Según la primera encuesta de opinión pública casi el 70 % de los argentinos cree que las mujeres tienen derecho a elegir una cesárea aunque no haya necesidad médica. Los epidemiólogos alertan sobre los riesgos de esta decisión en la Semana Mundial del Parto Respetado.
Mientras que el 67 por ciento de los argentinos cree que las mujeres tienen derecho a elegir una cesárea aunque no haya necesidad médica, los expertos aseguran que en la población de bajo riesgo el peligro de muerte materna es de 4,5 veces más en las cesáreas planificadas que en el parto natural y que el dilema es “como balancear el ejercicio pleno del derecho de cómo terminar el embarazo, con la información científica disponible”.
La discusión se planteó durante una jornada por la Semana Mundial del Parto Respetado organizada por Unicef, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Ministerio de Salud de la Nación, donde se presentó «la primera encuesta de opinión pública sobre el tema».
Según el estudio la mitad de los argentinos asocia la cesárea con un menor sufrimiento de la mujer y un 40 % sostiene que es lo mismo que el parto para el bebé. Sin embargo el 81 por ciento considera importante la promoción del parto natural pues prima la idea de que favorece la recuperación de la madre, la lactancia, la conexión con el bebé y su salud en general.
Un 87 % acuerda con que la cesárea salva vidas, un 71 % opina que muchas veces se realiza sin necesidad médica y un 30 % cree que no tiene riesgos ni para la madre ni para el bebé. La percepción de la mayoría es que las cesáreas están aumentado en el país y que se mantendrá esta tendencia en los próximos 10 años. El estudio fue hecho sobre mil casos en todo el país por Voices! Research & Consultancy.
En Argentina la tasa de cesáreas es de 31,9% en el sector público, de 67 % de acuerdo al registro de las obras sociales provinciales y llega según estimaciones “conservadoras” al 80 % (8 de cada 10 nacimientos) en el sector privado; es decir supera con creces el 10 a 15 por ciento recomendado por la OMS. El país se ubica en la media mundial.
“No hay ninguna duda de que si uno compara una cesárea planificada versus un parto en población de bajo riesgo, aumentan los riesgos de todos los resultados negativos para la madre y para el bebé. Esto es: aumenta la mortalidad materna, la mortalidad neonatal, la probabilidad de complicaciones maternas graves como la necesidad de histerectomía, ingreso a terapia intensiva, necesidad de transfusión, accidentes anestésicos o rotura uterina, y aumenta también la morbilidad neonatal, las complicaciones respiratorias neonatales, necesidad de respirador, ingreso a terapia intensiva. Los datos surgen de distintos estudios epidemiológicos de alta calidad que se hicieron en los últimos años”, dice el doctor Ariel Karolinski, y consultor de la OPS/OMS. Para él, “la encuesta pone de manifiesto una necesidad de brindar una mayor información confiable por parte de los profesionales, de los medios de comunicación, de las sociedades científicas, del Estado, para que las decisiones de las mujeres y sus familias sean fundamentadas y no en base a percepciones. Este es un tema relevante para la salud pública, para los derechos humanos”.
La paradoja mundial es que las poblaciones más vulnerables y vulneradas en sus derechos son las que menos acceden a cesáreas y quienes más las necesitarían (África subsahariana, algunas poblaciones de Asia y Haití en América), mientras que los países más desarrollados y consecuentemente las poblaciones en mejores situaciones económico-sociales y sanitarias, que necesitarían de menos intervención en el parto, son las que más las sobreutilizan.
“El estudio muestra que si bien el crecimiento de la operación cesárea es percibido por la población general y preocupa, hay una gran desinformación acerca de sus riesgos. ”, sostiene Constanza Cilley, Directora Ejecutiva de Voices!
En agosto de 2004 el Congreso sancionó una Ley de Parto Respetado que establece el derecho de todas las mujeres que van a parir a ser informadas sobre las posibles intervenciones médicas pre, durante y post parto para ellas y para sus bebés, a participar de las decisiones y a optar libremente sobre la asistencia cuando las alternativas y el estado de salud lo permitieran, a ser tratadas con respeto, «al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer», a ser consideradas sus pautas culturales, a tener un espacio de intimidad en el proceso del parto, a estar acompañadas, «a ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto», entre otros puntos.
Para Dora Vilar de Saráchaga, subsecretaria de Atención Primaria de la Salud nacional, “a medida que los partos comenzaron a institucionalizarse a principios del siglo XX tomaron protagonismo los equipos de salud sobre el nacimiento, y así las familias, y sobre todo las mujeres, perdieron el lugar central que les cabe en un hecho trascendental, como es el nacimiento de un hijo”. La funcionaria expresó el “compromiso de promover en el país el derecho a un trato digno y respetuoso de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio”.