Apoyocracia: ¿cómo enfrentar los desubicados del subte?

Por: #BorderPeriodismo

Insinuaciones, miradas penetrantes, roces y la sensación de impotencia ¿Vas a decir que nunca te pasó? Colectivos, subtes, trenes; lugares en los que más de una callamos o nos avivamos frente a situaciones incómodas. ¿Llegaremos al colmo de vagones separados?

Por Sofía Quilici

Es hora pico en el subte de Buenos Aires, como siempre apretados, y una mujer se encuentra sentada leyendo un libro en uno de los vagones; mientras que el hombre –bastante alto- empieza a observarla, primero como si estuviera buscando algo, sus ojos revolotean, luego se ponen fijos –ya se puede decifrar su cara-, hasta que su mirada se centra, únicamente, en sus pechos. Ella, sin decir una palabra, se levanta y se corre hacia la otra punta del vagón, dejando su asiento libre. Él, sin vergüenza o culpa, mira como ella se va.

Violencia de género y acoso sexual son temas de que la TV se encarga de hacernos ver todos los días. Que un hombre le pega a una mujer, que él la prende fuego, a nosotras nos llama la atención, pero al mismo tiempo nos puede parecer increíble. Sin embargo, que alguien te “toque” en el subte es algo tan cotidiano que ya nos parece normal. Pero no, no tiene que ser normal.

Que no haya contacto físico no quiere decir que él no tenga otros planes en su mente. Un susurro o una simple mirada son suficientes. ¿Qué hacemos en ese momento? O nos corremos o le hacemos frente a ese que se cree que domina nuestro mundo ese instante.

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Ni la humillación, la confusión, la vergüenza o la ira tienen que ser sentimientos que te detengan a hacer valer los derechos. “tenía calzas muy apretadas”, “estaba sentada en una mala posición”, “la remera estaba muy escotada” ¿Y desde cuándo tenemos que fijarnos todas esas cosas para viajar en transporte público? Error es dejar pasar el momento, correrte de lugar o bajar del transporte. Denunciá, que te miren así también es acoso.

¿Te pasó de estar sentada y de que él se te tire cada vez más encima? Tratas de correrte para evitar que su cuerpo se pegue al tuyo. “Perdóname, es que está muy lleno”, te dice. “¿Por qué no tratas de correrte de lugar para estar más cómodo, entonces?, podes contestarle. No tenés porque bancarte a un tipo extraño “cayéndose” arriba tuyo.

Entre todos los medios de transporte, el subte y el tren son esos dos lugares “perfectos” para algunos. Las posibilidades se amplían. Estas por bajar de la estación y, por esas casualidades, te empuja, te empuja más, y te sigue empujando. Que la incomodidad no sea excusa y decile algo, hacele saber que no necesitas que te “ayuden” a bajar de un empujón.

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No podemos negar que las políticas públicas nos ayudaron a mejorar nuestra condición de vida y han logra concientizar al respecto. Pero algunos todavía no se avivaron que no deben apoyar a una mujer en el colectivo o mirarla de manera insinuante en el subte. Si ellos hacen la gran “acá no pasa nada” y nosotras elegimos callarnos, entonces la problemática –que parece rutina- va a seguir su camino y los momentos incómodos no van desaparecer. Ni hablar de que la legislación no va a tener fuerza y que los datos acerca de cuántas mujeres pasan por esta situación no van a aparecer.

Por eso, encarar al acosador y en voz audible preguntarle qué está haciendo dejándolo en evidencia frente a todo el vagón es una buena manera de pararte contra un hecho que puede arruinarte el día. Sí, arruinarte el día. Y no, no es una exageración, por si algún lector llegó hasta este párrafo con la actitud de al final a las minas no las entiende nadie.

Los acosadores del transporte no son sólo una realidad en nuestro país, sino que todo el mundo ya está encarando acciones al respecto y generando debate.

En Argentina no hay cifras específicas que se renuevan todos los años. Pero, gracias a datos del programa “Las víctimas contra la violencia” del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, sabemos que en el 2012 se registraron un 6% de casos de violencia de género en transporte público, porque de los 1139 casos que se presentaron, 68 transcurrieron en este ámbito. Entre enero y mayo de 2013 de 480 denuncias, 18 sucedieron en este ámbito. ¿Tendremos que llegar a tomar medidas extremas como en Japón?

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En Tokio, puede parecer exagerado e increíble, pero el gobierno decidió implementar vagones exclusivos para mujeres con el fin de evitar a estos depravados que creen que con una mirada se van a levantar una mujer en el subte. Si, parece demasiado; pero en Buenos Aires también trató de legislarse esta opción, aunque no contó con apoyo suficiente. ¿Es necesario el extremo? Más fácil sería si al que te mira lo ponemos en evidencia.

Otra sorprendente pasó en México. En el Metrobús las mujeres suben al colectivo por las puertas delanteras y esperan en zonas exclusivas de las paradas; además de que existe un servicio de colectivo rosa en el que sólo pueden viajar mujeres. Pobres los hombres educados y correctos.

También hay que ser realistas, no todos son iguales y no todos buscan la mirada penetrante, el contacto físico o la calentura. La segregación de géneros no tiene que ser la respuesta. Ambas partes deben convivir.

¿Tuviste alguna experiencia?

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