El papa Francisco, quien falleció el lunes, dejó tras de sí un legado de compasión y solidaridad con los más vulnerables. Durante su papado, siempre trabajó por la inclusión de aquellos que se encuentran privados de su libertad. En este contexto, su última acción generosa fue donar 200 mil euros a un centro penitenciario en Roma. Esta cantidad, proveniente de su cuenta personal, estaba destinada a la fábrica de pastas que funciona en el lugar, el centro penitenciario para menores Casal del Marmo.
El obispo Benoni Ambarus, quien se encarga de la Oficina para la Pastoral Carcelaria en Roma, explicó que, en su última conversación con el Santo Padre, mencionó la “cuantiosa hipoteca” que pesaba sobre la fábrica de pastas. Francisco, con su habitual empatía, le respondió: "casi me quedo sin dinero, pero aún tengo algo en mi cuenta" y decidió ayudar.
A través de los años, el papa Bergoglio mostró un firme compromiso hacia la defensa de los derechos de los prisioneros. Durante su tiempo como pontífice, visitó varias cárceles en diversas ocasiones, incluyendo su presencia en el penal de Regina Coeli este Jueves Santo, donde hizo un llamado contundente para que la sociedad no olvide a las personas recluidas.
En momentos pasados, el papa visitó lugares como Casal del Marmo en 2013 y Rebbibia en 2015, además de otras prisiones, donde siempre abogó por la dignidad de los reclusos. En 2019, mientras el Sumo Pontífice se encontraba internado por motivos de salud, reafirmó su compromiso de estar cerca de aquellos que sufren.
"Ellos están sufriendo y tenemos que estar cerca de ellos a través de la oración", expresó Francisco en una de sus homilías, reconociendo el profundo dolor que enfrentan no sólo los presos, sino también sus familias. Su fuerte defensa hacia este grupo social marca una huella imborrable en la Iglesia y en la sociedad, y su legado perdurará.