En el marco del tercer paro general que recibe el gobierno de Javier Milei, desde los gremios que adhirieron a la medida se empiezan a preguntar cuál será el real impacto de la misma.
Mientras el gobierno le quita importancia al paro haciendo foco en el inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por un monto total de 20 mil millones de dólares que el organismo aprobará en cuestión de horas, los gremios ven debilitada su fuerza al realizar un primer diagnóstico de la medida de fuerza con gente en la calle, comercios abiertos y colectivos repletos.
Es que la Unión Tranviarios Automotor- sindicato que agrupa a los trabajadores del transporte colectivo de pasajeros- no se plegó a la medida de fuerza y eso le hace perder fuerza.
Pero el rol del gobierno para que esto ocurriera fue fundamental: dictó la conciliación obligatoria en el conflicto salarial del gremio. En caso de plegarse al paro o si realizara cualquier otra medida de fuerza durante el período que duren las negociaciones, puede recibir duras sanciones económicas. Ese punto fue la razón principal por la que en pleno paro general de la CGT se vean colectivos repletos en las calles, al no funcionar trenes, subtes, aviones ni barcos.
Quejas contra la medida y bronca contra los gremios
Otra cuestión tiene que ver con el intenso movimiento de personas en las calles. Al haber colectivos, la gente pudo ir a trabajar y esto se traduce en comercios abiertos.
Si a eso se le suma la difícil situación económica, un comerciante no puede darse el lujo de cerrar su local y perder un día de trabajo.
Incluso, mucha gente demostró su enojo contra los gremialistas responsables de llevar a cabo la medida de fuerza. Un hombre que estaba a punto de subir a un colectivo para dirigirse a su lugar de trabajo apuntó: “son los mismos tres gordos sindicalistas de siempre”.
Por su parte, un joven que también iba a trabajar dijo: “ellos (por los gremialistas) son todos millonarios y deciden por uno. Yo si no hubiese colectivos, tampoco habría faltado a mi lugar de trabajo. Son extorsionadores”.
En tanto, otra señora fue directa: “soy empleada doméstica. Si falto al trabajo, no cobro. Si no cobro, no como”.