Especialistas aconsejan cómo, cuándo y qué cosas tener en cuenta a la hora de contarles la verdad a nuestros hijo nacidos a partir de tratamientos de reproducción asistida.
Entre médicos psicólogos hay consenso sobre la importancia de contarles la verdad sobre su origen a los niños nacidos mediante técnicas de reproducción humana asistida (TRHA), nacidos con óvulos o espermatozoides de las parejas y, en especial, con gametos donados. Entre otros beneficios, sostienen los profesionales, saberse tan buscados y deseados favorece el vínculo de amor y su autoestima Pero… ¿cómo, cuándo y qué cosas tener en cuenta a la hora de contarles la verdad?
“Hay que hablar del tema desde la primera infancia, incluso desde que son bebés -sostiene la psicóloga Estela Chardón, de la ONG Concebir y mamá de dos hijas nacidas por ovodonación”. Para la especialista, es importante aprovechar el interés del niño en temas vinculados a la reproducción: de dónde vienen los bebés, qué tiene en la panza una mujer embarazada, cómo nace un hermanito de un compañero del jardín o de la familia, cómo nació él mismo.
“Cuando se habla entre los 2 y 4 años, hay que utilizar un lenguaje simple, claro y breve. Tener en cuenta la capacidad de comprensión y de atención. A medida que el niño crece, es importante responder sus preguntas, y relacionar el tema de la donación con los temas que aparecen tanto en el colegio como en las películas o series que ven. No temer usar palabras como óvulo, célula o espermetozoide…los chicos de hoy hablan de «internet», «wifi», «tablet’ con la misma facilidad que pueden entender palabras de la biología”.
Para Chardón “no se trata de contar una historia, se trata de iniciar un diálogo prolongado, que se irá complejizando a medida que los hijos crecen. Se trata de informar que por suerte en nuestro país tienen derecho de acceder a la información que deseen o necesiten sobre su donante (se refiere al artículo 564 del nuevo código civil) y que sus padres los acompañarán y ayudarán en lo que sea necesario. Esto reduce la ansiedad y da un cauce a la curiosidad normal de todos los hijos”.
La doctora en psicología y especialista en infertilidad y conformación de familias Leticia Urdapilleta aconseja que antes de contarles la verdad “es importante informarse e instruirse con profesionales especializados en psicología de la infertilidad”. Ella sugiere hablar con los hijos cuando son muy chiquitos, ir agregando información con el tiempo y ayudarse con libros infantiles especialmente escritos para ese fin.
Algunos de los títulos en el mercado son: Así fue como llegaste, de Silvia Jadur y Contanza Duhalde, Mi pequeño milagro, de Pilar Dolz del Castellar y En Busca del Atesorado Bebé Canguro, de Carmen Martínez Jover. Hace algunos meses se editó Una historia especial, de Marianela Casanova, que cuenta la historia de un niño que nació por la decisión de una madre soltera, con donación de espermatozoides.
“Los secretos en las familias suelen ser dañinos, más aún cuando se develan de forma accidental; el derecho a la identidad y a conocer el origen abarca a todas las personas; (saber la verdad) es importante para la salud física del nacido y de toda su descendencia”, sostiene Urdapilleta. “La apertura -agrega- brinda “confianza básica” (ese sentimiento de seguridad que un niño adquiere en su vínculo con los demás y con él mismo), y los protagonistas, o no, en su desarrollo, son los padres. Cuando la falta de verdad vulnera la confianza, puede provocar trastornos en la persona y en las relaciones con el entorno (…)”. Para esta psicóloga “no es conveniente enterarse de que uno no comparte ADN con uno o ambos padres durante la adolescencia o adultez; más aún si esta información se reveló de manera accidental, ya que suele conducir a la conmoción, enojo, desilusión, decepción y resentimiento con los padres por las mentiras y engaños”.
“Cada uno tiene que encontrar su propia manera de relatarle a su hijo cómo fue el camino recorrido”, opina por su parte la psicoanalista Laura Wang. “Es bueno que la historia de su concepción -agrega- haya circulado con palabras entre quienes forman parte del universo de los padres y haya estado al alcance del niño. Así cuando el niño pregunte sobre cómo llegó al mundo el relato habrá formado parte de su historia”. Para hablar sobre el origen, sostiene Wang, hay que esperar que el niño pregunte, no antes, pues a veces el apremio de los padres a dar cierta información genera angustia en los niños. Y concluye: “hablar con un hijo sobre lo difícil o compleja que fue su concepción ofrece a los padres la posibilidad de conectarse con variadas emociones que fortalecen el lazo de amor entre ellos”.