Si bien no hay cifras oficiales, de acuerdo a los registros de los centros de fertilidad unas diez mujeres por día congelan óvulos en Argentina y el número viene en franco ascenso. Esta es la opción a la que llegó la ciencia para preservar la fertilidad de muchas mujeres que por distintos motivos postergan la maternidad. Sin embargo desde la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer), sostienen que mientras que el porcentaje de éxito de los tratamientos con óvulos “en fresco” es del 50 %, con los vitrificados baja a un 25 %.
El especialista Sergio Pasqualini asegura en cambio que las chances bajan del 50% al 40 %, dependiendo de la calidad de los óvulos, y Liliana Blanco, del centro Procrearte, asegura que si la vitrificación se realiza con la máxima calidad, no hay diferencia, que la tasa de embarazo es del 50% si el óvulo es donado y del 25 al 30 % con óvulos propios, como en la población en general.
«Hay que advertirle a las pacientes que la taza de embarazo no es la misma con óvulos en fresco que con vitrificados«, sostiene por el contrario Gustavo Martínez, embriólogo, presidente de Samer. Y agrega: «Los óvulos sufren celularmente con la vitrificación».
Isabel Rolando, de la ong Concebir, que defiende los derechos de las personas con infertilidad, pide ser conscientes y regular las expectativas a la hora de tomar la decisión: “Si uno tiene vitrificados los óvulos cuando quiera ser madre va a tener que hacer un tratamiento de alta complejidad, donde los óvulos y espermatozoides se fecundan in vitro. Hay que tener en cuenta que en este caso la chance de embarazos no supera el 35 o 40 % en cada intento”.
Todos los especialistas sí coinciden en que a partir de los 35 años la calidad de los óvulos cae en picada y que, si la opción es congelarlos, lo ideal es hacerlo hasta los 33 (aunque aclaran que es importante evaluar cada caso en particular, pues a veces las edad biológica no concuerda con el estado de la reserva ovárica). Y alertan que hoy las mujeres están llegando demasiado tarde. “Cuanto más temprano criopreservemos, más chances que el día de mañana al descongelarlos, sean útiles para lograr el embarazo”, sostiene Pasqualini.
Desde Concebir advierten: “Hay que tomar la decisión de congelar y también de la maternidad lo antes posible. Muchas mujeres (el promedio de las que se acercan a los centros) averiguan sobre esto a los 37 y están demasiado al límite. Además cuanto más grandes las mamás gestantes, más riesgos hay para ellas y para sus bebés”.
Uno de los cuatro centros más grandes de la ciudad de Buenos Aires, territorio en el que se concentra el 90 por ciento de los tratamientos de fertilidad, pasó de vitrificar los óvulos de 337 mujeres en 2013, de 381 en 2014, a los de 461 en 2015. En 2016 venían teniendo 30 consultas por mes y en agosto unas 15 mujeres congelaron sus óvulos allí. El centro con más volumen de tratamientos hizo en agosto pasado 25 vitrificaciones de óvulos. Entre el 20 y 30% de las aspiraciones de óvulos en distintos centros de fertilidad eran para su vitrificación.Esta es una opción que toman muchas mujeres de clase media y alta, pues cuesta entre 40.000 y 70.000 pesos incluida la medicación, más unos 7.000 pesos anuales de mantenimiento y no está cubierto, salvo casos de enfermedad, como en el de los pacientes oncológicos, por obras sociales o prepagas. En general son quienes deciden buscar primero la realización profesional, priorizan la “libertad personal” y los viajes, se conectan con la posibilidad de encontrar pareja estable cada vez más tarde, no la encuentran o viven una ruptura de pareja finalizando los treintas o empezando los cuarenta, sin hijos. O quienes han sido madres a fines de los treintas y principios de los cuarentas y quieren asegurarse de volver a serlo.
Cuando estábamos en la panza de nuestras madres teníamos entre siete y ocho millones de futuros óvulos (células germinales femeninas). Nacimos con un par de millones y al menstruar por primera vez, nos quedaban unos trescientos mil, y de menor calidad. La tendencia a la extinción sigue su proceso, por eso después de los 35 las chances de quedar embarazada son muchísimas menos.
“Se prevé que en 2020 viviremos hasta los 90, pero que nuestro primer tercio de vida seguirá siendo el más fértil. Por eso actualmente cuando empezamos a buscar un embarazo después de los 35, y muchas veces de los 40, en ocasiones el cuerpo no nos acompaña. He aquí la explicación del auge de las técnicas de fertilización asistida de alta y de baja complejidad y, en especial, del crecimiento de la donación de óvulos –ovodonación– que representan entre el 20 y el 30% de los tratamientos de fertilidad en el mundo”, me explicaba Sebastián Gogorza, jefe del Servicio de Reproducción del Hospital Italiano en una entrevista para mi libro El deseo más grande del mundo. Testimonios de mujeres que quieren ser madres (Paidós, 2015).
Las empresas de tecnología de Silicon Valley (Apple, Facebook), en Estados Unidos, ofrecen a sus trabajadoras la opción de congelar sus óvulos, todo pago, para que posterguen la maternidad y no “interrumpan” o se distraigan de sus carreras en momentos de auge. En Europa es una opción muy utilizada, de la mano de la postergación de la maternidad y la decisión de tener cada vez menos hijos.
En Argentina el tema saltó a las tapas de los diarios empujadas por las confesiones de famosas como Luciana Salazar o María Eugenia Tobal.
“¿Es un desafío a la naturaleza?”, le preguntaba la periodista Gisela Busaniche al doctor Fernando Neuspiller, en una nota para el canal Telefé. “Sí, claro”, respondió este y tras una breve pausa agregó: “Los desafíos son buenos”. Mientras se pasaba esta nota el púbico votaba a través de las redes sociales la consigna: “¿Conservarías tus óvulos para preservar tu fertilidad?.
El resultado daba 20% por el sí y 80 por ciento por el no.
La técnica de vitrificación implica el congelamiento rápido en nitrógeno a menos 196 grados. Si el nitrógeno no falta el óvulo puede permanecer muchos años sin ver deteriorada su calidad. Desde Samer, Fertilidad San Isidro, Halitus y Procrearte coinciden en que esto depende de que la vitrificación se haga con máxima calidad y cuidado. Todos descartan la posibilidad de cualquier tipo de alteración genética.