#8M: Vamos muchachos! Si ustedes no se copan nunca podremos hacer que la revolución feminista triunfe

Por: Quena Strauss

Ni rosas, ni saludos, ni tarjetas de ésas que nos cuenten lo grandes, divinas y fabulosas que somos. Lo único que necesitamos las mujeres –éste, y 364 días más- es que ustedes, hombres, se sumen a un cambio que necesitamos todos. Porque no se trata de feminismo, sino de igualdad.  Y de superviviencia

Por Quena Strauss

Ahora que la palabra “sustentabilidad” se ha puesto de moda, recuerdo una frase que en su momento me sorprendió. La escuché en boca de una amiga lúcida y brillante como ella sola, que viéndome desbordada y despeinada en los primeros tiempos de mi maternidad, me dijo muy oronda, desde atrás del mate: “Así como viene la mano, las mujeres no somos sustentables”.

Tenía razón. Por esos días, yo dormía entrecortadamente entre cuatro y cinco horas, trabajaba como una loca todo el día al lado de un bebé que no paraba de berrear, cuidaba de la casa, del gato y de un marido. Y no, no era sustentable, porque no hay ser vivo que resista por suficiente tiempo a semejante nivel de presión.  Porque en un mundo en donde – como mucho- los hombres “te colaboran” con algunas cosas, pero muy pocos se hacen enteramente cargo de que la vida de a dos se reparte en partes iguales, el único modo de sobrevivir es convertirte en cyborg.  Y, así como están las cosas, no pierde una: perdemos todos.

Sí, de acuerdo. El discurso feminista clásico dice –y con razón- que a las mujeres nos va peor. Y de hecho  (a juzgar por los datos de la realidad de la mayoría de los lugares del mundo) está en lo cierto. No hay –no me voy a cansar de repetirlo- un solo país en la tierra en donde los derechos de unas y otros sean iguales. No existe una sola nación en donde podamos lo mismo, logremos lo mismo ni ganemos lo mismo. No hay.

En la última entrega de los Oscar, una encendida Patricia Arquette  aprovechó su premio como Mejor Actriz de Reparto para hablar de lo que muchos callan: el “impuesto a la maternidad”.  Esto es, lo que hace que (dentro y fuera de Hollywood) las madres ganemos SIEMPRE menos que los hombres con hijos. ¿Por qué? Porque son madres. ¿Cómo? ¿Que los hombres con hijos también son “padres”? Bueno, para el patriarcado en el que todos vivimos eso en su caso no importa. En el nuestro sí y por eso, por cada dólar que cobran ellos, el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos explica que a nosotras nos tocan sólo 76 centavos.

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¿Ves? Esta clase de injusticias son las que a algunas de nosotras nos hacen hervir la sangre. Y nos convierten, desde chicas, en feministas.  Pero no son las únicas. Yo también entré en erupción cuando, a días de haber parido, supe que al papá de mi hijo sólo le correspondían 48 horas para acomodarse a la nueva situación y dar la bienvenida al bebé . Y olvidate de algo parecido a la licencia por paternidad, porque eso en Argentina no existe. ¡Si para cuidar al bebe está la madre, che!

Será que yo tuve un padre feminista, un tipo que me contó que lo que lo enamoró de mi vieja fue que era “independiente”, que había vivido sola desde los 21 años en una época en la que las mujeres sólo salían de la casa del padre para ir a la de marido y que era capaz de defender sus ideas en voz alta. “Nunca se callaba nada”, me dijo un día. Y yo me enamoré (de él, claro).

Pero no sólo eso, no. En mi caso, ser la menor de tres hermanos (dos de ellos varones) no me dio privilegios ni me privó de nada. Ni de excursiones al campo y a pie, ni de trepar árboles, ni de jugar en la calle hasta que se escondiera el sol. Pero, además de eso, mi viejo –y quizá también el tuyo- me animó a ser audaz, brava y arriesgada. “Sos muy inteligente, vos. Nunca  te avergüences de eso, como hacen algunas mujeres”, me dijo otra vez.  Y todavía lo recuerdo.

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¿Qué a qué viene todo esto? Pues a que  sospecho que no hay ya cambio posible sin que los hombres se unan al reclamo y a la acción por un mundo más igualitario. No más “feminista”, pero sí más libre. Uno en donde ni ellos tengan que tragarse las lágrimas cuando se lastiman ni nosotras quedarnos mirando el árbol desde abajo, sólo para no ser acusadas de “machonas”. Uno en donde ellos no tengan sólo dos  días para estrenarse como papás, ni  nosotras toda la vida para tener que justificar lo buenas madres que somos.

Así las cosas, según la directora de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), Phumzile Mlambo-Ngcuka, y si bien hemos avanzado mucho “a este ritmo, tomaría más de 80 años lograr la paridad de género en empleo y más de 75 alcanzar la  igualdad salarial. Las mujeres lograrán la igualdad. Entonces, ¿por qué esperar?”

En este sentido, la iniciativa HeforShe (El por ella) es la primera acción de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que incluye a los hombres como socios indispensables y solidarios en el camino hacia la equidad real entre los géneros.  Básicamente, porque este estado de cosas nos limita y empobrece a todos, y además nos impide ser las personas completas que todos podríamos llegar a ser si superáramos los estereotipos sexuales que nos congelan en el  Ella princesa y El guerrero. En esa penuria rosa o azul.

Como lo explicó maravillosamente la actriz Emma Watson (sí, la brillante Hermione de la saga de Harry Potter), hoy embajadora de buena voluntad UNIFEM durante su primer discurso ante la asamblea, en septiembre pasado, “queremos terminar con la inequidad de género y para lograrlo necesitamos que todos se involucren. Queremos intentar motivar tanto a hombres como a niños  como sea posible para ser defensores del cambio”.

A estos agentes varones de la transformación Watson los llamó, no sin humor, “feministas inadvertidos” y señaló entre ellos a sus profesores, a sus mentores y hasta a su propio padre. ¿Por qué? “Porque mis padres no me amaron menos por haber nacido mujer, porque mi escuela no me limitó porque yo  fuera una chica, porque mis mentores no dieron por sentado que yo no llegaría lejos porque podría llegar a tener un bebé, algún día”.  Y terminó su discurso, emocionante por donde se lo vea, con una frase contundente: Hombres, esto es también asunto de ustedes”.

En el mal y en el buen sentido, siento que los hombres de nuestras vidas han hecho de nosotras las mujeres que somos. En mi caso, de no haber tenido un papá que me repitiera lo brillante y lo linda que era, seguramente hoy sería del todo distinta. Y de no haber tenido dos hermanos tan orgullosos de mí, y tan convencidos de mis capacidades como los que tuve, tal vez  sería más insegura, más frágil, más miedosa. A todos, hombres y mujeres, nos construyen todos; hombres, y mujeres.

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“Somos lo que hicimos con lo que hicieron de nosotros”, dicen que decía Sartre. Y si la idea es comenzar a “hacer” gente más libre, y más feliz, empecemos por ser equitativos desde el vamos. Las nenas no tienen por qué amar sólo el rosa, los nenes no tienen por qué jugar sólo al futbol. El mundo, y todos nosotros, somos más interesantes, coloridos y potentes que eso. Por eso hoy, en ese día que parte del mundo llama “De la mujer”, yo prefiero brindar  por ellos. Por los amadísimos hombres (padres, maridos, novios, hermanos, hijos, amigos) que hacen toda la diferencia. Y nos ayudan a nosotras a seguir cambiando el mundo, para disfrutarlo algún día  todos juntos.

Para saber más:

* https://www.youtube.com/watch?v=SAgUHOvx-co

* http://www.huffingtonpost.co.uk/2013/06/28/saudi-arabian-womens-conference-picture_n_3515062.html

* http://www.lanacion.com.ar/1734813-piden-extender-las-licencias-por-nacimiento

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