El 19 de diciembre pasado un avión se estrelló contra una casa cuando no pudo frenar en la pista y siguió de largo en el aeropuerto de San Fernando. Como consecuencia del accidente, murieron el piloto Martín Fernández Loza, 44 años, y su copiloto Agustín Oforte, de 35.
La aeronave, un Bombardier Challenger 300, matrícula LV-GOK regresaba de Punta del Este y no tenía pasajeros al momento del accidente, lo que hubiese provocado que la tragedia sea aún mayor.
A un mes del hecho, se conoció el informe del cuerpo de bomberos que participó de las tareas de rescate y extinción del incendio. Se pudo determinar que las causas del accidente de la aeronave (perteneciente a la familia Brito) se produjo por “fallas operativas, técnicas y de infraestructura”.
En primer lugar, se detectaron diferencias en la trayectoria que llevaba la aeronave y la que debería haber realizado para aterrizar correctamente.
También se destacó que la presencia de aeronaves en desuso provocó una tardanza en la asistencia de los bomberos. Entre el momento que la aeronave se estrella y la llegada del cuerpo de bomberos transcurrieron 2 minutos y 38 segundos.
El informe da cuenta de la existencia de una zanja de desagüe que obstaculizaba el paso de vehículos en caso de tener que asistir a una emergencia. Otro problema que debieron enfrentar los bomberos fue el de la presión de agua. La misma se determinó que no era suficiente.
Por último, se confirmó lo que comentaron varios testigos. Una de las puertas fue activada, lo que hace suponer que alguno de los tripulantes de la aeronave pudo haberla accionado intentando escapar.
Si bien se trata de un informe preliminar, resta saber si la grabadora de sonidos de la cabina detectó alguna anomalía. Esto se sabrá en las próximas semanas.