El elegido de nuestra Borderentrevista es pediatra, fundador de CONIN (Cooperadora de la Nutrición Infantil), flamante miembro de la Academia Nacional de Medicina y candidato al Premio Nobel de la Paz. Es médico desde hace cuarenta años y hace veintidós que se dedica exclusivamente a pobreza extrema. A solas con Border, el argentino propuesto para Premio Nobel de la Paz habla de hambre, educación y la importancia de los primeros mil días de vida.
Por Fernanda Sández
Tiene una sonrisa solar y una simpatía que le quita edad. Pero está cansado. Tiene 67 años, vino anoche desde Mendoza, donde vive, y en algunos minutos estará frente a un auditorio de empresarios hablando de lo importante que es “invertir en inteligencia” y velar por la primera infancia. De cómo, en esos primeros mil días de vida, se juegan en realidad todos los que vendrán. El hombre que más sabe de la nutrición y el hambre en la Argentina nos cuenta cómo estamos y por qué.
Border: Doctor, usted debe estar contento ahora que la Argentina, según se difundió, alcanzó la meta del Hambre Cero…
Albino: (Se ríe) No me haga hablar de más. Pero es mentira, eso. Yo tengo 65 centros CONIN en todo el país y si no hubiese desnutrición, esos centros desaparecerían. Y cada vez tengo más centros. Combatir el hambre es muy sencillo, se arregla con un sándwich; combatir la desnutrición es una tarea mucho más ardua, porque hay que hacer un abordaje integral de la problemática social que da origen a la extrema pobreza. Y eso es lo que nosotros hacemos desde hace 22 años. Nosotros hicimos el primer centro de prevención de la desnutrición del mundo. Ahí damos educación nutricional, educación para la salud, lactancia materna, estimulación temprana, escuela de artes y oficios, etc. Y fuimos premiados por eso en Granada, el año pasado Porque si no se lo aborda muchos flancos a la vez, con esto no se termina.
Border: ¿Hay conciencia real de lo importante que es concentrar los esfuerzos en esa primera etapa de la vida? Porque la evidencia está ahí…
Albino: Yo le digo una cosa, la experiencia mía de un hombre grande: yo soy médico hace 40 años y hace 22 que estoy dedicado a la pobreza y a la desnutrición. “La gente es brutal, odia siempre al que sueña. Se burla y con risas despeña su intento mejor” como dice un tango. Esa es la historia, esa es toda la historia. Ya se sabe qué es lo que hay que hacer. Pero no se hace. No sé por qué. Somos raros, los argentinos. Somos raros y somos malos, no estamos como estamos porque sí. No es que haya venido un marciano a bombardearnos ni que nos mire mal desde Estados Unidos el juez Griesa. Igual, ya solucionamos todo: como a nuestros chicos les va mal en los exámenes, ya no se toman más exámenes y listo. Los chicos ahora tienen ingreso irrestricto y egreso irrestricto también. Así solucionamos todo los argentinos.
Border: ¿Y qué cree que nos pasó para llegar hasta acá? ¿Por qué nos caímos?
Albino: Porque cayó la educación. El nuestro fue un gran país cuando se dijo “Gobernar es poblar” y cuando se dijo “Hay que hacer de la Patria una gran escuela”. Y todo se cayó cuando se cayeron estos conceptos. Y a mí me da tristeza lo que pasa. Yo tengo 67 años, a mí me cuesta venir a Buenos Aires. Trabajo como un animal en mi consultorio, me levanto temprano, me acuesto tarde. Y estoy bien porque me gusta hacer lo que hago. Pero me cuesta explicar lo obvio. Es como si yo tuviera que convencer a la gente que ahora es de día. Y eso a veces me cansa. Pero gracias a Dios (se ríe) se me pasa enseguida.
Border: También tendrá sus recompensas, tanto trabajo…
Albino: Sin dudas. Mire si no lo que me pasó: hace un año, me citan en un restaurant muy lindo, muy coqueto. Me recibió un chico muy bien, muy lindo. “Yo soy del Algarrobal. De CONIN”, me dijo. Estaba en cuarto año de Ingeniería electrónica pero se financiaba trabajado ahí. Por eso, cuando me preguntó qué iba a comer, sólo atiné a decirle “Dejá, ya comí. Es más: si querés, cobrame” (risas)
Border: ¿Considera que el tema de lo importante que es la primera infancia es realmente entendido por los políticos o ellos están en otras cosas?
Albino: Lo que me parece es que con el tema de primera infancia se van prendiendo los troncos. Me han llamado los gobernadores de Mendoza, de Salta, y aquí con Macri estamos trabajando para reconvertir 41 centro de atención primaria en centros CONIN. Lo que falta es el político que se dé cuenta de lo importante que es todo esto, y haga de todo esto una política de estado. Porque eso es justamente lo que hicieron en Chile. Yo estaba en Chile cuando Chile era una aldea. Y el boom de Chile, ese que tantos se atribuyen, tiene un solo nombre y es Fernando Monckeberg, mi maestro en medicina. Ese tipo cambió la historia a millones de chilenos. Mire, la mortalidad infantil es un indicador indirecto de de desnutrición infantil. Chile hoy tiene 7 de mortalidad infantil. Cuando yo llegué a estudiar, tenía 130.
Border: Entonces, la pobreza se puede “curar”…
Albino: Sin dudas. Porque existen dos cosas, dos cargas: la genética (que es la carga que cada uno trae) y la epigenética, que se relaciona con el ambiente en el que uno crece. Si el ambiente protege, estimula, contiene, estima, entonces uno logra objetivos. El ambiente empuja hacia arriba, pero si es hostil, sin figuras paternas y maternas claras y presentes, un alrededor sin colores ni fotos, no vamos. El pobre es pobre en todo: en amigos, en experiencia, en prospección. Y además, no tiene plata.
Border: ¿Me cuenta algún caso que recuerde especialmente de los chicos atendidos en CONIN?
Albino: Bueno, a mí me emocionó mucho un chico nuestro que bailó en la Fiesta de la Vendimia. Bailó malambo, gato, cueca, floreaba a su compañera….Yo disfrutaba más que la madre. Ella me gritó: “¡Doctor, ese que baila es el Gervasio!”. Y él había llegado a CONIN desnutridito. De nuestros centros los chicos egresan con un vocabulario de cuatro mil palabras, por eso después en la escuela van en coche. ¡Si hasta abanderados tenemos!
Border: Pero, ¿en qué estado llegan?
Albino: Terrible. Imaginesé: yo un día, quise cerrar una puerta y no pude. Insisí pero no había caso. Entonces me di vuelta y me di cuenta de que no cerraba porque le estaba agarrando la mano a un chico. Y el chico no decía nada,, ni pío. O yo caía con una pelota de fútbol nueva, se las pateaba y nadie me la devolvía. Porque, ¿cómo iban a patear esa pelota nueva y lustrada, de cuero? Ni se les ocurría. Ahora son todos unos indios: vienen, se me trepan. Son chicos normales. Antes no.
Border: Cuenteme de su candidatura al Premio Nobel de la Paz…
Albino: Ah, eso es una nominación de un grupo de acá. Pero igual sé que no me lo van a dar nunca (sonríe). A mí me lo dijo muy bien mi maestro, Mönckeberg, cuando se enteró. Me dijo (imita la tonada chilena”: “Oie, te quiero decir que nunca vas a conseguir el Nobel, guatón. ¡Porque no eres marxista, huevón!”, dice. Y suelta una carcajada. Y ya no hay manera de no reír con él.
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