Hace un año, el cuerpo de Jéssica Dos Santos apareció descuartizado en Paraná. El caso llamó la atención en especial por su brutalidad y porque se sumó a una seguidilla del espanto:  eran ocho femicidios en la provincia de Entre Ríos en menos de un mes. Hasta el día de hoy, la causa de Jessica no tienen avances y su familia pide ser escuchada.

Tenía treinta y cinco años. Era de Chivilcoy, pero vivía en Paraná.  Entre el 3 y el 4 de noviembre de 2016, la mataron con un arma calibre 22, según pudieron determinar los peritos que analizaron el cuerpo. Recién el 9 de noviembre de 2016 encontraron sus restos en un descampado en las afueras de Paraná. La habían cortado en pedazos y habían guardado en varias bolsas de basura. A un año de su femicidio, no hay detenidos y la causa está parada. Quienes conocen el caso hablan de mensajes mafiosos y trata de personas.

Jéssica era trabajadora sexual. Su madre cree que la mataron porque había intentado salir de ese círculo: «Con el correr del tiempo no creo equivocarme. Detrás de esto hay proxenetas. Ella hacía mucho que no dependía de nadie, y creo que ahí está la situación que la llevó a la muerte. Fue una venganza, no tengo dudas«, le dijo al medio entrerriano Ahora.

El día que apareció el cuerpo de Dos Santos, los medios nacionales replicaron la noticia porque, además de la brutalidad sobre el cuerpo, se trataba del octavo caso en un mes en esa provincia. Según el Registro de Femicidios realizado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en 2016 Entre Ríos fue la sexta provincia con mayor número de este tipo de crímenes. El caso de Jéssica se sumaba a los femicidios de Romina Ibarra, Lidia Milessi, Johana Carranza y sus dos hijas, Luciana y Candela, Ana Barbeli, Viviana Rodríguez.

Fernando Miguez es un periodista de Paraná que en ese momento cubrió la noticia y mantuvo contacto con la familia. Siguió la historia durante todo este tiempo. Joana Dos Santos, hermana de Jessica, lo señala como el único que continuó con las investigaciones. Miguez le dice a Border: “Yo traté el tema porque el femicidio de Jessica se produjo en el marco de otros más que se produjeron en Paraná. Observé que el de ella, porque había ejercido la prostitución, no generaba preocupación en la ciudadanía y ni en los medios. El primer impulso fue no dejar que quedara impune por su trabajo o por su pobreza. Además que el caso tiene características de mensaje mafioso”.

Paraná es una ciudad con gran fluyo de personas que van y vienen a Santa Fe, la ciudad vecina. Ambas conforman el área metropolitana.  Y la trata, aseguran quienes conocen la región, también sigue ese curso.

Joana cuenta que, junto a su mamá, se pusieron el caso al hombro. Se ocuparon de hacer un seguimiento +, de recolectar algo de información. “Recién en octubre de este año la abogada después de tanto tiempo pudo ingresar a la causa , pero no ha pasado nada. Somos nosotras las que vamos, hablamos con el fiscal Alvaro Piérola. Si bien ha habido avances, no hay nada. No hay imputados. Nada”, asegura.

La causa está frenada. “En un principio hubo allanamientos pero en la actualidad no hay información – dice Míguez-. Las primeras personas fueron aportando datos, una chica trans dio información pero luego no volvió a darla, una persona declaró pero luego no la volvieron a encontrar. A un año del hecho, la causa está abierta pero sin avances. Se presume que detrás hay proxenetas”. Entonces, Miguez explica: “Ese proxenetismo que se maneja en las ciudades chicas como Paraná, que tienen un poder significativo. En este caso no se puede hablar de una vinculación judicial pero sin dudas hay un peso suficiente como para que las personas que pueden conocer algo no lo declaren”.

Según afirman, no se profundizaron los peritajes. El cuerpo había aparecido en un sector del río sin mucha población, cercano a un basural, pero Miguez dice que hubo fuentes que le dijeron que nunca se rastrilló la zona de barrancas cercana a la escena, donde se podrían haber buscado la vestimenta de Jessica o algún otro tipo de elemento. Por el momento, los rumores apuntan a tres proxenetas (Dos de Santa Fe y uno de Paraná) pero no hay lo suficiente como para accionar contra ellos.

“No pudimos ni siquiera velarla – se lamenta Joana-. No sabíamos qué se tenía que hacer, si había que buscar abogado, si no. Una asociación; Red Alerta, nos contactó en su momento para darnos una mano”. Y agrega: “Mi hermana tenía cuatro hijos. A tres los estamos criando con mi mamá, el cuarto quedó con otra familia, pero mantiene contacto con nosotras. Acá en  Paraná no hemos recibido respuesta de los medios. Al principio sí, por ser semejante caso. Ahí sí todos querían hablar con nosotras. Se habían dicho tantas cosas que no eran… Que no tenía familia, cosas de ese estilo. No nos recibió el Gobernador. El que era Ministro de Justicia, Mauro Urribarri, no nos atendió. No recibimos contención de nadie. Ahora esperamos que nos atienda la Ministra de Seguridad”. “Nadie se merece morir de esa forma”, repite y repite, mientras espera, esperan, algo de justicia. Mientras tanto, por estos días se conocieron las cifras nacionales de este año: el Observatorio de Femicidios del Defensor del Pueblo de la Nación indicó que en lo que va de 2017 se cometieron 245 femicidios, que implican, además, 336 niños cruzados por esa situación.