La trampa del dinero a sola firma supera en quejas a la telefonía celular

Por: Natalia Gelós @nataliagelos

Se presentan como soluciones fáciles: “créditos a sola firma” pero son la boca del lobo. ¿Qué situaciones abusivas instalan? ¿Quiénes intervienen a favor de las personas endeudadas? En los últimos años, las denuncias por irregularidades y abusos por entidades financieras desbancaron a las quejas por los celulares en las oficinas de Defensa del Consumidor. Los sectores populares son los más afectados.

 

A veces, se trata de un papelito en la pared: “Dinero Ya. Sólo con recibo de sueldo”. Un número de teléfono, una página web, no mucho más aparece como información. Parece una salida simple pero los créditos fáciles pueden ser la puerta a un laberinto de cuotas y deudas que no terminan nunca y que acaba por ahogar, en muchos casos, a la persona que lo contrae quien, a menudo, se encuentra en situación económica ya de por sí vulnerable y por ello, obligada a entrar a un préstamo con cláusulas tramposas para paliar una situación urgente.

De grandes marcas o de negocios, las tarjetas acumulan denuncias.
De grandes marcas o de negocios, las tarjetas acumulan denuncias.

Créditos financieros, tarjetas, electrodomésticos comprados en cuotas infinitas, varias son las modalidades en las que caen muchas personas, en especial en tiempos en los que las cuentas aprietan. A veces, se trata de poner una firma de más en un lugar que abre un vacío. Es el caso de Roberto, contado en un informe del Ministerio Público Fiscal: él vivía en el partido de San Martín. Un día, una promotora le ofreció una tarjeta de crédito. Si no la usaba, le habían dicho, no generaba costos. Roberto no la utilizó, pero al poco tiempo empezó a recibir facturas por “gastos de mantenimiento” que se sumaron y alcanzaron los $1.500. Cuando hizo su reclamo, en el banco le dijeron que sólo cuando pagara esa deuda se daría de baja la tarjeta.

Muchas personas se enteran de deudas al figurar en sistemas de riesgo crediticio como el Veraz.
Muchas personas se enteran de deudas al figurar en sistemas de riesgo crediticio como el Veraz.

Los intereses que se agigantan casi sin aviso son frecuentes. La caída en las trampas de las financieras, también. Según fuentes vinculadas al trabajo en territorio, este tipo de casos no para de crecer en los barrios más humildes. A veces las personas se endeudan para comprar remedios, o para comprar materiales para terminar de construir la casa. A veces aceptan una tarjeta de crédito y, como le ocurrió a Roberto, los intereses que ni sabían que existían empiezan a avanzar. No se enteran de eso hasta que, por ejemplo, aplican a un empleo y se enteran de que figuran en el Veraz.

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¿Cómo antes no supieron que tenían una deuda? Las agencias ATAJO (Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia) reciben muchas de esas quejas. A menudo las intimaciones y las facturas no llegan a los domicilios porque en los barrios más pobres el correo no entra (Un informe de Defensoría del Pueblo del año pasado señalaba que en la Ciudad de Buenos Aires el correo no llega correctamente a muchas villas. A veces hay puntos de referencia; otras veces, ni eso). La bomba explota cuando ya aumentó y se hace imposible pagarla.

Otra situación que ocurre con frecuencia es la que le ocurrió a Nelson V., de una ciudad del interior del país: jubilado, tomó un crédito en una entidad privada que ofrecía financiación en doce cuotas fijas. El costo total resultó ser escandaloso y él se vio envuelto en una situación de la que se le hacía difícil salir (porque no sospechó siquiera a dónde se metía cuando puso su firma) hasta que recurrió a Defensa del Consumidor para que intervinieran en su ayuda.

En el sitio fiscales.gob, Norberto Dorensztein, integrante del área jurídica de la Dirección de Acceso a la Justicia, decía: los servicios bancarios y financieros constituyen una de las relaciones de consumo en las que más se profundizan las asimetrías entre usuarios y proveedores. La Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) del Ministerio Público Fiscal de la Nación trabaja en causas judiciales por delitos económicos e investiga temas relacionados con situaciones que puedan ocasionar daño económico y social. En 2014, esa oficina realizó una primera investigación titulada “Créditos para el consumo. Análisis del fenómeno socioeconómico y su impacto en los sectores populares” que buscó hacer un pantallazo de una problemática que se sufre en silencio pero que agarra del cuello a cientos de familias que, a veces, al no poder afrontar la deuda (ni los trucos a favor del prestamista) terminan en situaciones judiciales en donde pueden encontrarse con bienes o el sueldo embargados.

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Quienes toman los créditos no tienen la posibilidad de acceder a formas menos abusivas porque no poseen los recursos económicos necesarios para pedir algo similar en los bancos. El artículo de la Constitución Nacional que vela por quienes piden un crédito es el 42: “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno” . El Banco Central es la entidad que debe cuidar el marco legal pero no puede definir la usura por una tasa determinada. Se dice que hay usura cuando se da un “aprovechamiento de la situación de urgencia de otro o falta de conocimiento del tema y se cobran intereses desmedidos”. Como no hay una tasa de interés que determine cuándo hay exactamente usura a nivel legal, cuando se llega a los tribunales es el juez el que interpreta si la hubo o no según los datos presentados.

Gabriel Pérez Barberá y María Laura Roteta, fiscales a cargo de la Procelac.
María Laura Roteta y Gabriel Pérez Barberá, fiscales a cargo de la Procelac.

 

La oferta puede aparecer como volante, o como papelito pegado en las placas transparentes de la parada del colectivo: “crédito a sola firma con DNI. Según la Procelac, el mercado financiero se encuentra concentrado en la zona sur porteña, más precisamente en áreas comerciales de los barrios de Liniers, Pompeya, Flores, Caballito, Primera Junta, Once y Constitución –caracterizada por tener menores ingresos per cápita que el promedio de la ciudad”-. Las trampas con tarjetas pueden ser variadas, van desde aquellas otorgadas por grandes entidades a tarjetas de supermercados y comercios. También se suman préstamos en pequeñas casas de electrodomésticos: supuestos créditos, tentadores por ser de pequeñas cuotas, que se pagan a diario o por semana, pero que terminan ocultando enormes intereses que al incumplirse traen dolores de cabeza y hasta presiones directas, cobrador de por medio. Por otra parte, los créditos de dinero fácil no sólo aparecen en papeles en la calle, en la televisión ocupan pantalla también promocionados por famosos, una manera de ampliar la llegada, advierten en el informe de la Procelac.

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Los créditos y tarjetas superaron a los celulares en las quejas.
Los créditos y tarjetas superaron a los celulares en las quejas.

Defensa al Consumidor de la Ciudad recibió durante el primer trimestre de este año 3.591 denuncias por incumplimientos de comercios y empresas. El primer lugar lo ocuparon bancos y empresas que ofrecen servicios financieros, en general tarjetas de compras. Tantas son las quejas que desplazaron del podio a las que ocasionaba la telefonía celular, que fue durante más de una década la principal causa de denuncia en esa oficina. Varios medios del interior, como en La Pampa y Mendoza, han alertado sobre la preocupación de los organismos de defensa del consumidor, que observan una situación similar.

usuraLa historia de la usura es vieja. Ahí lo tenemos a Shylock, en El mercader de Venecia, de Shakespeare. Aquí y ahora, siglos después, no piden una libra de carne como pago para la deuda, pero en tiempos donde la oferta de “dinero fácil” abunda, es imprescindible leer la letra chica.

 

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