El Encargado 2: amigos por conveniencia

La segunda temporada de la serie creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat vuelve a brillar con un Guillermo Francella de nuevo memorable.
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Créditos: el-encargado-2
Por: Pablo Strozza

Tras el fracaso de su destitución como encargado de un edificio en un barrio acomodado de la ciudad de Buenos Aires, Eliseo Basurto continúa con su trabajo. La terraza, donde estaba su antigua vivienda, mutó y no es la misma, y él vive en otro departamento en el edificio. Todo parece ir sobre rieles hasta la llegada de Lucila Morris, la cara visible de una ONG que se dedica a dar asistencia solidaria a personas en situación de calle. Morris, además, plantea cambiar la figura del presidente del consorcio por un consejo de propietarios tras descubrir un par de cuentas del edificio con números que no cierran con claridad. Este hecho pone en alerta a Eliseo y a su archi enemigo, el abogado Gabriel Zambrano, quienes deciden dejar atrás sus irreconciliables diferencias para hacer causa común contra esta amenaza que, sin dudas, perjudicará a ambos.

Si la primera temporada de El Encargado fue uno de los grandes hitos del streaming del año 2022, su secuela no sólo confirma las altas expectativas que había sobre su resultado, sino que dobla la apuesta y sube la vara. La serie creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat y protagonizada por Guillermo Francella en el papel de Eliseo, que se puede ver a través de Star +, vuelve a destacarse por sobre la numerosa oferta local y extranjera gracias a su humor negro en tono de comedia y a una incorrección política que muchas veces logra que el espectador termine a las carcajadas por cosas que, a priori, no están bien desde lo moral. Del mismo modo en que una caída en la calle suele arrancarnos una sonrisa fuerte, El Encargado hace lo mismo. La manera disimulada en la que Eliseo suele asustar a los transeúntes que pasan por la puerta de su edificio mientras baldea la vereda (gag de la primera temporada que se repite, por lo que la maldición del spoiler no aplica en este caso) es uno, y quizás el más leve, ejemplo al respecto.

 

 

El rol de Francella y su antagonismo con un excelente Gabriel Goity (en el papel del doctor Zambrano) son claves para el éxito de El Encargado. Ambos ejecutan sus roles con una economía gestual que es muy bienvenida, ya que escapa al vicio de la declamación en el que suelen caer muchos actores argentinos. Una mirada, una cara, movimientos casi imperceptibles: ambos se lucen más por lo que sugieren que a veces por lo que dicen. Y esto no es una crítica al guión, sino todo lo contrario: ante una estructura de texto férreo, los dos supieron darse cuenta que menos es más. María Abadi, en el papel de Morris, juega como la antagonista femenina, y el acompañamiento de Pochi Ducasse, Martín Slipak, Darío Barassi, Dani La Chepi y Diego Torres, entre otros, solidifican la historia.

Así como en la primera temporada de El Encargado una lectura entre líneas daba cuenta de una crítica velada al gremio de los encargados de edificios, en esta segunda temporada se suma como blanco de la sátira las organizaciones no gubernamentales que, según la mirada de Cohn y Duprat, suelen poner el foco en mostrar de manera marketinera más de lo que de verdad ayudan. Más allá de lo obvio, lo importante acá no son los juicios de valor o las dobles lecturas, sino que el disfrute pasa por buscar desde la ficción olvidar la mayoría de los problemas cotidianos de la mano de un remedio natural e infalible: la risa. Entonces, a sentarse a ver El Encargado 2 libre de prejuicios. Cada capítulo dura nada más que media hora, por lo que la excusa de la falta de tiempo, en este caso, no corre. ¡A reír fuerte, entonces, qué se acaba el mundo!

 

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