En un mundo laboral complejo y competitivo como en el que vivimos, poseer creatividad o destreza manual es un diferencial que puede ayudar a alcanzar el bienestar deseado. Es sabido que practicar un deporte o ir a clases de yoga hace muy bien, pero también está comprobado que adquirir un oficio o hacer manualidades sirve para desconectar y adentrarse en el aquí-ahora.
Aunque sea difícil de creer, en pleno tsunami tecnológico, profesionales coinciden que hacer cosas con las manos puede ser sinónimo de felicidad. Adquirir un oficio lleva años y hacer manualidades puede sonar una cosa de viejo pero lejos de perder vigencia, las actividades manuales están de vuelta y sirven para alcanzar el equilibrio mente-cuerpo / aquí-ahora y en algunos casos hasta terminan siendo una salida laboral.
Betsan Corkhill es una terapeuta inglesa que fundó la organización Stitch links -enlaces de punto- y se encarga desde 2005 de analizar los efectos que generan en las personas las actividades manuales, especialmente el tejido.
El año pasado, Corkhill realizó una encuesta sobre 3545 personas que se dedican a tejer y lo que sienten al hacerlo. La misma dio como resultado que a más de la mitad les hacía sentir muy feliz y muchos más dijeron que tejen sólo para lograr efectos de relajación, alivio del estrés y creatividad.
Corkhill sostiene que tejer y bordar son herramientas ideales para manejar el estrés y al ser fáciles de cargar, son ideales de aplicar durante la hora de almuerzo o en el viaje hacia y desde el lugar de trabajo, a su vez permiten manejar la ansiedad, el pánico y situaciones de angustia.
También afirma que las actividades manuales en equipo son más beneficiosas que hacerlas solos porque el cerebro trabaja mejor y da origen a esta maravillosa lista:
- Desafío mental y resolución de problemas
- Conexión social
- Mindfulness –concentración conciente-
- Desarrollo de la coordinación mano-ojo, percepción espacial y destreza motora fina
- Aprender y enseñar
- Centrar la atención y pensamientos en una tarea
- Fomenta la creatividad activa
- Da un sentido de orgullo y logro
- Enseña paciencia y perseverancia
- Facilita la formación de la memoria
Para muchos, el estar en el aquí y ahora puede ser una misión imposible, pero lograrlo parece ser la llave maestra. Consultada por Border-P, la Lic. María Ofelia Carbonell, psicóloga clínica, afirma: “las actividades y destrezas manuales ayudan a estar concentrados en el momento presente, sin preocuparnos por «lo que va a pasar» -fuente de la ansiedad- ni por «lo que ya pasó» -fuente de las tristezas y depresiones-.
“Practicar “mindfulness o concentración consciente” ayuda a calmar diferentes complicaciones por las que puede atravesar una persona o salir de pozos depresivos. Por supuesto, no se trata de fórmulas mágicas para alcanzar la felicidad, sino que son estrategias que deben ser aprendidas y practicadas con la supervisión de profesionales entrenados en estos temas. La felicidad no es un punto de llegada sino un camino a transitar día a día, esto requiere voluntad, ganas, perseverancia y aprender a poner la mente en positivo, no negando los problemas cotidianos pero tampoco agigantándolos”, concluye Carbonell.
Hablando de problemas, los que siguen la serie House of Cards seguramente tengan presente el mundo de batallas y soldaditos en miniatura con los que despeja la mente su protagonista, Frank Underwood -Kevin Spacey– al regreso de su trabajo como político -ni más ni menos que de los Estados Unidos-. Los pinta, mueve, mira, los cambia de lugar, todo se detiene, se hace lento y él parece disfrutar de ese presente.
Paz Brarda es diseñadora gráfica y hace casi nueve años, mientras cursaba su carrera en la UBA, se cruzó por azar con el collage –técnica que consiste en ensamblar elementos diversos en un tono unificado-. “No sabía usar programas de diseño, no sabía ilustrar, ni siquiera terminaba de entender qué significaba generar un lenguaje visual, ni un clima. De alguna manera comencé a ensamblar imágenes, re contextualizar otras y ese proceso fue tan satisfactorio y único, que fue así cómo nació el collage en mi vida y ya nunca más paré”.
Hoy, Paz da clases en su atelier, un espacio lleno de tijeras, plasticolas, planchas de corte y lo más importante: revistas y libros para recortar, si, recortar. Lejos de que el aire se corte con tijera, el lugar destila energía, creatividad y le hace honor al nombre de su maestra, “muchas veces tuve el prejuicio de pensar que quienes vendrían al taller tenían como fin generar imágenes bellas, contrariamente, lo que sucedió fue que me encontré con que la búsqueda del otro estaba asociada al bienestar que genera contactarse con la cuestión manual, que a su a vez permite resignificar y rearmar cuestiones muy personales. Hay algo de desconectar o quizá de conectar con otra cosa que sucede en el acto manual, en el acto creativo, como el anhelado aquí y ahora”, concluye.
En Buenos Aires existen varias escuelas de oficios donde capacitarse en diferentes rubros, también infinidad de cursos donde todo varía dependiendo de las ganas y aspiraciones del alumno. En el barrio de Barracas, en el distrito de diseño, se encuentra el Centro Metropolitano de Diseño (CMD) donde funcionan cinco escuelas de oficios: marroquinería, textil, alta costura, mueble y tecnología. Más de tres mil personas pasaron por ahí el año pasado y se esperan muchas más para este. En este lugar, luego de la capacitación, se crea una bolsa de trabajo donde se busca vincular los recursos que nacen con las necesidades de empresas, proveedores o talleres.
“Cada día se acerca más gente a las escuelas de oficio porque la idea de producir nuestros objetos se ha convertido en algo vital, nos hemos reconciliado con el rol de productores. Un objeto cobra sentido a partir de la historia de cómo esta hecho, el trabajo que requiere, los saberes que se pusieron en juego, el amor que se puso al hacerlo. Esta historia es la que se repite y se ve a diario en los alumnos que pasan por aquí”, afirma con énfasis, Laura Salles, Coordinadora general del Distrito de Diseño porteño y del CMD.
Erica Velasco tiene 43 años, en 2010 hizo un curso de corte y confección, siempre tuvo habilidades manuales pero nunca se había animado a ir por más. “La satisfacción que sentí el día que hice mi primer pantalón me dio vuelta la cabeza, no tiene precio, es algo que todos deberían experimentar”, cuenta entusiasmada. Tres años después comenzó a enseñar a sus alumnas la misma pasión que ella siente, ya que se convirtió en ayudante de la escuela de oficios del CMD. “En las clases de alta costura encontrás todo tipo de intereses: la búsqueda de una salida laboral, estudiantes de diseño que llegan sin saber manejar una regla, y quienes se anotan por el simple hecho de hacer algo. Yo siempre les digo lo mismo, que no importa el resultado, lo más importante es animarse. La libertad que se siente cuando uno empieza a ver que puede hacer algo con sus manos… esa libertad no se compra con nada”.
Créditos:
PH: Paz Brarda: Coni Rosman
PH: CMD y talleres : Alejandro Reynoso