El arzobispo de Canterbury en Inglaterra, Justin Welby, presentó su renuncia tras ser señalado por no haber investigado adecuadamente un escándalo que involucra a la Iglesia en el encubrimiento de abusos a menores cometidos por el abogado John Smyth.

Este caso, que envolvió a la institución, involucra a más de 100 niños y jóvenes que fueron víctimas de abusos físicos y sexuales durante las décadas de 1970 y 1980. Smyth, quien era un miembro destacado de la organización benéfica cristiana Iwerne Trust, dirigía campamentos de verano en los que sometió a los jóvenes a brutales agresiones.

El informe independiente que llevó a cabo Iwerne Trust en 1982, detalló cómo la Iglesia de Inglaterra permitió durante décadas que estos abusos quedaran sin justicia. Según el informe, Smyth es considerado uno de los abusadores en serie más prolíficos ligados a la Iglesia, y las denuncias sobre sus actos solo fueron llevadas a la policía en 2013, más de 30 años después de que comenzaran los hechos.

Welby, que reconoció su responsabilidad por no haber tomado medidas adecuadas tras enterarse de los abusos en 2013, declaró: «Los últimos días han renovado mi sentido de vergüenza profunda y prolongada por los fracasos históricos de la Iglesia de Inglaterra».

El arzobispo afirmó que en ese momento creyó erróneamente que el caso se resolvería de manera adecuada, pero reconoció que no actuó con la diligencia que la situación requería.

Por otro lado el informe Makin, encargado tras la muerte de Smyth en 2018, señaló que Welby no garantizó que se investigara a fondo el caso. En su renuncia, el Arzobispo detalló: «Está muy claro que debo asumir la responsabilidad personal e institucional por el largo y traumático período entre 2013 y 2024».

La salida de Welby fue recibida con alivio por algunos, como el ex sacerdote anglicano Gavin Ashenden, quien expresó a la BBC que se sentía «aliviado, principalmente por las víctimas de abuso sexual, pero también por la institución misma».

Durante su mandato de diez años, Welby enfrentó no solo esta crisis, sino también tensiones internas por cuestiones como los derechos de las mujeres y la inclusión de personas homosexuales dentro de la Iglesia.

El sucesor de Welby tendrá el desafío de intentar sanar las profundas divisiones dentro de la comunidad anglicana y enfrentar la caída en la asistencia a la iglesia, que ha disminuido en un 20% en el Reino Unido desde 2019.