Ringo Bonavena: De Parque Patricios a Nevada

En la miniserie Ringo: Gloria y Muerte se narra el derrotero de un hombre que, antes de ser asesinado, fue mucho más que un boxeador.
Ringo
Créditos: Ringo
Por: Pablo Strozza

El récord de asistencia al Luna Park: el 4 de septiembre de 1965, 25.236 espectadores pagaron su entrada para ver su triunfo ante Gregorio “Goyo” Peralta en doce rounds, y de este modo consagrarse como campeón argentino de box en la categoría peso pesado. Un suceso de ventas con la canción “Pío Pío Pa”, compuesta por Palito Ortega y Dino Ramos y registrada con ¡Los Shakers! como grupo de acompañamiento. Un proto reality show como los almuerzos en su Parque Patricios natal con su madre Doña Dominga, todos los domingos al mediodía por Canal 11, en donde la señora preparaba en vivo sus míticos ravioles con invitados famosos. Un fanatismo demencial por Huracán, club de fútbol que bautizó una tribuna con su nombre. Aforismos como “La experiencia es un peine que te regalan cuando te quedas pelado” o “Cuando suena la campana, te dejan tan solo que hasta te sacan el banquito”. Un combate contra Muhammad Alí, a quien que tiró al suelo, a finales de 1970 en el Madison Square Garden neoyorquino, que lo consagró como mito más allá de su derrota en el último asalto. Y una muerte absurda en Reno, Nevada, el 22 de mayo de 1976, a los 33 años, asesinado por un empleado de un burdel, mientras buscaba con impotencia una nueva chance ante Alí.

Lo anterior es una enumeración incompleta de algunos hitos en la historia personal de Oscar Natalio “Ringo” Bonavena. Una vida que, claramente, merecía una película o una serie como la que nos ocupa: Ringo: Gloria y Muerte. Siete capítulos que se pueden ver por la plataforma de streaming Star +, dirigidos por Nicolás Pérez Veiga y protagonizados por Jerónimo Bosia como Bonavena; Delfina Chaves como su esposa Dora; María Onetto como Doña Dominga; Pablo Rago como Bautista Rago, entrenador de Ringo y Javier Drolas como Juan Carlos “Tito” Lectoure, entre otros.

Lo primero que se desataca del producto final es la impecable recreación de época, y el tremendo parecido físico entre Bosia y Bonavena. El déficit es la voz (el timbre agudísimo de Bonavena es muy difícil de interpretar), pero hay un esfuerzo para que quien jamás vio al original lo sienta como verosímil, y a quien sí lo escuchó no le parezca molesto. La miniserie se cuenta a través de dos líneas de tiempo: por un lado, de modo cronológico, el ascenso de Bonavena, desde una infancia humilde en Parque Patricios a su pelea con Peralta, sus coqueteos con el mundillo artístico de la época y sus idas y venidas familiares. Por el otro, sus últimos meses de vida en Reno, desesperado por conseguir una nueva pelea con Alí u otra con una bolsa importante que le permitiera hacer una buena diferencia económica y de ese modo retirarse con holgura, más allá de que (y esto no se muestra en Ringo: Gloria y Muerte) tras su deceso la familia Bonavena no sufrió grandes penurias en ese aspecto.

 

Ringo: Gloria y Muerte muestra una época de la Argentina, con movilidad social ascendente para quienes la quisieran, que en el corto plazo no volverá, y a una forma de encarar el deporte profesional, con entrenamientos laxos y trasnochadas varias, que hoy es la excepción y no la regla, mientras que antes las cosas se solían dar a la inversa. El excelente libro Díganme Ringo, del periodista Ezequiel Fernandez Moores, puede servir como un gran complemento para aquellos que quieran ahondar más en la leyenda de Bonavena. Una persona que, como se cuenta en una escena de Ringo: Gloria y Muerte, estaba bien al tanto que jamás iba a llegar a ser vieja pero que, a su modo, siempre supo que conseguiría una merecida inmortalidad.

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