Una vez más, los colectivos de mujeres marcharon hasta el Congreso al grito de #NiUnaMenos. Hace algunos días, comenzaban a organizarse para exigir que se cumplan sus derechos en este nuevo encuentro: el 4J.
¿Cuáles fueron las consignas? Una respuesta ante los femicidios que no cesan. Siempre, el reclamo primario y de supervivencia que unió a las mujeres como un punto de inflexión. Pero en su cuarta edición, la marcha demuestra que lo colectivo vino para quedarse y que la marcha representa la agenda de las mujeres en el momento. Y por eso no fue casual que #NiUnaMenos se vistiera de verde, en la recta final del debate por la legalización del aborto, un reclamo feminista histórico con urgencia de actualidad.
El miércoles 13 de junio la iniciativa se trataría en la Cámara de Diputados. Por eso, en las calles estuvieron los pañuelos verdes y las consignas de que «en mi cuerpo, decido yo”, aún cuando pudiera haber voces disidentes en la materia. La marcha expresó también una voz mayoritaria de las mujeres que ahora se animan. Hasta no hace mucho autoproclamarse feminista despertaba connotaciones negativas. Las mujeres se muestran unidas, aún diversas.
Pero si una novedad se pudo encontrar en la cuarta ola feminista es que las adolescentes se mostraron en cantidad. Adoptaron el pañuelo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito como parte de sus uniformes, sí. Pero sumaron algo más: marcharon hasta el Congreso de la mano de sus compañeros varones.
Las adolescentes dieron el puntapié para sumar desde el inicio. Los chicos también se unieron al reclamo y mancomunados con sus compañeras. Y entre tantos grupos de jóvenes, encontramos la historia dentro de la historia.
Los estudiantes de tercer año de la Escuela Municipal Paula Albarracín de Sarmiento (EMPAS) se organizaron y marcharon juntos. Ellos y ellas forman parte del centro de estudiantes de la institución, del barrio de Olivos y fueron quienes, ante la poca preocupación de sus directivos y profesores por tratar las problemáticas actuales que afectan a las mujeres, crearon una comisión de Género. Los varones decidieron que ya era hora de acompañar a sus compañeras y deconstruir su rol en el colegio y en la sociedad. Por eso, cuando ellas los invitaron a formar parte, ni lo dudaron.
“Hoy marcho con las chicas para, más que nunca, acompañarlas. Queremos crear una lucha más grande y liberadora. Mi vieja sufrió un montón en mi casa, es importante que la violencia salga a la luz de una vez por todas. La idea es marchar y no solo lucir el pañuelo verde en una foto. La mujer necesita ser libre, decidir sobre su cuerpo”, expresó Wenceslao (17). Un compañero que estaba junto a él, agregó: “No podemos seguir mirando para otro lado, las están matando. En nuestro colegio intentamos hablar de la actualidad con una perspectiva de género. Ayudarlas, como sea”.
Si bien para las chicas de la comisión de Género la legalización del aborto es el próximo objetivo a conquistar, son conscientes de que “la cosa no termina con esto”. “En el colegio tenemos muchos problemas. Necesitamos que nos hablen de sexo. Nosotras somos las que repartimos los preservativos en las aulas, nunca nadie se ocupó de este tema. No deberíamos hacerlo, pero los directivos y profesores no nos dan bola, miran hacia otro costado”, explicó Valentina y agregó: “Las autoridades están en otra, por eso armamos este espacio. La idea es que podamos hablar de lo que nos está pasando”.
En total, una treintena chicos y chicas de todos los cursos del colegio integran la comisión. A la marcha fueron ocho.
Los de tercero parecen ser los más entusiastas. Son los que llevan la voz cantante. Los que cuestionan a los profesores. Los que plantean debates. Y los interpelan a la dirección. A tal punto que aquellos -los directivos- les pidieron que ellos -los alumnos- encararan una serie de talleres para otros alumnos. Y así comenzaron por armar charlas sobre micromachismos o violencia de género para los más chicos de primero polimodal, los más chicos del secundario.
Para los talleres les facilitan un espacio en el colegio. Pero no mucho más. Los chicos cuentan que, hasta ahora, los profesores no quisieron involucrarse: les dijeron que no se sienten capacitados. Algunos creen que no quieren arriesgarse a hablarles de sexo u algún otro tema que consideran controversial.
Como en todos los órdenes de la vida, tampoco todos los alumnos se interesan. “En mi curso hay muchos compañeros y compañeras que no quisieron unirse a nuestra lucha. Muchas veces, son los que tiran comentarios desafortunados y se ríen de lo que pasa en la sociedad”, reveló Camila, quien con una sonrisa, emitió un mensaje esperanzador, que se aplica en la escuela como en la marcha: “Más allá de que algunos piensen diferente, siempre intentamos debatir. Lejos de darnos por vencidos elegimos pararnos desde otro lugar y hacer algo al respecto”.
(Agradecemos las fotos de Lola Rodríguez, gentileza para #BORDER. Para ver más material, su Instagram es @lolarawfotografia).