Se trata de Miguel Ángel Blanco García Ordás, de San Martín e integrante de la unidad especial de Derechos Humanos que actúa en causas de lesa humanidad. Una empleada lo denunció y fue trasladada, sumariada y denunciada penalmente. Cd’s porno, apoyadas, tarjetas deseándole sexo, arrinconadas. Cómo sus contactos en la familia judicial lo protegen. Lo insólito: en enero subrogaría la fiscalía que lleva la denuncia en su contra.
“Cuando iba con pollera me decía que iba a tener que hacer lo que recomienda Lousteau, haciendo referencia a que el economista escribió en un libro que había que masturbarse antes de tomar una decisión importante”.
“Me agarró de los hombros y me tiró contra un mueble, diciendo: ‘ay, qué linda que sos’, samarreándome a la vista de otras dos personas”.
“En la sede de la calle Belgrano la cocina es como incorporada al salón principal (…) El fiscal Blanco siempre pasaba, cuando yo estaba preparándome la comida, y me rozaba la altura de mi cola con sus genitales, apoyándome con la excusa de que tenía que pasar para el otro lado a buscar un vaso o algo. Pasaba muy seguido”.
“Como yo no soy católica él me decía que eso se arregla fácil, que él podía llevar una piletita con agua y que yo me ponía como un bebé ahí adentro y que me bautizaba“.
Estos textuales corresponden a la denuncia de una empleada judicial, María Aurelia Cabrera Blatter, contra Miguel Ángel Blanco García Ordás, titular de la Fiscalía Federal Civil, Comercial y Contencioso Administrativo N° 1 de San Martín y, a su vez, integrante de la Unidad Derechos Humanos de San Martín de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), dependiente de la Procuración General de la Nación. El fiscal fue su jefe durante más de 20 años, hasta julio del 2017. Pero como parece la norma en estos casos, que comenzaron a tener mayor difusión tras la denuncia de la actriz Thelma Fardin y el #MeToo argentino, quien tuvo que ir a declaración indagatoria por un supuesto delito… fue ella.
¿Por qué? Porque Cabrera Blatter enfrenta una denuncia por daños de una excompañera en la fiscalía -apoyada en la causa por el mismo fiscal Blanco García Ordás, quien le dio un ascenso- en la que la acusan de haberle rayado el auto y le reclaman arreglos por 31 mil pesos. ¿Por qué eso es relevante? Porque con una condena en un caso así, a la empleada que denuncia abuso sexual la pueden dejar sin trabajo. Pero vayamos por partes.
La prueba con la que llevan a Cabrera Blatter a juicio es este video aportado por cámaras de seguridad. Es del 26 de junio del 2017. Con esto, peritajes de ambiguo resultado y declaraciones de testigos que no vieron nada se sustancia una causa penal contra una denunciante de abuso sexual.
La cronología de este caso revela cómo funciona la familia judicial.
- El 4 de julio de 2017 denuncian a Cabrera Blatter por los “daños” al auto de su compañera, beneficiada con un ascenso.
- El 5 de julio de 2017, el fiscal Blanco García Ordás pide su traslado.
- El 7 de julio de 2017, a las 6.12AM, el fiscal le envía una solicitud de amistad a Cabrera Blatter en Facebook.
- El 13 de julio de 2017 el fiscal le inicia un sumario por el supuesto rayón a Cabrera Blatter y a otro compañero de trabajo. La empleada es transferida a otra fiscalía, en San Isidro, y pasa a ocupar un puesto menor al que corresponde a su rango, en mesa de entradas. No hay antecedentes de traslados de esa magnitud sin un dictamen y menos durante la instrucción de un sumario. Pero en este caso se hizo de manera inmediata, con el aval de la entonces procuradora Alejandra Gils Carbó.
- Durante agosto del 2017 declaran en el sumario varios excompañeros de Cabrera Blatter que la describen como “maltratadora”. Declaran 8 agentes judiciales: 3 superiores a ella y 4 de los restantes -incluida quien la denuncia- habrían sido ascendidos recientemente por el fiscal. A su favor, el fiscal Fernando Domínguez, de la oficina donde fue trasladada en San Isidro, responde un oficio del sumariante en el que elogia su desempeño en su nuevo trabajo.
- El 6 de noviembre del 2017 Blanco García Ordás declara por escrito en el sumario. Justifica el traslado porque, dice, “existía una pérdida total de confianza respecto a la nombrada, debido a su conducta totalmente incompatible con la convivencia laboral”, y agrega: “si bien desde hace años pude percibir la personalidad conflictiva, irascible y provocadora de Cabrera Blatter, atento a los hechos que se ventilaron tomé real magnitud de la gravedad de la conducta”. Hasta antes de este sumario, Cabrera Blatter no tenía ninguna sanción por inconducta.
Al sumario lo instruyó con velocidad inusitada el fiscal Mariano Romero Victorica, amigo de Blanco García Ordás, quien en enero del 2018 recomienda la cesantía de la empleada en base a la presunción de un delito doloso que no fue siquiera juzgado aún.
Antes de dedicarse a los derechos humanos, Blanco García Ordás había trabajado con el padre de Romero Victoria, Juan Manuel, quien renunció a su cargo en la Cámara de Casación Penal cuando se lo cuestionó por colaborar con la defensa de un apropiador de niños durante la dictadura.
Mientras tanto, en la causa por el supuesto daño al auto, Cabrera Blatter se quiebra y empieza a contar lo que vivió 20 años trabajando para Blanco García Ordás. Entre otros detalles revela creer que el sumario en su contra se inició cuando el fiscal se enteró de que ella salía con otro empleado de la oficina -el otro sumariado, que no fue trasladado-.
¿Habrá sido que todo surgió del despecho del fiscal?
En su escrito presentado, Blanco García Ordás no dudó en referirse a los sumariados como “la pareja laboral” (las comillas le corresponden al fiscal).
¿Habrá sido que después de tantos no -según relata la empleada judicial- el fiscal no pudo tolerar que otra persona tuviera un sí?
Tal vez eso explique que su amigo Romero Victorica -el que debía probar supuestos maltratos o la rotura de un auto de otra empleada- haya aceptado el pedido de Blanco García Ordás de requerir hasta registros de Migraciones de Cabrera Blatter y del otro sumariado.
¿El fiscal no habrá soportado un viaje juntos de los compañeros de trabajo?
“Cuando volvía de vacaciones me pedía que le muestre la marquita del traje de baño y me decía ‘no me digas que hiciste topless porque me muero’”, relató Cabrera Blatter que le decía Blanco García Ordás.
¿Habrá pensado en todos sus regalos que nunca lograron convencer a su empleada?
“Me llegaban flores de parte de él, siempre la misma florería llamada El Buen Gusto, con una tarjetita siempre con alguna dedicatoria haciendo alusión a que estaba linda“, precisó también la denunciante. Y en todas las causas -sumarios y penales- aportó las tarjetas que el fiscal le enviaba para sus cumpleaños, en las que le deseaba que tenga “mucho sexo” o le escribía otro tipo de dedicatoria: “Tenés las virtudes de una gata (y también el carácter)”.
Esos no eran los únicos regalos del jefe.
“El fiscal Blanco se fue de viaje a Taipei y a su vuelta trajo un cd pornográfico de chicas asiáticas y comenzó a llamarme a su despacho y me mostraba el cd y se reía de los gemidos de las mujeres visualizadas en el vídeo y me manifestaba, riéndose, que dichas mujeres tienen la raya de la vagina igual que las de las mujeres occidentales“, declaró Cabrera Blatter. Y agregó otra situación similar:
“Imprimió un artículo de un diario que hablaba sobre los beneficios del semen en el sexo oral y me llamó y me lo dio diciéndome que lo lea porque puede ser interesante”.
Tampoco fueron esos los únicos gestos que le habrán venido a la mente al fiscal, tras sentirse rechazado.
“Si yo había estado enferma, cuando me reincorporaba me preguntaba: ‘¿Seguro que estás bien ya? Mirá que yo estudié un par de años medicina’. Que casi era médico y que podía revisarme, que me sacara la ropa para que me revise, lo cual obviamente yo no hacía”.
Ante tamaña declaración, el fiscal Marcelo Sendot decide abrir una causa por “otro delito”. Se caratula como “acoso” en el juzgado provincial de garantías 3, con la participación de la UFI 14 de San Martín.
- El 16 de agosto de 2018 Cabrera Blatter declara en la causa de acoso contra su ex jefe.
- El juez Roberto Rossi decide recaratular el caso como “abuso sexual simple” y lo remite a la justicia federal el 31 de agosto. Recae en el juez Juan Manuel Culotta, que se excusa por sus 20 años de amistad con Blanco García Ordás. La causa llega en octubre de este año al juzgado federal 1 de San Martín, a cargo de Emiliano Canicoba y a la fiscalía N° 2, a cargo de Jorge Sica.
- El 24 de agosto Cabrera Blatter fue llamada a declaración indagatoria por el supuesto rayón del auto.
Ya en 2011, la empleada judicial se había acercado a las dependencias de su sindicato en San Martín para denunciar maltratos de Blanco García Ordás. Aquello quedó en la nada, perdido en una interna política de los judiciales, que en esa sección eran opositores a la conducción nacional. Cuando #BORDER contactó a Julio Piumato, titular nacional del gremio, el sindicalista creyó haber escuchado “del caso de la que rayó el auto”. Pero cuando se le expusieron las denuncias de abuso sexual, accionó.
El 7 de mayo presentó una denuncia ante la Procuración General de la Nación, que Cabrera Blatter ratificó 7 días después. En ese momento, Blanco García Ordás, de 60 años, habría comenzado sus trámites para la jubilación.
“Siempre aparecía como de casualidad el doctor Blanco (por la zona de Puente Saavedra) y me ofrecía llevarme diciendo que me suba (a su auto) que solo son unas cuadras pero yo nunca accedía”.
“Cuando me servía agua en el dispenser me empezaba dar charla y me tocaba el hombro. Mi cara quedaba a la altura de sus genitales, ya que yo tenía que agacharme para servirme agua”.
“El despacho del doctor Blanco tenía un baño interno, entonces me llamó y en un botiquín el baño tenía preservativos y el mueble, también de su despacho, tenía una botella de whisky; entiendo que al mostrarme eso elementos se me estaba insinuando. Con el paso del tiempo los preservativos se terminaron venciendo y cuando ocurrió esto, me llamó su despacho enojado, porque me decía que era mi culpa que los antes mencionados hayan expirado, porque no los había usado con él”.
Cabrera Blatter tomó consciencia recién después de declarar de que había sido abusada durante años por su superior. Ahora espera si la familia judicial decidirá condenarla por los daños de un auto que no rayó y dejarla sin trabajo. El sumario en su contra duerme junto a su denuncia contra su ex jefe en las oficinas de la Procuración General de la Nación.
Blanco García Ordás sigue trabajando en los Tribunales de San Martín hasta mediados de enero. Por la feria le tocaría subrogar la fiscalía N°2, a cargo de Sica. Tendría acceso -no como imputado sino como fiscal- a la causa por abuso sexual en su contra.
#BORDER se comunicó con el fiscal Blanco García Ordás, quien sostuvo que los hechos denunciados en su contra son «totalmente mentira». Y que se encuentra con licencia médica por dos meses.
¿Será justicia?