Fabiola Yañez se presentó este lunes en el Consulado argentino en Madrid para ratificar su denuncia contra Alberto Fernández, en un escrito de 20 carillas en el que aseguró haber sido víctima de «lesiones graves doblemente calificadas por el vínculo y perpetradas en el marco de violencia de género con abuso de poder y de autoridad».
En la presentación, la exprimera dama, acompañada por su abogada Mariana Gallego, quien ya asumió formalmente su representación, pidió ser querellante y solicitó que Fernández, hasta ahora imputado por lesiones leves, sea juzgado por lesiones graves y por amenazas coactivas.
Según afirmó Yañez, «los actos de hostigamiento, el maltrato y el menosprecio» por parte de Fernández comenzaron en el año 2016, mucho antes de la campaña electoral que lo convirtió en presidente del país.
Con respecto a la ubicación geográfica de los hechos denunciados, Yañez detalló en el escrito que no solo ocurrieron en la Quinta de Olivos sino también en el departamento de Puerto Madero que Pepe Albistur le presta a Alberto Fernández, domicilio que el exmandatario ocupó antes de ejercer su mandato como presidente y que volvió a habitar finalizado su mandato.
Las secuelas
En su escrito, la exprimera dama mencionó hechos de violencia continuos, menosprecio constante y «hostigamiento incluso en los últimos tiempos», por lo que pidió que Fernández sea imputado por “lesiones graves doblemente calificadas por el vínculo y perpetrado en el marco de violencia de género con abuso de poder y de autoridad».
Como argumento para explicar por qué la calificación penal debería ser violencia grave y no violencia leve, aseguró que las lesiones sufridas le dejaron secuelas de daños psicológicos, que le impidieron ejercer sus funciones y su vida normal por más de 30 días.
Según Yañez, en la convivencia que mantuvo con el expresidente entre 2016 y 2024 sufrió maltratos, hostigamiento, desprecio, agresiones y golpes, que “resultaban ser una constante”, una “habitualidad”.
Esto le habría generado “indudables secuelas de carácter psicológico”, por las que tuvo que recibir tratamientos psicológicos y psiquiátricos, que incluyeron la prescripción de medicamentos.
Entre otros maltratos, afirmó que Fernández le pegaba cachetazos a diario en el marco de discusiones, incluso frente a su hijo Francisco.
También dijo que el hostigamiento ejercido por Fernández la obligaba a estar pendiente del teléfono celular por los reiterados llamados que él le hacía, restringiendo su círculo social, salidas con amigas o lo que ella describió como “hacer una vida normal”.