demasiado lujo junto para un solo escenario diría algún espectador acostumbrado a la vieja usanza de solo una o dos estrellas por noche.
Ahora bien, ¿cuántos le creerían si usted les dijera que todas estas celebridades actuales de la danza vinieron a bailar a la Argentina en los últimos 3 años, la mayoría por primera vez, y no fue el Teatro Colon quien los trajo?
Muy pocos seguramente y es que casi nada de tiempo ha pasado desde que en el 2011 creamos la productora Grupo Ars para embarcarnos en el ambicioso proyecto de armar la Gala Internacional de Ballet de Buenos Aires y así recuperar 15 años de historia pérdida en el ballet local y entonces recolocar a Buenos Aires en el circuito internacional de la danza.
El motivo era claro, el ballet en el mundo se vectorizaba en una dirección y en la Argentina en otra, o mas preocupante aun, en ninguna. De aquella época dorada en que nuestro Teatro Colon era escala obligada de los principales artistas internacionales, poco quedaba ya. Ese desdén por no traer al país a los mejores, también incluyo a los pocos reconocidos bailarines argentinos que formaban parte de los cuerpos de baile de compañías extranjeras: Marianela Nuñez que deslumbra en la Royal Opera de Londres vino por primera vez recién en el 2012 para nuestra 2da. Gala Internacional de Ballet de BA, o Ludmila Pagliero primera Etoile Argentina en la historia de la Opera de Paris, o Ana Sophia Scheller bailarina principal del NYC Ballet, o Daniel Proietto elegido mejor bailarín contemporáneo de Europa en el 2011, que bailaron también en la 1er. Gala en el 2011, por citar a algunos argentinos que jamás habían sido convocados a volver a bailar en su país desde que emigraron y que trajimos reivindicatoriamente para las Galas de Ballet de Buenos Aires.
Para festejo de nuestra cultura, ese desbalance histórico se encuentra en vías de ser corregido, no sólo por haber logrado presentar en Buenos Aires, en apenas 3 años y sin ninguna asistencia oficial, a todas las celebridades del ballet mundial antes mencionadas sino además por superar la apabullante cifra de 56 primeros bailarines internacionales que el Abono Ars de Ballelucios en sus espectáculos en estos años.
En una época en la que desarrollo cultural se concibe como exacerbar lo popular hasta elevarlo a un lugar de elite, yo pienso que la gestión cultural se refiere a lo opuesto: difundir el arte con sabiduría de manera de lograr que aquellas manifestaciones artísticas más sofisticadas se vuelvan populares. Ese fue nuestro manifiesto fundacional: mostrar a los mejores del mundo haciendo lo que mejor saben hacer; porque no hay mejor forma de lograr que una disciplina artística se torne atractiva para todos los públicos que mostrarla representada por sus mejores exponentes.
Manteniendo entonces el mismo rumbo que ya la convirtió en una tradición porteña, este año se realizará la 4ta Gala Internacional de Ballet de Buenos Aires el 22 y 23 de agosto en el Teatro Coliseo. La Gala, que lleva este nombre no por el vestuario o pompa de los asistentes, sino por el lujo artístico de convocar tantas estrellas en una noche, mostrará nuevamente a 15 consagrados bailarines del mundo realizando los mas significativos pas de deux clásicos e inéditas coreografías contemporáneas.
Engalanándose entre ellos, estarán especialmente en esta edición tres celebridades del ballet mundial: La rusa María Kochetkova del San Francisco Ballet nominada a mejor bailarina del mundo en el 2013, El español Joaquín De Luz figura del New York City Ballet elegido mejor bailarín del mundo en el 2009 y el argentino Herman Cornejo quien merece una mención especial porque hace solo 3 meses ha sido el ganador del premio «Benois de la Dance 2014» al mejor bailarín del mundo (premio al que muchos se refieren como el “Oscar de la danza”). Este mismo galardón había sido otorgado 22 años atrás a Julio Bocca, primer y otro único argentino en la historia en recibir esta distinción.
Todos estos motivos convierten esta Gala por venir en una edición histórica, en la que además podremos maravillarnos con el carisma del canadiense Jason Reilly -una de las figuras más aclamadas de la Gala pasada, en esta oportunidad con la española Alicia Amatriain, su partenaire del Stuttgart Ballet. Se sorprenderán sin duda con la creatividad experimental de la compañía americana MOMIX, y se emocionaran conociendo una pareja argentinas que triunfa en Europa y que nunca antes bailaron en nuestro país: Carolina Agüero y Darío Franconi primeros bailarines del Hamburgo Ballet, la compañía liderada por el celebre coreógrafo John Neumeier.
En esta era de superación personal, los bailarines de elite se han convertido, en máximos exponentes de lo que el cuerpo humano puede lograr con disciplina, dedicación y formación artística. El mundo de la danza esta cambiando culturalmente y esa revolución mundial se está sintiendo, como tantas otras veces, primero en lo social: Internet, YouTube, la globalización, el marketing publicitario, la TV, la influencia de programas y realities masivos de baile, el Fashion, todos factores que han hecho su aporte para que nuevos públicos se sientan atraídos por una disciplina que ya no solo seduce a elites ni habla exclusivamente de tutus y zapatillas en punta.
Hace poco un prestigioso cronista ingles expresó: “Los bailarines de este siglo ya no se conforman con sólo bailar, además vuelan” ¿Quién se animará entonces a rechazar una invitación para ir al teatro a ver a seres humanos volar? Cuánto más irresistible aún es esta propuesta si sabemos que no solo volaran sino que también crearan arte… el Arte del Ballet.