Por Federico Delgado
(Fiscal Federal de la Nación)
Seguro que te hiciste la pregunta ¿y se me llaman para ser jurado en los juicios que hago?, ¿puedo faltar?, ¿me pagan? No te vamos a responder eso. La idea es contarte por qué ser jurado no es un embole y está muy bueno. Pasa que a veces tenemos cosas tan metidas en la cabeza que nos mortifica pensar algo distinto.
Naturalizamos algunas y nos asusta pensarlas de otro modo. Estamos convencidos que los juicios por delitos son para abogados y jueces pero es al revés: los juicios son parte de nuestra vida, porque son conflictos que nosotros protagonizamos como ciudadanos. Es irónico que tratándose de una cosa tan nuestra y tan cotidiana la sintamos lejana y la dejemos en manos de jueces y abogados. Depositamos nuestra libertad en otras personas, en vez de custodiar entre nosotros una de las partes más importantes de nuestras vidas. Ser jurado está bueno porque nos obliga a ser actores de nuestra propia película, a involucrarnos en los hechos delictivos, a mirar el contexto, las circunstancias, la cara de los acusados, de las víctimas, de los testigos, de los jueces y fiscales. Sus caras, sus muecas, el movimiento de sus manos, el brillo de sus ojos. En fin, ser jurado nos hace ser parte y nos obliga a asumirnos como ciudadanos.
Es más, la obligación de hacer juicios por jurados está en la constitución desde 1853 ¿Por qué será que aún no rige completamente? No te podemos cantar la posta, pero te podemos contar una historia que dará algunas pistas. En 1831 el aristócrata francés Alexis de Tocqueville fue enviado por su gobierno a Estados Unidos para estudiar el sistema penitenciario. Recorrió todo el país y escribió en dos partes un gran libro que se llama “La Democracia en América” Allí cuenta su visión de esa sociedad y habla del juicio por jurados. Dice que es un mecanismo fantástico de educación para el pueblo, porque hace mejores a los ciudadanos y que alimenta la democracia ya que hace a las personas conscientes de su poder; es decir, que tienen la posibilidad de decidir el destino de su sociedad… ¿Será por eso que todavía nadie hasta ahora se tomó en serio la tarea de aplicarlo?