Lo responsabilizó por no anticiparle las jugadas de la contrainteligencia interna, a la que adjudica la muerte del fiscal. El militar maneja la inteligencia del Ejército desde 2007. Este año, electoral, administrará casi 2.000 millones de pesos. Cristina apuntó contra el desplazado Stiusso, de quien fue jefa durante siete años y a quien jamás pudo dominar. Si la Justicia incrimina al espía, ella deberá dar una respuesta. Todos los detalles, en esta nota de #BorderPeriodismo.
Por Javier Alvarez (@JaviAlvaBa)
«Dígame que mierda está pasando”. Ese fue el saludo con el que Cristina Kirchner abrió el diálogo telefónico con el jefe del Ejército, César Milani. Era la madrugada del lunes 19 de enero. El cuerpo del fiscal Alberto Nisman iba rumbo a la morgue judicial. Cristina interrogó a Milani y discutió fuerte con él, reveló un alto funcionario a #Border. Ella le había pedido en 2013 que reforzara el blindex porque desconfiaba de la Secretaría de Inteligencia, que estaba bajo su responsabilidad pero fuera de control.
¿Qué tenía que ver Milani con Alberto Nisman? Nada. Pero sí el militar era el encargado de anticipar las movidas de los agentes de inteligencia rebeldes. Cristina está convencida ahora que le tiraron un muerto arriba del escritorio. Milani recibió la orden de Cristina y a fines de enero de 2014 se la transmitió a Francisco Pérez Berbain, su director General de Inteligencia asumido ese mes. Ardua tarea la de controlar la cueva de agentes con contacto directo con la CIA.
Desde que murió Néstor Kirchner, la Presidenta privilegió la inteligencia del Ejército por sobre la de la SI. Entendía ella que Héctor Icazurriaga (a quien había puesto NK a conducir esa oficina presidencial) estaba pintado.En agosto último, Cristina recibió una advertencia sobre escuchas ilegales del espía Antonio “Jaime” Stiusso (ver http://goo.gl/mhRrDq). Lo llamó a Milani y le ordenó extremar los controles. El jefe del Ejército le confirmó que la estaban escuchando.
Milani también le hizo saber a Cristina que Stiusso era quien escribió gran parte de una denuncia relacionada a un supuesto encubrimiento del atentado a la AMIA que Nisman iba a presentar, aunque en ese momento no se sabía cuándo. “Personalmente creo que (Stiusso) hacía algo más que dirigir (la causa AMIA). Los hechos hablan por sí solos”, escribió Cristina en su polémica carta del jueves último en la mañana en la que asegura que a Nisman lo mataron.
Nisman venía trabajando con Stiusso desde 2004, por orden del propio Néstor Kirchner. El espía le llevaba pistas incomprobables jurídicamente al fiscal, y eso generaba chispazos. Hasta que, aparentemente, le vendió lo del encubrimiento con pruebas inconsistentes hasta el momento. Ese tardío descubrimiento de la inteligencia del Ejército hizo que estallara la guerra entre Milani y el sector más estructural de la SI. En medio del avispero, la Presidenta mandó descabezar a la oficina y poner a su hombre de mayor confianza allí, Oscar Parrilli, el 17 de diciembre.
A pesar de las objeciones de organismos de DD.HH que vinculan a Milani con delitos de lesa humanidad en la Dictadura, Cristina lo sostuvo. Y lo dejó poner a sus hombres de confianza: hoy, 25 de los 55 generales provienen de las áreas de Inteligencia o pasaron en algún momento por ellas. El Gobierno le aumentó a la Inteligencia del Ejército un 32% el presupuesto para 2015: transferirá 836,9 millones de pesos sólo para esa tarea. A parte, habrá reasignaciones de partidas que duplicarán ese monto, tal como ocurrió en los últimos cuatro años. Milani repartirá el dinero en todo el aparato de inteligencia militar. Unos 104 millones a la Fuerza Aérea; 568,5 millones al Ejército; y 123 millones a la Armada. Todo el dinero, le pidió la jefa de Estado, tenía que ser destinado a protegerla.
Cristina ordenó también que el ministerio de Defensa, que conduce Agustín Rossi, manejara 40,7 millones sólo para inteligencia. Axel Kicillof acató las órdenes y también le dio 772 millones a María Cecilia Rodríguez, ministra de Seguridad. Las tareas de inteligencia coordinadas por la Presidencia recibirán 800,8 millones de pesos. En esta área está la Secretaría de Inteligencia, desde la que habría salido la megaoperación que terminó con la vida del fiscal Nisman.
Pero Milani viene armando el escudo protector a la Presidenta desde hace siete años, por orden del ahora fallecido Néstor Kirchner, quien lo ascendió a jefe de Inteligencia del Ejército. Milani se había recibido en 1983 de Oficial de Inteligencia. Kirchner lo ascendió en 2007 como subdirector de Inteligencia del Estado Mayor. Y Cristina Kirchner lo nombró director general de Inteligencia el 30 de enero de 2008. En 2013 se convirtió en el jefe de la Fuerza.
En esa maraña de desconfianza entre distintas áreas del Gobierno se investigó la causa AMIA en los últimos años, sin tener un solo avance para el esclarecimiento del atentado que mató a 85 personas en 1994. Y si se comprobara en la Justicia que fue realmente Stiusso el responsable de la muerte de Nisman, Cristina no estará exenta de tener que dar alguna respuesta. Si bien limpió la SI antes de la muerte del fiscal, nadie podrá creer que el espía armó todo un día antes del fatal domingo 18 de enero. Stiusso estaba en la SI desde 1972. De sus 42 años como agente de inteligencia, once fueron en las administraciones kirchneristas y siete, bajo el poder de Cristina. Si la Justicia lo incrimina, la Presidenta también deberá responder.