Se trata de la Primaria 21, de Villa del Parque. En agosto del año pasado les prometieron obras que terminarían en el verano. No las hicieron. Arrancan el 7 de marzo, con polvo, obreros y sin biblioteca. Les prometen que es seguro tener clases “en obra”. Las quejas de los padres. Promesas incumplidas con recursos.
Una obra se demoró un poco más de lo pensado en la Escuela Primaria 21, “Rompehielos Gral. San Martín”, en el barrio porteño de Villa del Parque. Los trabajos de refacción que comenzaron en agosto del año pasado, y que estaba previsto que no se iban a extender por más de 180 días, pero no: llegaron hasta estos días y obligaron a retrasar el comienzo de las clases. El comienzo del año lectivo para este establecimiento público será recién mañana, aunque con un detalle: los padres denuncian que sus hijos tendrán clases en aulas con paredes agujereadas, a su vez, subdivididas con placas de durlock, y sin lugar para las clases de educación física.
La escuela 21, de jornada completa y con un promedio de entre 16 y 20 chicos por grado, comenzó a ver cómo cambiaba su imagen en agosto de 2017. Las obras tenían como meta hacer un primer piso para instalar allí el comedor escolar. Pero el trabajo se alargó más allá de los plazos previstos. “Se iba a terminar en diciembre, pero no solo no se terminó sino que no se trabajó durante las vacaciones. Volvieron todos (por los obreros) el 15 de febrero cuando se reincorporaron los docentes”, dice Giselle Maero, mamá de uno de los alumnos de séptimo grado de la escuela, en diálogo con #BORDER.
Cuando las familias se acercaron al colegio, al final de las vacaciones, se encontraron con una obra a medio terminar. “La detonaron a la escuela”, dice la mujer. A pesar del conflicto por los salarios docentes, la Ciudad es el distrito con más recursos y con un abultado presupuesto educativo. Las demoras tienen poca explicación.
Desde el Ministerio de Educación porteño aseguraron que, para hacer el primer piso en donde funcionará el comedor, “hubo que realizar algunas modificaciones estructurales”, pero que “las clases se dictarán normalmente”.
Los padres denunciaron que a los alumnos de primer y segundo grado los ubicarán en un aula dividida con durlock, que la escuela funcionará sin biblioteca ni sala de música y que, por haberse reducido -por las obras- el espacio del patio, las clases de educación física deberán realizarse en otro lugar, ya no en la escuela, mientras que para comer, los chicos deberán hacerlo en sus aulas. El inicio de clases, en tanto, será recién mañana (en la Ciudad de Buenos Aires empezaron la semana pasada, el jueves 1 de marzo, aún cuando por las negociaciones paritarias hubo paro esta semana).
“El viernes nos dijeron que arrancaban y llegamos a la puerta y tuvimos que volver”, cuenta Maero. “La escuela está llena de polvillo y de cosas. Y es muy inseguro para los chicos, porque parte del techo no está cerrado”, agrega la mamá. En este sentido, desde la cartera a cargo de Soledad Acuña, sostuvieron que la seguridad estará garantizada.
Cecilia Fernández Tuñón, con dos hijos en la escuela, explica la “incertidumbre” en torno al funcionamiento que tendrá la escuela en las próximas semanas. “Está todo como a definir. Una de las paredes está recién pintada. El patio ha sido bastante reducido, tiene muchos objetos, como armarios, escritorios, las cosas de gimnasia y material didáctico. Y no te saben decir la cantidad de metros cuadrados que tiene cada aula y si respeta el espacio por alumno”, dice la mamá.
Las familias ya tuvieron dos reuniones con autoridades del Gobierno porteño, del área de infraestructura escolar. La última fue este martes, en donde les garantizaron la seguridad de los alumnos. A su vez, se enteraron de algo más: les anunciaron que las clases deberán convivir con las obras, en gran parte del colegio, durante todo el año.