El swing se ganó un espacio en la noche porteña

Luego del éxito conseguido en la última Swingin'Party del mes de abril, el swing en todas sus expresiones, vuelve a la noche de Buenos Aires a puro ritmo y diversión.
Por: #BorderPeriodismo

Ellas visten faldas amplias, vestidos retro con vuelo, zapatillas planas de lona y llevan el cabello recogido. Ellos se muestran con camisa, chaleco con tiradores, pantalones, zapatos con suela plana y en su mayoría peinan a la gomina. La clave, por encima del estilo y la moda, es sentirse cómodo para bailar al ritmo de la música. Parece una escena de los años ‘30 en el mítico salón Savoy Ballroom de Nueva York, pero no, se trata del lado A de Niceto Club de la ciudad de Buenos Aires, el lugar elegido para realizar las Swingin’Party de cada año.

“Las fiestas de swing se hacen una vez al mes, con la idea de revivir la música de los años ’20, ‘30 y ’40. Buscamos que la gente conozca este baile, que disfruten de una noche divertida, donde además hay bandas de jazz, swing y blues en vivo”, cuenta la productora y bailarina Mariel Gastiarena, quien con sólo 14 años comenzó a incursionar en este género musical, y a los 18, ya convertida en docente de swing, empezó a viajar a los festivales más importantes del mundo.

“Desde hace más de un año que venimos organizando estas fiestas, pero antes era en un lugar más chico. Luego de mucho trabajo para hacer que crezca el género, decidimos hacerlo en el lado A del club, donde entra más gente”, explica Manuel Bicain, bailarín, docente y fundador junto a Juan Villafañe de YOWSA!, una productora argentina dedicada íntegramente a crear y difundir espectáculos de swing, jazz, tap,  lindy hop, y todos aquellos bailes y músicas de raíz afroamericana.

Con una gran puesta en escena que comienza desde el ingreso al club, donde unos músicos te reciben a tono y con el cálido y clásico sonido jazzero, hasta la propia ambientación del lugar que se mezcla con el lookeado de los aficionados. Todo aggiornado al estilo de una época donde Louis Armstrong, Duke Ellington, Count Basie, Bennie Goodman y el mismísimo Glenn Miller, se convertían en los impulsores de esta corriente musical que nació en los Estados Unidos a fines de la década del ’20.

“El swing es una de las formas que tomó el jazz, nace de una fusión entre la música europea y afroamericana. Con la depresión de los años ‘30 todo este movimiento se frena, las formaciones se empiezan a reducir, y recién vuelve a resurgir en la década del ’80, especialmente en Suiza, para luego expandirse a Europa y volver con fuerza en Estados Unidos. A la Argentina llegó a fines de los años ‘90 y recién a partir de 2005 empezó a tomar forma,  encontrando de a poco su lugar, hasta llegar a estos días donde ya tiene su espacio consolidado en la noche porteña”, explica Mariel mientras de fondo la gente baila al compás de In the mood, interpretado por la orquesta Tex Beneke and the Glenn Miller, una grabación de 1946.

El swing es considerado un baile social porque se práctica en grupo e incluso muchas veces al ritmo de músicos y bandas que interpretan los temas en vivo. Es común cambiar varias veces de pareja durante la misma canción, lo que lo hace dinámico y muy comunicativo, sin importar la relación que pueda existir con ese otro que toca por azar en la pista de baile.

“Todo empezó con gente escuchando jazz, quienes un día con ritmo se movieron, se agarraron y comenzaron a bailar. Esto significa que es un baile popular y social, que no tiene dificultad técnica”, asegura Manuel quien junto a Mariel participaron en el mes de mayo de un festival que se llevó a cabo en Estados Unidos, en conmemoración por el centenario del nacimiento del bailarín, coreógrafo e instructor Frankie Manning, conocido como el “embajador del lindy hop”, la danza original del swing que nace en la ciudad de Nueva York en 1927 durante un concurso de baile en la mítica sala Savoy Ballroom. Según cuenta la historia, este evento fue en honor al aviador Charles Lindbergh tras convertirse en el primer piloto en cruzar el Océano Atlántico en un vuelo sin escalas. En homenaje a esta hazaña, el baile pasó a llamarse “lindy”, como diminutivo de Lindbergh, y “hop” en referencia al salto de una costa a otra del océano.

El lindy hop es uno de los shows en vivo de las Swingin’Party, junto a otros estilos variados como “el tap, el charleston y el electro swing, éste último muy importante porque es parte de la movida que trajo de regreso al género a la escena mundial, una mezcla de electrónica con swing”, comenta Manuel que antes de conversar con Abro comillas pasó por uno de los espacios vintage. ¿Qué son? Sectores de peinado armados especialmente dentro del propio Niceto Club, para que hombres y mujeres puedan caracterizarse y así vivir una noche como las de los años ’30, donde todo era diversión y alegría, donde todos bailaban juntos o separados, en grupo o en pareja, al ritmo de una big band.

Y si de grandes bandas hablamos, un párrafo aparte merece la Orquesta Brazo Fuerte All Stars, un clásico anfitrión de estas fiestas de swing en la Argentina. Juan Klappenbach en clarinete, Marcelo Gallo con la trompeta, Eduardo Manentti en el trombón, Manuel Fraga en el piano, Adrián De Felippo con el contrabajo, Hernán Avella en la batería y percusión, y Guillermo Arrom con el banjo, se llevan los aplausos y la ovación de la gente que no pueden evitar moverse al ritmo del sonido de este grupo de consagrados músicos de jazz de la escena local.

“El swing para mí fue la forma que encontré de transmitir y generar emociones en la gente. En las diferentes formas que uno puede desenvolverse en un arte: enseñando, arriba de un escenario, o simplemente agarrado a alguien y bailando. En todas esas formas consigo expresar emociones y sentimientos, consigo generar felicidad”, comenta Manuel, quien además asegura: “si bien cuando uno lo ve bailar desde afuera, pareciera algo muy difícil de aprender, les digo que es como caminar, no te lo olvidas más. Después de dos o tres clases, les propongo que vengan y me cuenten si no es así”.

Lo cierto es que no hay que esperar la Swingin’Party para animarse a dar los primeros pasos de baile, Buenos Aires es una ciudad que tiene un gran circuito de swing, variado y para todos los gustos. “Hay muchos lugares para aprender a bailar, toda la semana”, cuenta Mariel, quien junto a Manuel, Juan Villafañe, Candela Méndez, Mariano Ballesteros y Celeste Plaza llevan adelante Swing City, la primera escuela exclusiva de lindy hop, tap y charleston de Argentina.

Dentro del circuito swing también se puede aprender a bailar, incluso con música en vivo, los viernes en el Teatro Mandril y los domingos en Swing Club; los lunes y martes en La Maleva, con los profesores José Zarazaga y Luciana Salinas; o las clases de los lunes y sábados en el Espacio Kabuki, a cargo Kike Bianchi, entre otros.

“En algún tiempo, la gente en el único lugar donde podía bailar este ritmo era en las clases. Hoy si bien no llegamos a lo que sucede en Corea donde hay diez fiestas de swing por noche, acá en Argentina tenemos unas dos o tres fiestas o lugares por semana para bailar swing, como si fuesen milongas. Para el que quiere meterse, mi recomendación es usar Facebook, donde hay un grupo que se llama Swing Argentina y ahí pueden encontrar todo lo que hay que saber sobre esta movida”, aconseja Manuel.

También hay ciclos de jazz y swing con orquestas en vivo los viernes en La Oreja Negra, o los jueves en la casa del Sr. Ducan, por nombrar algunos. Con relación a las fiestas de swing, Mariel aprovechó para dar una noticia que pondrá felices a los apasionados de la década dorada del jazz: “Tenemos confirmada una nueva fecha Swingin’Party, el próximo 18 de junio”.

Definitivamente el swing se ganó su espacio en la noche porteña, dejó de ser una tendencia y se convirtió en una firme alternativa para los amantes del baile y la buena música. Aficionados y desconocedores del género, jóvenes y adultos, todos en una misma sintonía y con el mismo objetivo: “Contagiar felicidad en el otro, compartir un momento que es único, improvisar y dejar que salga todo eso que está dentro de uno”, destaca Mariel antes de dejarnos, para seguir bailando al ritmo de la música en vivo de la orquesta Brazo Fuerte All Stars.

Por Ángel Colángelo

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