Un estudio reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) confirma la recuperación de la capa de ozono en la Antártida, gracias a los esfuerzos globales por reducir contaminantes. Aunque ya se habían detectado indicios de esta mejora previamente, esta investigación es pionera en ofrecer un alto nivel de certeza estadística sobre el vínculo directo entre la reducción de sustancias perjudiciales y la recuperación del ozono.
Susan Solomon, autora principal del estudio y profesora de Estudios Ambientales y Química, compartió su entusiasmo: “Este es realmente el primer estudio que ha cuantificado la confianza en la recuperación del agujero de ozono. La conclusión es que, con un 95% de confianza, se está recuperando, lo cual es fantástico y demuestra que realmente podemos resolver los problemas ambientales”.
El equipo del MIT adoptó un enfoque innovador utilizando lo que se conoce como el método de “huella dactilar”, desarrollado por Klaus Hasselmann, quien recibió el Premio Nobel de Física en 2021. Este método permite aislar efectos climáticos específicos, lo que es esencial para identificar el impacto de las reducciones de sustancias que agotan el ozono.
“Lo que estamos tratando de detectar es la señal emergente de recuperación del ozono frente a la variabilidad caótica de la atmósfera”, explicó Solomon. Para ello, los investigadores llevan a cabo simulaciones de la atmósfera terrestre, creando “mundos paralelos” bajo diversas condiciones iniciales. A partir de estas simulaciones, trazan un mapa que documenta cómo el ozono se ha recuperado en la estratosfera antártica durante varias décadas.
En su análisis de datos, el equipo identifica un patrón clave de recuperación vinculado a la disminución de las sustancias dañinas. Al comparar estos hallazgos con observaciones satelitales del agujero de ozono desde 2005, notan que la huella se hace cada vez más evidente con el tiempo. En 2018, confirman con un 95% de confianza que la recuperación se debe mayoritariamente a la reducción de estos contaminantes.
“Después de 15 años de registros de observación, vemos esta relación señal-ruido con un 95% de confianza, lo que sugiere que hay solo una pequeña posibilidad de que la similitud de patrones observados pueda explicarse por el ruido de variabilidad”, señala Wang, miembro del equipo.
Por último, Solomon adelanta que, si la tendencia sigue su curso, podríamos presenciar en torno al año 2035 un año en el que la capa de ozono en la Antártica no sufra ningún agotamiento, un hecho que considera emocionante y esperanzador.