El universo de la ciencia siempre estuvo dominado por hombres de barbas imponentes, anteojos culo de botella y delantales blancos. Pero hoy eso está cambiando: las mujeres toman el poder de los microscopios y las científicas se multiplican sorprendiendo con sus investigaciones en todo el mundo. Argentina se destaca por ser el país con mayor cantidad de mujeres dedicadas a la ciencia ¿Los cerebros femeninos cambiarán el paradigma? ¿Cómo afecta el machismo en el campo científico?
A pesar de lo difícil que es hacerse un lugar en los espacios que históricamente estuvieron al mando de hombres, las científicas toman las riendan, copan los laboratorios y sorprenden en las conferencias con planteos novedosos. En los últimos años, la cantidad de mujeres investigadoras en nuestro país creció de manera sorprendente: según la Unesco, Argentina, con un 52% de mujeres dentro del sistema científico, tiene récord mundial de participación femenina – en Europa las científicas ocupan un 32% y en EE.UU sólo el 20%-. Además, en 2014 hubo 5715 mujeres becarias del Conicet contra 3792 varones.
Hasta acá, todo suena genial. Pero lo cierto es que ser mujer y dedicarte a la ciencia no es nada simple. Requiere un esfuerzo enorme y, la mayoría de las veces, no es recompensado ni valorado como debería: aunque tengan una formación de excelencia, las científicas ocupan puestos de menor rango y ganan menos que sus colegas hombres. Un dato que ejemplifica todo: menos del 3% de los Premios Nobel son para las mujeres. “Que vengan las chicas a jugar con los microscopios, pero los que tenemos el poder seguimos siendo nosotros”, pareciera decir la voz del patriarcado.
Agostina Mileo, licenciada en Ciencias Ambientales y máster en comunicación científica, cuenta: “Si hay algo que ha ayudado a derribar barreras sexistas fue -y es- la ciencia. Muchos estudios demostraron que las supuestas diferencias que colocaron a la mujer en un lugar de desigualdad con respecto al hombre, no existen. Sin embargo, los prejuicios ligados al hecho de ser mujer y, más aún si sos joven, siguen intactos. El universo cientifico está asociado a lo masculino, son campos que siempre estuvieron dominados por hombres, por eso hay mucho prejuicio. Por otro lado, la carrera científica es muy competitiva y no prevee cuestiones que tienen que ver, por ejemplo, con la maternidad. Muchas mujeres tienen que elegir entre una cosa o la otra, ya que el sistema de becas es feroz, al igual que la competencia para ocupan un buen puesto laboral. Ahí se manifiesta que aún hoy existe una gran desigualdad de género, las mujeres pierden oportunidades por ser madres y las empresas siguen eligiendo hombres”.
La discriminación no es sólo un problema argentino. En junio de este año, Tim Hunt, el bioquímico ganador de un Premio Nobel, participó de la Conferencia Mundial de Periodismo Científico realizada en Seúl y dijo: «Déjenme decirles cuál es el problema que hay con las mujeres. Ocurren tres cosas cuando están en un laboratorio: te enamoras de ellas, se enamoran de ti y, cuando las criticas, lloran«. Para cerrar su participación en la Conferencia, aseguró que no deberían exitir los laboratorios mixtos porque las mujeres “distraen a los hombres”. ¿Qué pretende este señor? ¿La solución para que los pobres muchachos no se distraigan es separar a los profesionales por géneros? ¿Por qué sólo la mujer es vista como un objeto de deseo? ¿No puede acaso “distraerse” una mujer frente a los encantos de su compañero?¿Y qué pasa en la política, la medicina o la economía? ¿Tampoco deberían existir equipos mixtos? ¿ Y el deseo y la “distracción” de los gays? ¿O los hombres de la ciencia son todos machos heterosexuales que no saben contener su apetito? ¿Las personas son objetos sexuales antes que seres humanos? ¿O será que tanto miedo tiene este hombre de que las mujeres invadan espacios de poder que se creían intocables?
En respuesta a los comentarios de Tim, científicas del mundo lanzaron, en las redes sociales, una campaña contra el sexismo llamada #GirlsWithToys: se sacaron una selfie junto a sus elementos de trabajo para desterrar la falsa idea de que las chicas sólo sirven para determinadas profesiones. “Enfrento prejuicios a diario por tener una imagen cuidada”, dice Mileo. “Está muy instalado que los científicos son seres aislados de la sociedad, asexuados y apáticos, pero eso es parte de un imaginario absurdo. Ser científica no tiene por qué ser sinónimo de negar el propio cuerpo ni de quitarle importancia a la estética y a la imagen”.
En torno a esta problemática, uno de los proyectos de Agostina es el de reivindicar a la mujer dentro de la ciencia y lo hace, con ironía e inteligencia, a través de su página La Barbie Científica. “El objetivo de La Barbie es instalar a la ciencia como parte del interés general. Por eso hablo de curiosidades y derribo mitos, mi idea es pensar y repensar cosas que la gente se pregunta, para que la ciencia forme parte de un asado entre amigos o una charla de café. También trabajo en un investigación y socialización en relación a la menstruación. Siempre insisto con que es importante involucrar al varón en los ámbitos femeninos, por eso trabajo con hombres y mujeres por igual. Una niña que no se conoce, es una mujer que se padece. Y un varon que la ignora, es un hombre habilitado a agredirla”. El desafío está en vencer a los estereotipos de género que tanto mal nos hacen a hombres y mujeres. Cuando dejemos de asociar a los varones con los superhéroes y a las nenas con las princesas, estaremos prepados para construir una sociedad donde cada persona pueda desarrollarse con libertad dentro del ámbito que más le interese, sin ser señalado ni juzgado por su elección.